domingo, 17 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
El fragmento de hoy tiene un poco de todo.
¿Vamos a conocer la identidad del misterioso Bruce?

                            Lady Kate veía a Susan muy cambiada.
                            Le parecía raro verla en el salón hablando y riendo con aquellas tres jóvenes. Las primas de Susan...
                            La joven le había comentado a su madre que deseaba viajar a Londres. En realidad, no se lo había dicho directamente. Pero Susan se lo había dado a entender.
                           Arianne le había dicho a su tía que Susan no podía permanecer en aquella isla si ella no lo quería. La joven era la nieta de un conde. Su abuelo aún vivía.
-Le diré al abuelo que le proporcione una dote a Susie-le propuso Arianne a su tía en el saloncito-Le escribiré. Él nunca me ha negado nada.
-No lo hagas, querida-le pidió lady Kate-No querrá saber nada de mí.
-Escuché lo que ocurrió en realidad. Tía Kate, no tuvo nada que ver con el amor. Fuiste una víctima.
-No...
-Tía Kate...Susie cree lo que le has contado. Que te sedujeron y te abandonaron.
-La mentira puede ser menos dolorosa que la verdad.
-Tía Kate...Eso no es cierto. Susie es otra víctima inocente de ese miserable. Sabe de su existencia. Sabe que es el fruto de la canallada que te hizo. Mi madre...
-Ha pasado mucho tiempo. Es mejor que lo olvidemos. Susie...Es feliz. ¡Basta con verla!
                       Lady Kate palmeó la mano de su sobrina.
                       No quería recordar el pasado. Tanto tiempo llevaba diciendo aquella mentira que quería pensar que era cierta.
                        ¿Cómo iba a mirar a su hija y contarle la verdad acerca de su concepción? Sería un mazazo terrible para Susan.
                       Aquella terrible noche había dejado demasiadas heridas en el corazón de lady Kate. Había quedado mancillada para siempre. La había obligado a huir de Londres, la ciudad donde tan feliz había sido. El corazón de la mujer pertenecía a Londres. Su ciudad de origen...
                       Había condenado a Susan a ser una bastarda. Y había otra víctima inocente de aquella ignominia bajo la tierra. Su pequeño Bruce...Recordaba que Lucien había sido para ella un sustituto de Bruce.
                       Nunca le había contado a su hija la verdad. No se había sentido capaz. De pronto, tenía la sensación de que la joven que estaba con ella no era su hija. Era otra persona.
                      Una joven que estaba enamorada. Una joven que había encontrado tres nuevas amigas. Sus primas...Y que quería saber muchas cosas.
                      A solas en su habitación, lady Kate se paseaba de un lado a otro con nerviosismo. Le resultaba imposible contarle la verdad a Susan. Porque ello suponía tener que revivir las dos noches más terribles de su vida. Arianne parecía saber algo. Pero no sabía toda la verdad. Escuchó a su hija riéndose con sus primas en la pequeña biblioteca de la casa. Debían de estar leyendo algún libro divertido.
                       ¿Qué hago?, pensó angustiada.
                       Susan merecía saber la verdad.
                       Algunos días después, llegó una carta para Danielle y para Gaelen.
                       Sin embargo, fue Gaelen quién leyó la carta. Danielle se había retirado a descansar porque le dolía la cabeza. Salió al jardín a leer la carta.
                        Reconoció la letra de su padre. También percibió algo distinto en su letra. Estaba temblorosa.

                        Espero que tanto tu prima como tu tía se encuentren bien. La situación aquí es mala. Ese hombre está en la ciudad. 
                       Tu madre está furiosa. Ha sido la única de esta maldita familia que ha ayudado a tu pobre tía. El otro día, tuvo una fuerte discusión con tu abuelo. 
                       Le echó en cara que no supo defender a tu tía. Le ha dicho que ella hará algo al respecto. Temo que cometa una locura. Será mejor que no traigas a tu prima a Londres. Es tu deseo, pero es mejor que se quede en la isla. No quiero condenarla al ostracismo. 
                      Ese hombre es un verdadero depravado. Me aterra lo que pueda pasar si la ve. 
                      Cuida de ella, hija. 



                          Gaelen sabía muchas cosas.
                          Sus padres nunca habían tenido secretos para con ella. Siempre había sido la más madura de sus hijas.
                          Sabía quién había cometido aquella salvajada que condenó a su tía al ostracismo. Sabía que su madre había jurado venganza. La conocía demasiado bien.
                          Dobló la carta. Su mano tembló al hacerlo.

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