martes, 12 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela "Una pareja enamorada".
Este fragmento está centrado en nuestra pareja, Susan y Gerard.
Es el inicio de una nueva etapa en su relación.

                             Gerard tenía impregnada en su piel el aroma de Susan. Intentar trabajar aquel día fue tarea imposible. La noche antes, se había vuelto a colar en la habitación de Susan.
                             Aún conservaba en sus labios el sabor de su piel.
                             Lo esperaba sentada en la cama y lo recibió con los brazos abiertos en todos los sentidos. Gerard la recostó con suavidad sobre la cama y tuvo la sensación de que estaba ante otra Susan.
                              Una Susan distinta...Una Susan más abierta...Más receptiva...
                             El olor que desprendía su cuerpo le nubló la mente mientras la abrazaba con fuerza. Mientras la besaba con pasión.
                            No fue capaz de dejar de besarla mientras se desnudaban el uno al otro. Gerard llenó de besos el rostro de Susan una vez que la ropa quedó esparcida por el suelo de la habitación. La besó con arrebato en el cuello.
                            Se sentía libre.
                            Aquella noche, se habían amado de una manera apasionada. Gerard se dejó llevar por sus instintos.
                            Se estremeció al sentir las manos de Susan acariciando su torso. Rodeó con los brazos la cintura de avispa de la joven.
-Nos casaremos en cuanto tú quieras-llegó a decirle Gerard-Dime cuándo.
                           La contestación de Susan no llegó nunca. Pero Gerard estaba seguro de que habría una contestación antes o después. Su familia no era quién para imponerle nada. Era verdad que sus tíos se habían ido. Pero no se fiaba nada de ellos. Antes o después, su familia volvería a la carga de alguna manera.
                         Al introducir su lengua en el interior de la boca de Susan, Gerard deseó poder beber de ella.
                           Se alegraba de saber que su amada tenía contacto con sus primas. Gerard las había visto en ocasiones paseando juntas. Era evidente que Susan echaba de menos a Cassandra. En su corazón, siempre sería como una hermana para ella. Pero las primas le contaban toda clase de historias cuando se sentaban en el suelo, a la orilla del río Támesis. Le hablaban de Bath. De las fiestas a las que habían acudido cuando iban a visitar la ciudad.
-Te encantaría conocer Bath-le aseguraba Gaelen-Seguro que nunca has visto un partido de cricket. ¡Es algo asombroso!
                      En la penumbra de aquella habitación, Gerard le susurró tiernas palabras a Susan.
                      Los jadeos de ambos se unieron.
                      Gerard llenó de besos los pechos de Susan. Los lamió con suma lentitud provocando toda clase de estremecimientos en ella.
                      Era la mujer con la que quería pasar el resto de su vida. No quería alejarse de ella.
                     Susan rodeó con sus piernas las caderas de Gerard.
                     Poco a poco, el cuerpo del joven se fue introduciendo en el interior de su amada. Los dos comenzaron a moverse.
                       Los movimientos eran suaves al principio. Poco a poco, comenzaron a ser más rápidos. Más agitados...
                       Y, de pronto, todo estalló alrededor de ellos.
                       Susan no tardó mucho tiempo en quedarse dormida. Gerard, en cambio, no pudo conciliar el sueño.
                      Le asaltaba la idea de quedarse allí.
                      Abrazó con fuerza a la joven.
                      Lady Kate o alguna de las primas de Susan o alguna criada podía entrar en la habitación. Podía encontrarles juntos.
                     Entonces, no les quedaría otra opción que casarse. Pero eso no era lo que Susan quería. Y Gerard la amaba demasiado. La respetaba como no respetaba a nadie. Amar significa respetar. Lo único que le importaba era hacer feliz a Susan. Sabía que su amor por ella era correspondido en igual medida.
                   Lo estaba logrando. Las murallas que había construido Susan a su alrededor estaban siendo derribadas poco a poco.
                     No podía centrarse en revisar las cuentas de mister Jeremiah. Por suerte, el anciano no estaba presente en el despacho. Había salido con su mujer a dar su habitual paseo matutino. De estar allí, le habría hecho toda clase de preguntas.
                    A Susie le gustaría visitar Inglaterra, pensó Gerard.
                   La tarde antes, había ido a visitarla.
                   Aceptó quedarse a tomar el té con la joven y con sus primas.
                   Lady Kate estaba presente en el comedor.
                   Pero fueron las cuatro jóvenes las que mantuvieron el peso de la conversación. Sobre todo, las primas de Susan.
                   Danielle cogió una pasta que había preparado una de las criadas para acompañar el té.



-Debería de darse prisa en casarse con nuestra prima, señor-le instó a Gerard.
-¡Por Dios, prima!-se sonrojó Susan.
-Si no se casa con Susie, nos la llevaremos a Londres-le advirtió Gaelen-Háganos caso. Susie es muy bella. Podría casarse con un duque si así lo quiere.
-¿Con un duque?-se asombró la aludida-Eso no se lo cree nadie.
-¿Usted qué opina?-le preguntó Arianne a Gerard.
-Yo no voy a heredar nada, porque mi tío ya tiene herederos. Sus hijos...Mi tío es vizconde.
-Bueno...Pero quiere a nuestra prima.
-Así es.
-Dejemos de hablar de mí-pidió Susan, sonrojada-Hablemos de otro asunto.
                       Gerard se marchó un rato después y besó las manos de las cuatro jóvenes a modo de despedida.
                       Por la noche, pudo llenar llenar de besos el rostro de Susan. Pudo abrazarla. Pudo llenar de besos cada centímetro de su piel.
                       Dentro de nada, estarían casados. Gerard lo sabía.
                       Hablaría de nuevo con lady Kate. Las primas de Susan le apoyaban. Su amada estaría a su lado para siempre dentro de muy poco tiempo.

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