viernes, 8 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Me siento muy motivada para terminar esta tierna historia de amor. Además, siento que ya toca.
Voy a ir subiendo todos los días fragmentos de mi blog novela "Una pareja enamorada".
¡Y no pienso parar hasta que no la termine!
Es una de mis metas que quiero conseguir en este año que acaba de comenzar.
Me quedan muchos fragmentos que subir, pero quiero decir que falta menos para su desenlace. Calculo que en febrero habré terminado. ¡Espero!
Aquí os dejo con un fragmento donde ocurre un poco de todo.

                               Finalmente, Cassandra partía.
-¿Lo has pensado bien?-le preguntó Susan cuando fue a despedirla al embarcadero.
-Es mi decisión-respondió Cassandra con tristeza-Rezaré mucho para que seas feliz. Deseo con todas mis fuerzas que seas feliz, Susie.
-¿Y serás tú feliz?
                         El matrimonio Baker también se encontraba en el embarcadero. Susan se daba cuenta de lo destrozados que estaban.
                         Había visto a Cassandra abrazar a sus padres adoptivos.
                         Estaba muy segura de su vocación. Por lo menos, encontraría la paz en el convento.
                         Susan le dio un beso en la mejilla. Cassandra la abrazó con fuerza durante un largo rato.
                          Los padres adoptivos de Cassandra la besaron en la frentes antes de que se subiera a la barca.
-Prómetenos que volverás-le pidió mistress Baker.
-Dios quiere que le sirva, madre-le recordó Cassandra.
                        Susan llevaba varias noches sin poder conciliar el sueño. Envidiaba a sus primas.
                        Por lo menos, éstas podían dormir durante horas. Sin embargo, la mente de Susan no paraba de funcionar.
                         No sabía el porqué sus primas habían ido a pasar una temporada con ella. A lo mejor, deseaban que volviera a formar parte de la familia. ¿Cuál familia? Su única familia era su madre. Y, durante algún tiempo, Lucien. No tenía nada.
                        A pesar de todo, se sentía contenta. Le parecía agradable poder salir a dar un paseo con ellas. Le parecía divertido ofrecerles conciertos caseros de piano. Era una sensación nueva para ella. Poder sentir que formaba parte de una familia de verdad.
-¡Ojala ese tal Gerard sea el mejor hombre para ti!-exclamó Cassandra mientras se subía a la barca-Yo también me hice ilusiones. Creía que Kurt me amaba de verdad.
-Gerard es distinto-afirmó Susan.
-Me he dado cuenta.
-Debería de dejar a un lado este maldito carácter.
                      El barquero empujó a la barca en el agua antes de saltar en ella.
                     Cassandra alzó la mano en señal de despedida. Susan sintió cómo algo se desgarraba en su interior.
                     Cassandra había viajado muy ilusionada a Londres. Pero había vuelto convertida en una sombra de la chica que había sido una vez. Un hombre le había destrozado el corazón.
                     Ignoraba aún muchas cosas sobre sus primas. ¿También a ellas les habían roto el corazón? ¿Habían sufrido por culpa de un hombre?
-Te acompañamos a casa-le ofreció mistress Baker-¡Mi pobre niña! ¡No sabe bien lo que está haciendo! Nos habría hecho mucha ilusión haberla visto casada. Con muchos hijos...
                   Se colgó del brazo de Susan mientras caminaban.
                   Susan pasó los siguientes días encerrada en casa. Tenía que aclarar sus ideas.
                   Sabía que Gerard estaba cerca de ella. Le veía dando vueltas alrededor de su casa, igual que un animalito desorientado.
                   Una tarde, estaba en el jardín cortando unas flores. Creyó divisar a Gerard escondido detrás de un árbol. Sonrió para sus adentros. Respetaba su distanciamiento.
-¿Has discutido con tu prometido?-le preguntó Danielle.
-No estoy prometida-respondió Susan, mirándola.
-El joven que se acercó a ti el otro día dijo que eras su prometida.
-Estaba bromeando.
                     Danielle frunció el ceño. No se creía nada de lo que estaba diciendo Susan.
                     Estaba empezando a conocer bien a su prima. Merecía ser feliz. Pero, ¿acaso no se daba a sí misma la oportunidad de ser feliz? ¿Era por eso por lo que estaba tratando con tanta frialdad a un joven que estaba enamorado de ella?
                     Susan pareció intuir lo que estaba pensando su prima. Le dijo que había llegado el momento de meterse dentro de casa. Danielle obedeció. Pero su mente estaba en otra parte.
                      Le habló a su hermana y a su otra prima acerca del comportamiento de Susan. Tanto Arianne como Gaelen parecieron entenderlo. Susan era desconfiada por naturaleza. En el fondo, no le habían dejado otra opción. Había sido desterrada desde antes de nacer a aquel lugar.
                     Una noche, Arianne entró en la habitación de Susan. La encontró sentada en la cama. Estaba leyendo un libro.
-Me gustaría hablar contigo-atacó.
                     Se sentó al lado de Susan en la cama. Arianne suspiró hondo antes de empezar a hablar. Le contó a Susan que tanto sus padres como los padres de Gaelen y de Danielle habían perdido toda la esperanza de verlas casadas. Pero Susan era distinta. Susan merecía muchas cosas. Merecía encontrar un buen marido.
-Y creo que ese joven podría ser el mejor partido para ti-afirmó Arianne-Me refiero al joven que dice ser tu prometido.
-¡Ese joven no es nada mío!-replicó Susan, exasperada.
-Te mira con amor.
-Gerard merece otra clase de mujer. No entiendo el porqué está obsesionado conmigo.
-Yo no creo que se trate de obsesión. Respeta el hecho de que quieras mantenerte alejada de él. No le encuentro sentido alguno a ese distanciamiento. Llevo muy poco tiempo aquí. Pero no soy ciega. Y me he dado cuenta de varias cosas.
-¿Crees que debería de casarme con él? Tengo mucho miedo. Prima...¿Te importa que te llame así?
-¡Deseaba oírtelo decir desde que llegué!



                          Gerard no veía la hora de enviar a sus tíos de vuelta a Londres.
                          Lord Ford había regresado a casa borracho como una cuba otra vez. Y su esposa estaba furiosa con él.
                          Se pasó toda la mañana quejándose de él con la mujer de mister Jeremiah. La anciana soportó con estoicismo aquellas quejas. No entendía nada. Gerard era un joven agradable.
                          Gerard estaba ya harto de tenerles allí. Apenas se despertó su tío, le dijo que ya hora de volver a casa. Lord Ford estaba vomitando en la bacinilla. Le dolía horrores la cabeza.
-¿Qué estás diciendo?-se sobresaltó.
                          Gerard le recordó que no era ningún niño pequeño. Iba a casarse con Susan. Si su familia lo aceptaba, estaría encantado. Si no lo aceptaban, peor para ellos. No pensaba seguir manteniéndoles. Viviría de su trabajo. Después de todo, el único dinero que tenía su familia era el que Gerard ganaba de su trabajo.
                          Esa misma noche, Susan se despertó al sentir una presencia en su habitación.
                          Todavía recordaba la conversación que había mantenido la noche antes con Arianne.
-Hola...-la saludó Gerard.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó Susan, al tiempo que encendía la lámpara de su habitación-La situación ha cambiado. No sólo está mi madre aquí.
-Están tus primas.
-Cierto...
                          Susan se sentó en la cama. Todo el mundo le decía que merecía ser feliz.
                          ¿Acaso una bastarda como ella podía ser feliz? No entendía el porqué un joven tan dulce y tan gentil como Gerard se había fijado en ella. No era nada. No era nadie. Se lo había dicho. Había creído que sólo buscaba su caída en desgracia. Y no había sido así.
-¿No hay ninguna rica heredera a la vista?-le preguntó en tono de broma.
-No me gustan las ricas herederas-respondió Gerard con sinceridad-Sólo te quiero a ti.
-Por favor...
-Trátame como tú quieras. Si quieres tratarme con frialdad, lo acepto. Pero, Susie, te lo ruego. No me alejes de tu vida. Quiero formar parte de ella.
-Sigo pensando que estás loco.
-Estoy loco por ti. No sé qué más hacer para demostrártelo. Me da igual todo. Sólo me importas tú, Susie.
-Gerard...
                    El joven se acercó a ella sin dudarlo.
                    Sus labios se apoderaron de los labios de Susan en un beso cargado de ansiedad por ambas partes.
                     Gerard no abandonó la habitación de Susan hasta el día siguiente. Al amanecer. Cuando la joven se lo pidió.
-Te tienes que ir-le dijo.
                     Gerard no quería irse.
                    Había pasado toda la noche besando con pasión a Susan. Lamiendo cada centímetro de su piel. Cubriendo de besos toda la extensión de su cuerpo.
                       Susan pasó toda la tarde en casa. Con sus primas...
                    Se reunió con ellas en el salón. Arianne, Gaelen y Danielle le hablaron de las maravillas que podía encontrar en Londres. Le dijeron que toda jovencita debía de ser invitada, al menos, por una vez, a Almacks.
                    ¿Y por qué no paseaba por los Jardines de Vauxhall? ¡Eran preciosos!
                   Debía de visitar las tiendas que había en Regents Street. Le confeccionarían vestidos siguiendo las últimas modas. Susan era muy hermosa. Merecía brillar en los salones de la alta sociedad. ¿No lo creía?
                    Susan estaba haciendo algo impensable para ella. Se estaba atreviendo a soñar. A soñar con ser feliz al lado de Gerard. A soñar con viajar a Londres.

 

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