domingo, 31 de enero de 2016

FRAGMENTO DE "UNA BRISA SUAVE"

Hola a todos.
Hoy, me estoy haciendo algo de autobombo.
Quiero invitaros a que leáis mi blog novela "Una brisa suave".
Cuenta la historia de amor entre la serena y recatada Claudia y el impulsivo y apasionado Ricardo. Ricardo y su hermana mayor, Augusta, viven con sus tíos y con su prima Claudia en una masía situada en la isla de Buda.
Ricardo y Claudia siempre han estado muy unidos, pero, con el paso de los años, esa relación ha variado. Augusta está empeñada en casar a Ricardo con su mejor amiga, Dafne. Y Claudia tiene un pretendiente muy insistente. Ricardo y Claudia se enfrentan a sus sentimientos. Ya no son primos que se quieren como hermanos. Son un hombre y una mujer que se han enamorado. Pero este amor está prohibido.
La acción transcurre en el año 1825. Está narrada en primer persona por Claudia, pero también intervienen contando su versión en primera persona Ricardo y Augusta.
Es una historia que rebosa sentimientos y romanticismo a raudales y estoy muy contenta con ella.
Aquí os traigo el fragmento de la blog novela:

                             Ricardo me besa suavemente en el cuello. Nuestros labios se encuentran en un beso apasionado. Los besos que nos damos están cargados de pasión y de anhelo. No pensamos ya en nada más. Sólo queremos estar juntos. Me olvido de todo. Incluso, me olvido de que tengo que irme de la habitación de Ricardo.



                         
Aquí os traigo el link donde podéis leerla:

http://peafielmanzanareslaura.blogspot.com.es/

miércoles, 27 de enero de 2016

UNA FRASES

Hola a todos.
Aquí os traigo una frase bastante pesimista que he encontrado mientras navegaba por Internet.
No es mía la frase, lo aviso.
Pero me siento muy reflejada en lo que dice.

"No soy un pesimista, sólo sé que todo está condenado a terminar."

martes, 26 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Algo espantoso ha ocurrido en Londres.
¿Afectará en algo a la vida de Susan?

                          El carruaje se detuvo ante la fachada del White.
                          Una figura vestida de negro descendió del carruaje. Las faldas y la silueta adivinaban que era una mujer.
                          Su rostro estaba cubierto por un velo espeso de color negro.
-¿Va a tardar mucho, señora?-le preguntó.
-Tardaré poco-respondió ella-Espere aquí.
-Señora...Es un club de caballeros. No la van a dejar pasar.
-Estaré de vuelta enseguida.
                          La voz de la mujer sonó firme al hablar.
                          Varios hombres se quedaron sorprendidos al ver a una mujer entrando en el White. Sobre todo, porque una mujer decente no salía a pasear sola de noche por la Calle Saint James. Sólo ciertas mujeres podían hacerlo.
                          Sintió cómo su estómago se revolvía. El pensar en su hermana le dio fuerzas para no salir corriendo de allí.
                          Entonces, vio a la persona que estaba buscando. Era el miserable que le había destrozado la vida a su hermana. La había condenado al ostracismo tras haberla violado salvajemente. La sociedad se había ensañado con la víctima. Había protegido al verdugo. Y ella sentía un odio infinito hacia aquellos hombres que podían hacer lo que les viniera la gana. Pero la mujer debía de quedarse en casa encerrada. Una mujer no podía salir sola de noche. Una mujer no podía hacer lo que quisiera. Pero ellos...Podían sembrar Inglaterra de hijos ilegítimos. ¡Y nadie decía nada!
                         Estaba cerca de la ventana de arco. Apoyaba sus manos en la mesa que había junto a la ventana. No le cabía la menor duda de que era un socio de honor de aquel lugar.
-Sire...-le llamó con voz fría.
                         Él alzó la cabeza. En un primer momento, se quedó sorprendido al ver a una mujer en el club.
                        Entonces, vio cómo metía la mano en el bolsito que sujetaba. Todo ocurrió demasiado deprisa. Ninguno de los hombres que estaba allí pudo hacer nada.
-¿Se acuerda de lady Kathleen Doyle?-le preguntó la dama-¿Le dice algo su nombre?
                       No lo dudó. Se oyeron varios disparos. Todas las balas impactaron en el mismo lugar.
                       Abandonó lentamente el Club. Aquel miserable yacía malherido en el suelo. Herido de muerte, había oído decir.
                       Se organizó un verdadero escándalo. Un hombre trató de ir tras la asaltante una vez superada la impresión. Pero, cuando llegó a la calle, no estaba. Había desaparecido.
                       Se había metido en el carruaje.
-¿Qué ha pasado?-le preguntó el cochero, alarmado.
-No ha pasado nada-respondió la dama con total serenidad-Lléveme a Grossvenor Square.
-Señora...He oído disparos. ¿Qué ha hecho?
-Sólo he hecho justicia. Haga lo que le digo.
                        El carruaje se alejó de la Calle Saint James. El cochero estaba muy nervioso.
                        Había una asesina en el interior del carruaje. No se atrevía a mirarla a los ojos.
                        Un rato después, lady Margaret Sheldon, condesa de Becher, se encontraba en su habitación. Metió la pistola humeante en el cajón de su mesilla de noche.
                        Antes o después, se descubriría que había sido ella la mujer que había disparado contra aquel canalla en el White. Pero no le importó. Llevaba casi veinte años deseando hacerlo. Había cumplido con su cometido. Había vengado a Katie.
                      Cosa que el inútil de su padre no había sabido hacer.
                      Llevaba puesto su camisón de color blanco. Se había colocado un chal sobre los hombros.



                         Se sentó ante su escritorio.
                         Decidió que Katie debía de saberlo. Pensó en su hija.
                         Arianne y sus dos primas estaban pasando una temporada con ella. Katie debía de abandonar aquel exilio forzado. Le daba la razón a su hija. Su sobrina Susan debía de ocupar el puesto que le correspondía.
                         Buscó en un cajón sus útiles de escritura. Colocó una hoja en blanco ante ella. Abrió el tintero. Mojó la pluma. Empezó a escribir.

                           Mi querida Katie:

                          Puede que te asustes cuando leas esta carta. Creerás que me he vuelto loca. 
                          Nadie te hizo justicia en su día. Los hombres se protegen entre sí. 
                         Pero no debes de sufrir más por el pasado. Yo te he hecho justicia. Sé que aún sufres pesadillas por culpa de ese malnacido. Pero no volverá a hacerte más daño. He hecho lo que debía de hacer. Lo que debió de haber hecho ese cobarde que tenemos de padre. Te he hecho justicia. 
                        Pensarás que estoy en peligro. No tengo miedo. 
                        El miedo lo he perdido esta noche. Lo he dejado agonizante en medio de un charco de sangre. 
                       Su agonía va a ser lenta y dolorosa. Como lento y doloroso ha sido tu exilio...Ya ha pasado todo. 
                       No volverás a sufrir nunca más, mi querida Katie. 

sábado, 23 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela Una pareja enamorada. 
En este caso, el fragmento está centrado en los recuerdos de Arianne.

                          Era la hora del té.
                          Las cuatro primas estaban sentadas a la mesa del comedor.
                          Lady Kate estaba en el salón tejiendo un chal. Quería regalárselo a Arianne. Sus tres sobrinas eran verdaderos encantos. Se estaban portando muy bien con Susan. Se puso nerviosa. Arianne era la mayor de las tres. ¿Tendría algún recuerdo de cómo ocurrió su caída en desgracia? No quería pensar en eso. Y tampoco quería hacerle ninguna pregunta a Arianne al respecto.
                          Gaelen bebió un sorbo de su taza de té.
-Háblanos de tu prometido-le pidió Danielle a Arianne-Creo que no llegamos a conocerle. ¿Cómo era?
-Era un buen muchacho-contestó Arianne.
-¡Qué parca eres!
-¿Qué es lo que queréis saber? Se portó muy bien conmigo.
                          Lo último que quería Arianne era hablar con sus primas acerca de su relación clandestina con Philip.
-No hay un solo día en el que no le eche de menos-añadió-Debo de reconocer que estuve muy enamorada de él. Todavía sigo muy enamorada de él.
                          Tres pares de ojos se clavaron en la cara de Arianne.
                          Recordaba a Philip vestido con aquellas ropas tan sencillas. Estaba segura de que sus padres nunca sospecharon nada. Las cosas habrían sido muy distintas de estar él con vida.
                          Habría vuelto a Londres para buscarla.
                          Habría intentado pedir su mano al padre de ella. Se habría negado.
                          Ellos no lo habrían dudado. Habrían huido a Gretna Green. Se habrían casado en la Vieja Herrería. Habrían empezado de cero en otro lugar. Estarían juntos.
                           Los padres de Arianne creía que nunca se casaría. Sus hermanas mayores habían hecho buenas bodas. Sólo quedaba ella por casar.
                         Arianne sabía que nunca se casaría. Philip seguía muy vivo en su corazón.
                         Nunca supo en qué momento se enamoró de él. No recordaba exactamente cuándo empezó todo. Un día, pensaba que era uno más de los criados que estaban a su servicio. Después...
                        Philip era alguien especial en su vida. Alguien que la hacía reír. Alguien que se preocupaba realmente por ella.
                         Arianne no podía casarse. Ya era demasiado mayor. Su corazón seguía consagrado a un recuerdo. Y, además, no era virgen. Su marido podía perdonarle su amor a un fantasma. Pero no podía perdonarle la pérdida de su virginidad.
                         Miró a Susan. No era ni como Gaelen ni era como Danielle. Tenía la sensación de que había ocurrido algo entre Gerard y ella. ¿Y si Susan tampoco era virgen? ¿Podría responder Gerard por ella? Él estaba dispuesto a casarse con Susan. La opinión de su familia no le importaba en absoluto.
                         Sólo quería a Susan.
-¿Cómo se llamaba?-le interrogó su prima más joven.
-Por favor...-le imploró Arianne, con la voz rota.
-¡Oh, lo siento!
-No pasa nada.
-He sido demasiado cotilla. Te ruego que me perdones.
                            Arianne vio cómo Susan cogía un sándwich de pepino. Le daba un mordisco. Pero su mano tembló al hacerlo.
-Es verdad que me duele pensar en él-se sinceró Arianne-Pero...Ya ha pasado.
-No ha pasado-observó Gaelen.
-Es verdad. Lo amé con todas mis fuerzas. Hay cosas que no valen la pena contar. Será mejor que lo olvidemos.
-Está bien. Lo olvidamos.
-Gracias...Pasemos a hablar de otro tema. Susie se casará con ese joven tan apuesto y caballeroso. Entonces...
                       Era mejor cambiar de tema para no pensar.
                      Arianne no quería terminar recordando a Philip.
                      Podía verle mientras se afeitaba con aquella navaja. Podía verle mientras trabajaba arrancando las malas hierbas del jardín. Con el torso desnudo cuando llegaba el verano. Todas las criadas decían que era el muchacho más apuesto que jamás habían visto. ¡Y tenían razón!
                      Podía recordar los besos que le robó.
                       Aún podía sentir cosas.
                      Recordaba el sabor de la piel de su torso cuando se la llenaba de besos. Podía recordar la suavidad de su piel cuando sus dedos se la acariciaban.
-Tengo algunas dudas sobre si quiero viajar a Londres-se sinceró Susan-Antes, hay varias preguntas que quiero hacer. Se trata sobre mí. Sobre mi padre...

viernes, 22 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela Una pareja enamorada. 
Esta vez, está centrada en las hermanas Danielle y Gaelen.
¡Veamos qué ocurre!

                              A la tarde siguiente, Danielle aceptó la oferta de Gaelen de salir a dar un paseo por la orilla del río.
            El gesto de Danielle era serio.
            No había podido conciliar el sueño la noche antes por culpa de Lornell.
-¿Te acuerdas de Kathryn?-le preguntó a Gaelen.
-Era nuestra amiga-respondió la joven-¿Cómo voy a olvidarla?
-Ella es feliz.
            Danielle llevaba algún tiempo pensando en Kathryn.
-Está con el hombre al que ama-añadió.
-Gabriel no es la clase de hombre adecuado para ella. Pudo haber heredado un título. Pero no fue así.
-Los títulos no son importantes. Es feliz allí. Está con el hombre al que ama y que la ama a su vez. No es poco. Es lo único que pedía.
            Danielle y Gaelen se sentaron en la arena.
-Hizo mal-opinó Gaelen.
                       A lo mejor, hizo bien, pensó la joven.
                      Sintió una dolorosa presión dentro del pecho. Ella no era feliz.
-¿Dónde está nuestra prima Susie?-le preguntó a Danielle.
-Ha venido su prometido a verla-respondió la joven-La noto cambiada. Nuestra visita le ha hecho mucho bien. Ahora, quiere saber más cosas. Conocer a nuestra familia.
                      Y conocer sus orígenes, pensó Gaelen.
-¿Tú crees que tía Katie dio a luz a gemelos?-quiso saber Danielle-A lo mejor, el hermano gemelo de Susie está enterrado en el cementerio de la isla. Puede que se trate del tal Bruce. No lo sé.
-La única que lo sabe es nuestra tía-contestó Gaelen-Cuando llegue el momento, hablará con nuestra prima.
                        Danielle suspiró. Pensó que Gaelen tenía razón. La única que debía de desvelar aquel misterio era su tía.
                        Pero tía Kate era una mujer herida. Sus ojos hablaban del dolor que sentía en su interior.
                        Era cierto que Kathryn le escribía. Y ella, a su vez, también le escribía. Pero no era suficiente. Las cartas no podían sustituir a las conversaciones cara a cara.
                       De estar allí, podría hablar con ella.
-Me gustaría ir a verla algún día-se sinceró Danielle-Saber que de verdad está bien. Y contarle muchas cosas.
                      Le contaría que su prima Susan quería viajar a Londres y conocer los Jardines de Vauxhall. Ver cómo se elevaban los globos. Poder pasear a caballo. 
                   Ir a Almacks. 
                   ¿Por qué no? Quería conocer aquel local. Bailar el vals. Visitar a las mejores modistas. 
                   Navegar en una barca por el lago Serpentine. No estaba pidiendo mucho.  



miércoles, 20 de enero de 2016

UNA PARODIA

Hola a todos.
Hace mucho tiempo que no se sabe nada de los criticados y admirados a partes iguales Jonas Brothers. 
En el año 2009, estaban en pleno apogeo de su carrera musical.
No recuerdo si fue por una apuesta o por la petición de un fan, pero el caso es que Joe Jonas bailó y parodió el temazo del momento, Single Ladies, de la gran Beyoncé.
Aquí os dejo con el vídeo donde Joe se mueve con absoluto desparpajo.


martes, 19 de enero de 2016

CUANDO DOS GENIOS SE UNEN

Hola a todos.
No podía faltar en este blog un homenaje al llorado David Bowie.
En esta ocasión, no sólo quiero rendirle un pequeño tributo a él. También quiero rendírselo a otro grande que nos dejó hace veinticuatro años. El siempre inolvidable Freddy Mercury...
¡Poner a Adam Lambert en el lugar de Freddy en Queen es un insulto! Nadie puede sustituirle. Creía que ya le había quedado claro a Brian May cuando se unió Paul Rodgers a la banda. Freddy es insustituible.
Freddy era un genio. David era otro genio.
Se unieron para cantar juntos un maravilloso tema.
Under Pressure es un tema del año 1982. David ya había hecho los coros para el tema de Queen Cool Cat. 
Fue creado el tema de manera casi espontánea entre David y Freddy. Sin embargo, hubo sugerencias que fueron aceptadas por parte de los demás integrantes de la banda.
Os dejo con esta genial canción que nos regalaron dos grandes mitos de la Historia de la Música.


lunes, 18 de enero de 2016

UN RETRATO DE 1820

Hola a todos.
Hoy, os traigo esta foto que he encontrado mientras navegaba por Internet.
Mi blog novela Una Pareja Enamorada ha entrado en el año 1820.
Por eso, quiero compartir en este blog esta foto. Pertenece a un retrato de ese año publicado en lo que parece ser una revista femenina de su tiempo.
Quién aparece en el dibujo es una dama de la época, lady Worsley. Luce un vestido muy a la moda de la década de 1820.
Como podéis ver, el llamado estilo Imperio que se llevó desde finales del siglo XVIII hasta 1819 está quedando atrás.
¿Qué os parece?

domingo, 17 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
El fragmento de hoy tiene un poco de todo.
¿Vamos a conocer la identidad del misterioso Bruce?

                            Lady Kate veía a Susan muy cambiada.
                            Le parecía raro verla en el salón hablando y riendo con aquellas tres jóvenes. Las primas de Susan...
                            La joven le había comentado a su madre que deseaba viajar a Londres. En realidad, no se lo había dicho directamente. Pero Susan se lo había dado a entender.
                           Arianne le había dicho a su tía que Susan no podía permanecer en aquella isla si ella no lo quería. La joven era la nieta de un conde. Su abuelo aún vivía.
-Le diré al abuelo que le proporcione una dote a Susie-le propuso Arianne a su tía en el saloncito-Le escribiré. Él nunca me ha negado nada.
-No lo hagas, querida-le pidió lady Kate-No querrá saber nada de mí.
-Escuché lo que ocurrió en realidad. Tía Kate, no tuvo nada que ver con el amor. Fuiste una víctima.
-No...
-Tía Kate...Susie cree lo que le has contado. Que te sedujeron y te abandonaron.
-La mentira puede ser menos dolorosa que la verdad.
-Tía Kate...Eso no es cierto. Susie es otra víctima inocente de ese miserable. Sabe de su existencia. Sabe que es el fruto de la canallada que te hizo. Mi madre...
-Ha pasado mucho tiempo. Es mejor que lo olvidemos. Susie...Es feliz. ¡Basta con verla!
                       Lady Kate palmeó la mano de su sobrina.
                       No quería recordar el pasado. Tanto tiempo llevaba diciendo aquella mentira que quería pensar que era cierta.
                        ¿Cómo iba a mirar a su hija y contarle la verdad acerca de su concepción? Sería un mazazo terrible para Susan.
                       Aquella terrible noche había dejado demasiadas heridas en el corazón de lady Kate. Había quedado mancillada para siempre. La había obligado a huir de Londres, la ciudad donde tan feliz había sido. El corazón de la mujer pertenecía a Londres. Su ciudad de origen...
                       Había condenado a Susan a ser una bastarda. Y había otra víctima inocente de aquella ignominia bajo la tierra. Su pequeño Bruce...Recordaba que Lucien había sido para ella un sustituto de Bruce.
                       Nunca le había contado a su hija la verdad. No se había sentido capaz. De pronto, tenía la sensación de que la joven que estaba con ella no era su hija. Era otra persona.
                      Una joven que estaba enamorada. Una joven que había encontrado tres nuevas amigas. Sus primas...Y que quería saber muchas cosas.
                      A solas en su habitación, lady Kate se paseaba de un lado a otro con nerviosismo. Le resultaba imposible contarle la verdad a Susan. Porque ello suponía tener que revivir las dos noches más terribles de su vida. Arianne parecía saber algo. Pero no sabía toda la verdad. Escuchó a su hija riéndose con sus primas en la pequeña biblioteca de la casa. Debían de estar leyendo algún libro divertido.
                       ¿Qué hago?, pensó angustiada.
                       Susan merecía saber la verdad.
                       Algunos días después, llegó una carta para Danielle y para Gaelen.
                       Sin embargo, fue Gaelen quién leyó la carta. Danielle se había retirado a descansar porque le dolía la cabeza. Salió al jardín a leer la carta.
                        Reconoció la letra de su padre. También percibió algo distinto en su letra. Estaba temblorosa.

                        Espero que tanto tu prima como tu tía se encuentren bien. La situación aquí es mala. Ese hombre está en la ciudad. 
                       Tu madre está furiosa. Ha sido la única de esta maldita familia que ha ayudado a tu pobre tía. El otro día, tuvo una fuerte discusión con tu abuelo. 
                       Le echó en cara que no supo defender a tu tía. Le ha dicho que ella hará algo al respecto. Temo que cometa una locura. Será mejor que no traigas a tu prima a Londres. Es tu deseo, pero es mejor que se quede en la isla. No quiero condenarla al ostracismo. 
                      Ese hombre es un verdadero depravado. Me aterra lo que pueda pasar si la ve. 
                      Cuida de ella, hija. 



                          Gaelen sabía muchas cosas.
                          Sus padres nunca habían tenido secretos para con ella. Siempre había sido la más madura de sus hijas.
                          Sabía quién había cometido aquella salvajada que condenó a su tía al ostracismo. Sabía que su madre había jurado venganza. La conocía demasiado bien.
                          Dobló la carta. Su mano tembló al hacerlo.

viernes, 15 de enero de 2016

ISLA DE SÁLVORA

Hola a todos.
He encontrado información en Internet sobre un lugar muy bonito. Se trata de la isla gallega de Sálvora.
Aquí os traigo un poco de información sobre este lugar.

            La Isla de Sálvora, situada en la desembocadura de la Ría de Arousa, entre las puntas Centoleira y Do Couso, pertenece al término municipal de Ribeira y se sitúa a nueve kilómetros de Santa Eugenia de Ribeira y a 24 de Vilagarcía de Arousa. Tiene una superficie de 1.876.445 metros cuadrados.

Navegando por Internet, he encontrado esta foto sobre la isla. 


Es un lugar bastante bonito. ¿No os parece? 
No he leído nunca una novela que transcurra en la isla de Sálvora. Se me están ocurriendo unas cuantas ideas. 
¿Qué os parece? ¿Os gusta? 

jueves, 14 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Empieza a crecer el misterio en torno al misterioso Bruce, que está enterrado en el cementerio de la isla.
¿Será alguien cercano a Susan?
Danielle también tiene a alguien a quién llorar. Su hermana gemela Melissa...

                           Susan no conocía a ningún Bruce.
                           Fue la contestación que le dio a la pregunta que le hizo Arianne acerca de un bebé llamado Bruce. Había nacido en la isla. Ésa era la conclusión que había sacado Arianne.
                           Susan y sus primas acudieron al cementerio. Danielle y Gaelen sentían cierta curiosidad por visitar la tumba del pequeño Lucien.
                          Entonces, Arianne les habló de la tumba que había visto. Susan la había visto muchas veces.
                          Les contó a sus primas que su madre visitaba aquella tumba. Le ponía flores con frecuencia. Incluso, se quedaba mirando la lápida con pesar. Arianne miró con estupor a su prima.
-¿Quién es Bruce?-le preguntó.
-No conozco a nadie que se llame así-respondió Susan-Mamá me contó que le daba pena el niño. Por eso, coloca flores en su tumba.
-¿No tiene familia?-quiso saber Gaelen.
-Mi madre me contó que no lo sabía. Yo he intentado averiguar algo por mi parte. Es algo curioso. Cuando encontré a Lucien, mi madre se echó a llorar. Yo la oí llorar en su habitación aquella noche. Creo que estaba preocupada.
-Hay gemelos en la familia.
-Es verdad-intervino Danielle-Yo tuve una hermana gemela.
-¿Tuviste?-se sorprendió Susan.
-Tu prima Melissa...Mi hermana...En realidad, no nos parecíamos tanto como decían nuestros padres. Te miro y veo a Melissa. Era como tú. Muy cabezota...
-¿Qué le ocurrió? No me lo cuentes si no quieres.
                        Danielle suspiró. Gaelen y ella intercambiaron una mirada llena de nerviosismo. Les dolía hablar de Melissa. Les dolía recordarla.
-No importa-contestó Danielle-Melissa...Murió poco antes de conocer yo a sir Arthur. Siempre tuvo una salud fuerte. Pero...Es una historia muy triste. No vale la pena seguir hablando.
                        Susan se arrepintió de haber hablado de Melissa. La prima a la que nunca llegaría a conocer. Posó la mirada sobre la tumba.
                         El comportamiento de su madre cuando estaba ante aquella tumba era extraño. Una vez, oyó decir a una de las criadas que Susan había sido un verdadero milagro. Había nacido prematura.
                       Estaba viva. Podía dar las gracias a Dios. ¿De verdad mi madre está contenta de que yo viva?, pensó Susan. Se arrepintió de haber tenido tales pensamientos.
                      Le dio un beso a Danielle en la mejilla.
                      Regresaron a casa con paso lento. Danielle se arrepentía de haber mencionado a Melissa. Un día, su hermana estaba entusiasmada haciendo planes de boda con el joven heredero del condado de Dunmore. Sus padres estaban encantados con aquel enlace. Uno de los mejores partidos de todo el país iba a casarse con su hija menor. Primero, había nacido Danielle. Melissa tardó diez minutos en nacer después de haber empezado a llorar Danielle.
                      Los padres de las tres decidieron hacer caso omiso de los rumores. La madre de Noah, el prometido de Melissa, era oriunda de Whitechappel. Se las daba de gran dama. Pero había crecido en las calles. Era la hija de una prostituta. Y una tía suya, hermana de su madre, era la dueña de un burdel. Sin embargo, se daba muchos aires. Melissa detestaba a su futura suegra.
                      Un accidente de carruaje sesgó las vidas de Melissa y de Noah. Éste era hijo único.
                      Lord Dunmore era la clase de hombre que lo había tenido todo a lo largo de su vida. Cuando la vida le quitó a su único hijo, se volvió loco.
                      Susan no dejó de pensar en lo que le había contado su prima Danielle. Y también pensó en Bruce. ¿Quién era realmente aquella criatura? Necesitaba saber más cosas acerca de su desconocida prima Melissa.
                    Pero también necesitaba saber cosas acerca de Bruce. En cuanto llegó a casa, quiso hablar con su madre. Le preguntó directamente quién era Bruce. El niño que estaba enterrado cerca del lugar donde Lucien descansaba. Lady Kate se puso pálida al escuchar aquel nombre. Bruce...
                    Susan le cogió las manos.
-¿Lo conozco?-le preguntó.
                     Lady Kate luchó por no recordar el durísimo parto. Un parto que se le adelantó un mes antes de lo previsto. Sólo quería escuchar el llanto de su pequeña. Pero intentaba no recordar el débil llanto que acompañó al llanto de Susan.
                    Danielle, a solas en su habitación que compartía con su prima y con su hermana mayor, también luchaba por no pensar. Melissa y ella fueron presentadas en sociedad al mismo tiempo. Cuando acudieron a la fiesta en la que tendría lugar su debut, las dos estaban muy nerviosas. Danielle no podía disimularlo cuando entraron en aquel salón lleno de gente. En cambio, Melissa parecía una Reina. Danielle la envidió.
                 Melissa causó sensación en aquel baile. Danielle, en cambio, pasó desapercibida.
                 Cuando quiso darse cuenta, el joven lord Noah ya había posado la vista en Melissa.
                  Ocurrió todo demasiado deprisa, en opinión de Danielle. De pronto, Noah se convirtió en un visitante asiduo de la casa. Melissa estaba encantada. Solía deleitarle dando conciertos caseros de piano. Estaba enamorada de él.
-¡Lo amo!-le confesó a sus hermanas y a su prima Arianne cuando estaban visitando a una modista en Regents Street-Noah quiere que nos casemos. Hablará con padre para pedirme en matrimonio.
-¡Casi no le conoces!-se asustó Arianne.
-¡Pero eso no importa! Yo sé que nos amamos.  
-Piénsalo bien-le rogó Gaelen-No cometas un error.
-He tomado una decisión. Espero que la respetéis. Amo a Noah. ¡No me pidáis que me aleje de él!
                     Cuando Danielle quiso darse cuenta, Melissa se había convertido en la mujer de Noah. Los condes no estaban nada contentos con aquella unión. Decían que Noah merecía algo mejor. Sin embargo, el padre de Arianne alegó que eso era imposible. Todo el mundo conocía el origen de lady Dunmore. Le habían hecho la cruz desde el mismo instante en el que se casó con el conde. No era invitada a fiestas. Apenas salía a la calle. Y los niños siempre le habían hecho el vacío a Noah. Su hijo podía considerarse afortunado.
                   Melissa era miembro de una adinerada y aristocrática familia. Todavía pesaba sobre los Doyle el recuerdo del escándalo que había protagonizado Kate.
                     El matrimonio apenas duró un año.
                    Melissa había recibido una educación esmerada. Había llegado virgen a su noche de bodas.
                    Noah tenía la fama de ser un depredador sexual. Desde que perdió la virginidad siendo un adolescente. Había tenido numerosas amantes. Y no pensaba cambiar sólo por el hecho de haberse casado.
                    Melissa le atraía muchísimo. Poseía una gran belleza. Y su cuerpo...
                   La noche de bodas, Melissa acabó aterrada. Había disfrutado muchísimo en la cama con su marido.
                   Pero a éste no le importaba el cómo hacerlo. Por delante...O por detrás...
                   Había lamido cada centímetro de la piel de Melissa. Había mordido con suavidad su carne. Incluso, había metido su miembro en la boca de Melissa. Luego, la había besado con sensualidad.
                   Todas las noches, salía por ahí. Melissa empezó a escuchar el rumor de que su marido visitaba burdeles.
                   Pero las prostitutas no le satisfacían. Podía desfogarse con ellas. Sin embargo, siempre quería más. Pensó en tener una amante.
                    Pero tampoco le iba a ser suficiente. Además, estaba Melissa.
                    Los escándalos que Noah protagonizó aquel año fueron sonados.
                    Melissa no quería hablar de ellos. Su marido la amaba. Ésa era la imagen que debía de dar al mundo. Y, a su modo, era verdad.
                     El conde habló con su hijo. Le recordó que era un hombre casado. Así se lo dijo nada más entrar Noah en su despacho.
-Debes de respetar a tu mujer-le recordó-Ella no es ninguna prostituta.
-Lástima que mi abuela sí fue una prostituta-ironizó Noah.
-Espero que tu madre no lo haya escuchado.
-Jamás le faltaría el respeto a mi madre. Y tampoco le estoy faltando el respeto a mi esposa.
                      Melissa hizo la vista gorda. En ocasiones, deseaba quedarse embarazada. Pensaba que un hijo solucionaría sus problemas. Noah cambiaría si le daba un hijo.
                      Además, sus suegros no le tenían demasiada estima. Tampoco ella les tenía mucho cariño. Su suegro era un hombre que no sabía lo que era pasarlo mal en la vida. Todo le había venido rodado. Y su suegra tenía demasiados aires para haber nacido en Whitechappel.
                     Noah y ella hacían el amor todas las noches. A pesar de que él venía de estar en los burdeles más refinados de la ciudad. Siempre buscaba a Melissa. Y ella lo esperaba despierta. Noah nunca tenía suficiente con nadie. Y quería terminar la noche con ella. De algún modo, eso rebajaba a Melissa.
                    Sus suegros tenían una casa en la isla de Osney. Noah y Melissa decidieron irse a vivir allí. De aquel modo, Noah estaría alejado de las tentaciones. Melissa se puso muy contenta. Su matrimonio empezó otra etapa.
                     Noah y ella hacían el amor dos o tres veces ¡durante la noche! Incluso, podían estar así durante días. El comportamiento de Noah no era normal. Eso era lo que los pocos criados que tenían decían.
                      A pesar de todo, Melissa no lograba quedarse embarazada. Noah no se lo echó en cara.
                     Decía que era mejor así.
                     Le gustaba llenar de besos el cuerpo de Melissa. La acariciaba con sensualidad con las manos.
                     Y ella disfrutaba.
                    La besaba con pasión. Introducía su lengua en el interior de la boca de Melissa cuando la besaba. Y ella se rendía ante él con aquellos besos.
                    Disfrutaba sintiendo la lengua de Noah en cada porción de su cuerpo.
                    Danielle escribió en su diario lo que había hecho durante el día. Sin embargo, sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar a Melissa.
                    Poco después de cumplir su primer aniversario de boda, Noah y Melissa decidieron viajar a Londres. Iba a empezar la temporada en sociedad. Danielle estaba desesperada.
                     Deseaba ver a su hermana para contarle que todavía no había recibido una oferta de matrimonio. Estaba más unida a Melissa que a Gaelen. Su hermana se había resignado a la idea de quedarse soltera. En cambio, Danielle deseaba casarse.
                     Danielle estaba dando un concierto casero de arpa. Toda su familia estaba allí congregada. De pronto, alguien llamó a la puerta. El mayordomo fue a abrir.
-Buenas tardes...-oyó saludar a alguien.
                     Danielle no recordaba nada más.
                     Sólo podía recordar los rayos de Sol colándose por el enorme ventanal del salón. Recordaba el grito de dolor que profirió su madre cuando le dieron la noticia. Danielle sintió una dolorosa presión en el pecho. De vuelta al presente, estaba lloviendo.
                     Danielle escuchó el viento agitando las ramas de los árboles. El sonido de la lluvia golpeando contra el cristal de la ventana. Melissa se había ido para siempre.
                     Susie te habría gustado, pensó Danielle.
                    Os parecéis mucho.
                     Luego, pensó en el pequeño Bruce.
                    Danielle siguió escribiendo, pero su cabeza no dejaba de dar vueltas. Intuía que a su prima le ocurría lo mismo.
                      Susan se encontraba sola en su habitación. Una extraña sensación la embargó. Creía que su madre le estaba ocultando algo.
                    Había muchas cosas en su interior que estaban empezando a aflorar. Quería viajar a Londres. Sí, deseaba tener una puesta de largo.
                     Estaba empezando a soñar con la idea de poder casarse con Gerard. De poder mirar a la familia que la había despreciado a la cara. No tenía sentido seguir viviendo allí escondida.
                    Quería abrazar a Gerard a la vista de todo el mundo. Quería besarle en el Parque de Saint James.
                    Quería bailar con él.
                    Quería hacer mil cosas con él.
                   Pero también deseaba saber más cosas sobre su padre. El mismo hombre que la había abandonado en cuanto supo que iba a nacer. Un desconocido para ella...Un ser sin rostro...
                    Y quería saber quién era el misterioso Bruce. El bebé al que su madre lloraba en el cementerio.



                      Decidió escribirle una carta a Cassandra. De aquel modo, podría desahogarse con alguien. Ignoraba si Cassandra habría llegado al convento.
                      ¡Cómo la echaba de menos! Cassandra la habría entendido.
                       Como la entendía Gerard. Una sonrisa afloró en los labios de Susan cuando pensó en Gerard.

martes, 12 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela "Una pareja enamorada".
Este fragmento está centrado en nuestra pareja, Susan y Gerard.
Es el inicio de una nueva etapa en su relación.

                             Gerard tenía impregnada en su piel el aroma de Susan. Intentar trabajar aquel día fue tarea imposible. La noche antes, se había vuelto a colar en la habitación de Susan.
                             Aún conservaba en sus labios el sabor de su piel.
                             Lo esperaba sentada en la cama y lo recibió con los brazos abiertos en todos los sentidos. Gerard la recostó con suavidad sobre la cama y tuvo la sensación de que estaba ante otra Susan.
                              Una Susan distinta...Una Susan más abierta...Más receptiva...
                             El olor que desprendía su cuerpo le nubló la mente mientras la abrazaba con fuerza. Mientras la besaba con pasión.
                            No fue capaz de dejar de besarla mientras se desnudaban el uno al otro. Gerard llenó de besos el rostro de Susan una vez que la ropa quedó esparcida por el suelo de la habitación. La besó con arrebato en el cuello.
                            Se sentía libre.
                            Aquella noche, se habían amado de una manera apasionada. Gerard se dejó llevar por sus instintos.
                            Se estremeció al sentir las manos de Susan acariciando su torso. Rodeó con los brazos la cintura de avispa de la joven.
-Nos casaremos en cuanto tú quieras-llegó a decirle Gerard-Dime cuándo.
                           La contestación de Susan no llegó nunca. Pero Gerard estaba seguro de que habría una contestación antes o después. Su familia no era quién para imponerle nada. Era verdad que sus tíos se habían ido. Pero no se fiaba nada de ellos. Antes o después, su familia volvería a la carga de alguna manera.
                         Al introducir su lengua en el interior de la boca de Susan, Gerard deseó poder beber de ella.
                           Se alegraba de saber que su amada tenía contacto con sus primas. Gerard las había visto en ocasiones paseando juntas. Era evidente que Susan echaba de menos a Cassandra. En su corazón, siempre sería como una hermana para ella. Pero las primas le contaban toda clase de historias cuando se sentaban en el suelo, a la orilla del río Támesis. Le hablaban de Bath. De las fiestas a las que habían acudido cuando iban a visitar la ciudad.
-Te encantaría conocer Bath-le aseguraba Gaelen-Seguro que nunca has visto un partido de cricket. ¡Es algo asombroso!
                      En la penumbra de aquella habitación, Gerard le susurró tiernas palabras a Susan.
                      Los jadeos de ambos se unieron.
                      Gerard llenó de besos los pechos de Susan. Los lamió con suma lentitud provocando toda clase de estremecimientos en ella.
                      Era la mujer con la que quería pasar el resto de su vida. No quería alejarse de ella.
                     Susan rodeó con sus piernas las caderas de Gerard.
                     Poco a poco, el cuerpo del joven se fue introduciendo en el interior de su amada. Los dos comenzaron a moverse.
                       Los movimientos eran suaves al principio. Poco a poco, comenzaron a ser más rápidos. Más agitados...
                       Y, de pronto, todo estalló alrededor de ellos.
                       Susan no tardó mucho tiempo en quedarse dormida. Gerard, en cambio, no pudo conciliar el sueño.
                      Le asaltaba la idea de quedarse allí.
                      Abrazó con fuerza a la joven.
                      Lady Kate o alguna de las primas de Susan o alguna criada podía entrar en la habitación. Podía encontrarles juntos.
                     Entonces, no les quedaría otra opción que casarse. Pero eso no era lo que Susan quería. Y Gerard la amaba demasiado. La respetaba como no respetaba a nadie. Amar significa respetar. Lo único que le importaba era hacer feliz a Susan. Sabía que su amor por ella era correspondido en igual medida.
                   Lo estaba logrando. Las murallas que había construido Susan a su alrededor estaban siendo derribadas poco a poco.
                     No podía centrarse en revisar las cuentas de mister Jeremiah. Por suerte, el anciano no estaba presente en el despacho. Había salido con su mujer a dar su habitual paseo matutino. De estar allí, le habría hecho toda clase de preguntas.
                    A Susie le gustaría visitar Inglaterra, pensó Gerard.
                   La tarde antes, había ido a visitarla.
                   Aceptó quedarse a tomar el té con la joven y con sus primas.
                   Lady Kate estaba presente en el comedor.
                   Pero fueron las cuatro jóvenes las que mantuvieron el peso de la conversación. Sobre todo, las primas de Susan.
                   Danielle cogió una pasta que había preparado una de las criadas para acompañar el té.



-Debería de darse prisa en casarse con nuestra prima, señor-le instó a Gerard.
-¡Por Dios, prima!-se sonrojó Susan.
-Si no se casa con Susie, nos la llevaremos a Londres-le advirtió Gaelen-Háganos caso. Susie es muy bella. Podría casarse con un duque si así lo quiere.
-¿Con un duque?-se asombró la aludida-Eso no se lo cree nadie.
-¿Usted qué opina?-le preguntó Arianne a Gerard.
-Yo no voy a heredar nada, porque mi tío ya tiene herederos. Sus hijos...Mi tío es vizconde.
-Bueno...Pero quiere a nuestra prima.
-Así es.
-Dejemos de hablar de mí-pidió Susan, sonrojada-Hablemos de otro asunto.
                       Gerard se marchó un rato después y besó las manos de las cuatro jóvenes a modo de despedida.
                       Por la noche, pudo llenar llenar de besos el rostro de Susan. Pudo abrazarla. Pudo llenar de besos cada centímetro de su piel.
                       Dentro de nada, estarían casados. Gerard lo sabía.
                       Hablaría de nuevo con lady Kate. Las primas de Susan le apoyaban. Su amada estaría a su lado para siempre dentro de muy poco tiempo.

lunes, 11 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Hoy, vamos a añadirle algo más de misterio al asunto.
La parte de misterio viene propiciada por una de las primas de Susan, Arianne.

                               Susan les habló a sus primas de Lucien, su hermano adoptivo.
                               Algo debían de saber éstas cuando no mostraron sorpresa alguna. En el caso de Arianne, sí mostró cierta curiosidad por visitar la tumba de Lucien.
                               Ignoraba hasta dónde había llegado Susan con Gerard. Sin embargo, Arianne tenía la sensación de que Gerard era algo más que el joven al que su prima más joven parecía despreciar.
                               No había nadie en el pequeño cementerio de la isla cuando Arianne entró.
                              Buscó la tumba de Lucien. Había decidido ir ella sola a visitarla.
                               Tanto Gaelen como Danielle habían decidido quedarse en casa. Imaginó que estarían contándole a Susan toda clase de historias. De Londres...De Bath...
                              Arianne pensó que ella misma pudo haber corrido la misma suerte que corrió su tía. En su caso, no se trató de un miserable.
                             Philip y ella se amaban de verdad. Pero venían de mundos distintos.
                             Arianne se enamoró de Philip cuando éste tenía diecisiete años. En su fuero interno, sabía que estaba cometiendo un terrible error. Tuvo que reconocer que había algo de Philip en el joven Gerard. De algún modo, los dos tenían un carácter similar. No sabía bien cómo definirlo.
                            Philip era alto. Era desgarbado. Pero era esbelto.
                            Se había dedicado a robar en tiendas. Le estaba muy agradecido al padre de Arianne por su bondad. Gracias a él, trabajaba como criado en aquella elegante mansión situada en el elegante barrio de Mayfair. Podía comer caliente tres veces al día. Ganaba un sueldo por hacer algunos trabajillos en la mansión. Y sentía que los criados eran la familia que nunca tuvo.
                            El padre de Arianne encontró a Philip medio muerto de hambre y de frío en mitad de la calle. No dudó ni un instante en traerlo a su casa.
                           Arianne tenía dieciséis años en aquella época. Vivía a caballo entre el campo y la ciudad. Había crecido escuchando la historia de la caída en desgracia de su tía.
                          Todavía la guerra estaba sacudiendo el continente. Philip hablaba de ir allí a luchar. Quería hacerse respetar por todo el mundo.
                           Sin embargo, nadie se dio cuenta de lo que acabó ocurriendo. Arianne y Philip se enamoraron.
                          Todo empezó de la manera más inocente.
                          Una tarde, mientras estaba leyendo sentada en su sillón favorito de la biblioteca, Arianne se dio cuenta de que Philip la estaba mirando de un modo muy raro.
                          Otra tarde, estaba en el jardín con él.
                         Le estaba mostrando orgullosa las margaritas que había plantado junto con su prima Gaelen y que habían florecido cuando Philip hizo algo inesperado.
                          La besó de lleno en los labios.
                          Los meses que siguieron fueron una verdadera locura. Philip aprendió a escribir para poder escribirle cartas de amor a Arianne. Se encontraban en la parte trasera del jardín. Se veían en los Jardines de Vauxhall.
-¿Qué vamos a hacer?-le preguntaba Arianne a Philip.
-Marcharé al continente a pelear-respondía el chico-Lograré hacerme respetar. Y, entonces, podremos casarnos.
-¡No te vayas! ¡Por Dios, no lo hagas!
                        Arianne cometió otra locura.
                       Una noche, Philip se coló en su habitación.
                       Arianne, a pesar de todo, no le echó. Hizo algo aún peor.
                       Se entregó a él.
                       Lo recibió en su cama.
                       Se dejó llevar por todos los besos que él le dio.
                      Los dos eran vírgenes. Fue la primera vez para ellos. La primera vez que Arianne guardaba a fuego grabada en su mente.
                       En las semanas siguientes, Philip se coló en más ocasiones en la habitación de Arianne por las noches.
                        Arianne sabía que aquella relación no conducía a ninguna parte. Pero los dos estaban profundamente enamorados. Philip creía que lograría hacerse respetar si volvía a Inglaterra convertido en un héroe de guerra.
                        Las noches volaban mientras Arianne recibía en los labios todos los besos que le daba Philip. Se abrazaba a él. Disfrutaba cuando las manos del chico la acariciaban. Sus labios cubrían de besos su piel. La besaba en el cuello. Besaba con delicadeza sus pezones.
                      A pesar de todo, Philip quería ofrecerle el mundo a Arianne si ésta se lo pedía. Por ese motivo, gastó todo el dinero que tenía en comprarse una graduación. Después de ello, se marchó al continente. Si no conseguía su objetivo, nada más volver a Londres, huirían a Gretna Green para casarse.

  

                  Mientras caminaba en dirección a la tumba de Lucien, Arianne notó cómo las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
                    Creyó morir cuando una de las criadas le contó que Philip había muerto durante la batalla de Waterloo.
                  Por lo menos, estas personas están aquí enterradas, pensó Arianne. Miró las tumbas que había a su alrededor. Las cruces de madera...Las lápidas de mármol...Philip había sido enterrado en una fosa común. Trató de disimular ante sus padres. Ni siquiera sus primas conocían aquella parte de su historia.
                   No le había mentido a Susan. De haber vivido Philip, habría ido a buscarla. Habrían huido a Gretna Green para casarse.
                  Philip la había amado de verdad. No llores, pensó Arianne.
                  Se fijó en una tumba que estaba cerca de la tumba donde estaba enterrado Lucien. Era una tumba más bien pequeña. Parecía que habían enterrado allí a un bebé. O eso fue lo que pensó Arianne. Ni siquiera le quedó el consuelo de haber tenido un hijo de Philip. A pesar del escándalo, una parte de él habría vivido con ella.
                   Llena de curiosidad, Arianne se acercó a la tumba. Parecía que alguien la visitaba con frecuencia. Había un ramo de flores allí colocado. Rosas...Rojas...
                   Había un nombre inscrito en aquella lápida. Bruce...Y creyó ver algo más.
                   La lápida era de mármol. Alguien debía de limpiarla con mucha frecuencia, dedujo. Pudo leer la fecha que había en la lápida. 25 de abril.
                    Arianne se quedó helada. No había más fechas. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Aquella tumba...Había un bebé enterrado allí. Un bebé...Y, posiblemente, no había llegado a nacer con vida.
                    Regresó a casa sintiéndose más hundida que nunca. Entró directamente en el salón. Le pareció irreal la escena que vio.
                     Como una sonámbula se sentó en una silla. Vio a Susan hablar de manera animada con Gaelen y con Danielle.
                      Y luchó por no recordar la tumba del bebé que había enterrado en el cementerio, junto a la tumba del pobre Bruce.
                      Luchó por no recordar la última vez que besó a Philip.
-¡Qué mala traes, querida!-observó lady Kate.
-He estado en el cementerio visitando la tumba de Lucien, tía Kate-le contó Arianne-Me habría gustado mucho haberle conocido.
-No lo sientas, hija.
-¿Por qué no celebramos una fiesta?-propuso Gaelen-Hace mucho tiempo que no voy a una fiesta.
-Habréis ido a muchas fiestas en Londres-contestó Susan, risueña.
-Se puede celebrar una fiesta en cualquier lugar-alegó Danielle-¡Seguro que habrás ido a fiestas que se han celebrado aquí! ¿Verdad que sí?
-Sí...

domingo, 10 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
El fragmento de hoy va a estar centrado en la figura de una de las primas de Susan.
Estos personajes también tienen una historia interesante que contar.

                               Una carta llegó a la isla.
                               Estaba dirigida a Danielle.
                               La joven frunció el ceño cuando reconoció la letra del hombre que le escribió aquella carta. Se trataba de Arthur, su prometido.
                               Su antiguo prometido, en realidad.
                               Danielle buscó refugio en la pequeña biblioteca para poder leer aquella misiva. Imaginaba lo que quería pedirle Arthur. Nada más empezar a leer aquella carta, supo que no se equivocaba. Arthur quería reconciliarse con ella.

                           Te sigo queriendo muchísimo, Danielle. Puede que no sea amor. Pero es algo sincero y profundo. 

                          La mente de Danielle voló atrás en el tiempo.
                          Sir Arthur Williams era un hombre que duplicaba a Danielle en edad. Cuando la vio por primera vez, mientras daba un paseo por los Jardines de Vauxhall, quedó prendado de ella. Sir Arthur tenía ya cierta edad. Debía de pensar en casarse y en engendrar un hijo que heredase todos sus bienes.
                         Solicitó información acerca de Danielle.
                         La joven era hermosa. Gozaba de una salud excelente. Y, además, poseía una dote bastante alta.
                         Su cabello era de color castaño de color rojizo. Sus ojos eran de color gris. Y su piel era de color blanca como la leche. Además, era de estatura más bien baja. Pero estaba bien proporcionada en el aspecto físico.
                        Danielle creyó estar enamorada de aquel hombre.
                       Todas las semanas, le enviaba un ramo de lirios, sus flores favoritas.
                       La cortejó con mucha insistencia.
                      Iba a visitarla todas las tardes y era recibido en el gabinete de la madre de Danielle. La joven siempre estaba acompañada por su hermana mayor, Gaelen, que hacía las veces de carabina. Si salían a dar un paseo, Gaelen les acompañaba. Sir Arthur trataba con mucha cortesía a Danielle.
                      Era un hombre muy apuesto. Sin embargo, la joven se dio cuenta de que no sabía de qué hablar con él. Hablaban de temas triviales. Pero él no estaba interesado en nada de ella. Y eso no le agradó.
                       Cuando Danielle quiso darse cuenta, su compromiso era oficial. En un baile que se celebró en Almacks, su padre y sir Arthur lo dieron a conocer. Danielle pensó que se iba a desmayar.
-¡Qué mala cara tienes!-observó Gaelen, preocupada-¿No estás contenta? ¡Vas a casarte! Tu prometido es un hombre rico e influyente.
-Quiero irme a casa-contestó Danielle, con apenas un hilo de voz.
-¡No podemos irnos a casa, Danny! Tienes que bailar con tu futuro marido. ¿No lo sabías?
-No importa.
                       Después de eso, Danielle hizo lo imposible para no ver a sir Arthur. Su compromiso era un error. En su fuero interno, lo sabía.
                        Habló con su madre acerca de viajar a Bath. En el pasado, Danielle y Gaelen habían estado en Bath en varias ocasiones. Pero no funcionó. La dama quería empezar cuanto antes con los preparativos de la boda. Ignoró la sugerencia que le había hecho su hija menor. Danielle tenía un mal presentimiento.
                      Hasta aquel momento, sir Arthur sólo la había besado en la mano.
                      Sin embargo, una tarde, acudió a visitarla y Danielle estaba sola en el salón.
                      Estuvieron hablando un rato. Danielle se sentía incómoda porque parecía que estaba poniendo en peligro su virtud.
-Me gustaría hacer algo antes de irme-le dijo sir Arthur.
                     Cuando Danielle quiso darse cuenta, su prometido la estaba besando.
-¡Se ha vuelto loco!-pensó la joven horrorizada.
                       Sir Arthur no sabía besar. Le hizo daño en los labios cuando la besó con pretendida pasión. Forcejó con él hasta que logró soltarse.
                       Danielle decidió que no quería casarse con aquel hombre. No lo amaba y le daba igual la opinión de los demás. Ahora, se alegraba de haber roto su compromiso con él.
                      Lo siento mucho, pensó. Pero no pienso casarme con usted, señor. No lo amo.
                      Prefiero quedarme soltera a ser una desgraciada de por vida.



                      Gaelen entró en la biblioteca en aquel momento.
                      Se percató de la cara descompuesta de su hermana.
-Sir Arthur me ha escrito-le informó ésta.
-Estamos intentando que nuestra prima Susie se case-le recordó Gaelen con dulzura-Pero no podemos olvidarnos de ti. He perdido toda esperanza de casarme desde que Nicholas me destrozó el corazón. ¡Oh, Danny! ¿Por qué no intentas querer un poco a sir Arthur? No es un mal hombre.
                         La aludida le hurtó la mirada. No quería discutir con Gaelen. Su hermana mayor reaccionó muy mal cuando Danielle le confió que no iba a casarse con sir Arthur.
                         Estaba muy presente todavía el recuerdo del odioso Nicholas.
-¿Por qué no te casaste con lord Nicholas?-le preguntó Danielle.
                        Gaelen guardó silencio. Eran casos distintos. Ella había amado realmente a aquel canalla.
-Me quedaré soltera-respondió Gaelen con pesar-¡Pero tú no eres como yo! En el fondo...
-Crees que pienso igual que madre-la interrumpió Danielle-Nuestros padres no se aman. Madre quiere que haga una buena boda. En el fondo...Estás equivocada.
-El amor es doloroso.
-Susie no puede oírte hablar así. Piensa igual que nosotras.
                     Gaelen recordó cada uno de los besos que le había dado Nicholas. Habían sido besos que la habían embriagado por completo. Aquellos besos recibidos habían nublado su razón.
-No sentí nada cuando sir Arthur me besó-añadió Danielle-No quiero casarme con él.
-Está bien-cedió Gaelen.

sábado, 9 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Lo prometido es deuda.
Todos los días, y hasta que termine esta historia, pienso subir un fragmento.
Veamos cómo avanza la relación entre Susan y Gerard y también cómo avanza su relación con sus primas.

                              Gerard se sintió aliviado cuando vio que sus tíos estaban haciendo las maletas. Lord Ford apenas podía moverse. Y su mujer, además de hacer las maletas, se estaba quejando. Debían de reconocer que Gerard estaba en lo cierto. No podían hacer nada. Toda la familia dependía económicamente de él.
                         Lady Mary hizo un último intento por hablar con su sobrino. Pero fue inútil.
                         Gerard se mostró inflexible. O se casaba con Susan o su familia no iba a recibir ni un miserable penique de su sueldo.
                         Susan, a su vez, echaba de menos a Cassandra. Fue a visitar en varias ocasiones al matrimonio Baker. Y Cassandra no estaba allí.
                         Pisar aquella casa empezó a resultarle muy doloroso. Sabía que no iba a ver a su amiga.
                        Recordaba las veces que se había quedado allí a dormir. Recordaba las cartas que Cassandra le había escrito cuando estaba en Londres. Releyó aquellas cartas. Gracias a aquellas misivas, Susan se dio cuenta de que su amiga había cambiado. Se mostraba ilusionada cuando le hablaba de Kurt. Y, finalmente, llegó el dolor.
                      Cassandra estaba destrozada. Su amado había muerto de la manera más humillante de todas.
                      Había sido la única amiga que había tenido desde que era pequeña. Y, de pronto, aparecían en su vida sus desconocidas primas. Arianne, Gaelen y Danielle habían logrado algo que no había conseguido Cassandra. Despertar su interés en Londres. La experiencia de Cassandra en la capital había sido más bien trágica.
-Lo único que buscamos es tu bien-le aseguró lady Mary a su sobrino.
                     La mujer se encontraba en el recibidor.
                     Gerard no le dijo nada.
                    Por lo menos, su tío iba sobrio. Lo cuál le pareció hasta milagroso.
                    Se sintió aliviado cuando les vio dirigirse hacia el embarcadero. Le dolía mucho la cabeza. Sus tíos seguían siendo su familia. Pero habían intentado apoderarse de su vida.
                      Cerró la puerta y decidió encerrarse en el despacho. Trabajar un poco le ayudaría a olvidarse de ellos.
                       No paró de llover en los dos días que siguieron. Susan y sus primas pasaron esas dos tardes en el salón de casa.
                      La chimenea estaba encendida. Arianne se dedicó a contarle a Susan toda clase de historias.
-A tu madre se le daba bien escribir-recordó lady Kate.
-Escribe poemas-admitió Arianne-El problema es que mi padre piensa que escribir es una tontería.
-¿Tú también escribes?-quiso saber Susan.
-Me temo que no soy tan buena escritora como mi madre.
                      Susan ponía en duda tal afirmación. Arianne podía contar toda clase de historias. Lo mismo contaba una historia de tintes góticos. O contaba una historia que no tenía nada que envidiar a las novelas de Jane Austen.



-¿Os corteja alguien?-quiso saber Susan.
-No hay ningún caballero en nuestras vidas-contestó Gaelen-Pero antes...
-Yo estuve a punto de casarme-contó Arianne.
-El mismo caso que yo...-intervino Danielle-Pero me di cuenta de que no estaba enamorada de mi prometido. Parecía más mi padre que el hombre con el que quería pasar el resto de mi vida. Decidí romper el compromiso. Mis padres se enfurecieron.
                       Las gotas de lluvia golpeaban los cristales del ventanal del salón. Susan estaba sentada en el suelo. Seguía pensando en lo irreal que le parecía todo. El estar allí con sus primas hablando.
                      Poco a poco, las iba conociendo cada vez más. Le gustaba la madurez de Arianne. Le agradaba la alegría de Danielle.
                       Y le gustaba la timidez de Gaelen. Pero les daba pena.
                      Finalmente, dejó de llover.
                      Salieron a dar un paseo por la orilla del río Támesis.
-¿Te vas a casar con ese joven?-quiso saber Gaelen.
-Puede que sí-contestó Susan.
-Yo también pensé en casarme una vez. Era el hijo de un amigo de mi padre. ¡Y era el hombre más apuesto que jamás he visto! También era un hombre que no supo respetarme. Empezó a cortejarme. Pensé que estaba realmente enamorado de mí. Luego, me enteré de que tenía un amante. Y que había deshonrado a varias jóvenes debutantes. Fue doloroso saberlo.
-Lo siento mucho.
-Nuestro compromiso no era oficial cuando me enteré. Aún así...
                      El rostro de Gaelen reflejaba dolor.
                      Susan alzó la mano y acarició con ella el rostro de su prima.
                      Los hombres...
                      Sintió rabia. Otra vez volvía a sentir aquella rabia. Rabia hacia los hombres...
                      Por culpa de ellos, sus primas estaban destrozadas. Danielle no había sufrido por el desamor de su prometido. Había creído que estaba enamorada de él. Pero decidió romper el compromiso cuando se dio cuenta de que no era así. En cambio, Gaelen sí había estado realmente enamorada. Había amado realmente a aquel hombre. ¿Y Arianne?
-En mi caso, dejo algunos corazones rotos-se sinceró la joven-Mi prometido...
-Y otro joven más...-terminó Danielle, entre risas-Cuéntaselo.
                       Susan no podía sentir rabia hacia Gerard. Una tarde, fueron juntos al pequeño cementerio de la isla.
                       Hacía algún tiempo que Susan no visitaba la tumba de Lucien. Gerard se ofreció a acompañarla. Le notaba distinto. Sabía que sus tíos se habían ido. Parecía que todo el mundo se estaba marchando.
                        Le habrías caído bien a Gerard, pensó Susan con tristeza. Lucien nunca le conocería.
                        Las lágrimas comenzaron a caer sin control por las mejillas de la joven. Le parecía terrible el tener que ver así a Lucien. No...Sólo veía la lápida. No le veía a él.
                       Notó la mano de Gerard posándose con delicadeza en su hombro, en un intento de confortarla.
                        De darle consuelo.
                       Gerard retornó su costumbre de ir a visitarla. Susan le recibía en el jardín. Gerard no tenía prisa.
                       Susan se sentía cada vez más cómoda estando con él. Podía contarle todo lo que pensaba.
                      De la misma manera que le recibía muchas noches en su habitación.
                      Gerard la besaba con amor.
                      Llenaba cada centímetro de su piel con besos. Mordisqueaba con suavidad su carne.

viernes, 8 de enero de 2016

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Me siento muy motivada para terminar esta tierna historia de amor. Además, siento que ya toca.
Voy a ir subiendo todos los días fragmentos de mi blog novela "Una pareja enamorada".
¡Y no pienso parar hasta que no la termine!
Es una de mis metas que quiero conseguir en este año que acaba de comenzar.
Me quedan muchos fragmentos que subir, pero quiero decir que falta menos para su desenlace. Calculo que en febrero habré terminado. ¡Espero!
Aquí os dejo con un fragmento donde ocurre un poco de todo.

                               Finalmente, Cassandra partía.
-¿Lo has pensado bien?-le preguntó Susan cuando fue a despedirla al embarcadero.
-Es mi decisión-respondió Cassandra con tristeza-Rezaré mucho para que seas feliz. Deseo con todas mis fuerzas que seas feliz, Susie.
-¿Y serás tú feliz?
                         El matrimonio Baker también se encontraba en el embarcadero. Susan se daba cuenta de lo destrozados que estaban.
                         Había visto a Cassandra abrazar a sus padres adoptivos.
                         Estaba muy segura de su vocación. Por lo menos, encontraría la paz en el convento.
                         Susan le dio un beso en la mejilla. Cassandra la abrazó con fuerza durante un largo rato.
                          Los padres adoptivos de Cassandra la besaron en la frentes antes de que se subiera a la barca.
-Prómetenos que volverás-le pidió mistress Baker.
-Dios quiere que le sirva, madre-le recordó Cassandra.
                        Susan llevaba varias noches sin poder conciliar el sueño. Envidiaba a sus primas.
                        Por lo menos, éstas podían dormir durante horas. Sin embargo, la mente de Susan no paraba de funcionar.
                         No sabía el porqué sus primas habían ido a pasar una temporada con ella. A lo mejor, deseaban que volviera a formar parte de la familia. ¿Cuál familia? Su única familia era su madre. Y, durante algún tiempo, Lucien. No tenía nada.
                        A pesar de todo, se sentía contenta. Le parecía agradable poder salir a dar un paseo con ellas. Le parecía divertido ofrecerles conciertos caseros de piano. Era una sensación nueva para ella. Poder sentir que formaba parte de una familia de verdad.
-¡Ojala ese tal Gerard sea el mejor hombre para ti!-exclamó Cassandra mientras se subía a la barca-Yo también me hice ilusiones. Creía que Kurt me amaba de verdad.
-Gerard es distinto-afirmó Susan.
-Me he dado cuenta.
-Debería de dejar a un lado este maldito carácter.
                      El barquero empujó a la barca en el agua antes de saltar en ella.
                     Cassandra alzó la mano en señal de despedida. Susan sintió cómo algo se desgarraba en su interior.
                     Cassandra había viajado muy ilusionada a Londres. Pero había vuelto convertida en una sombra de la chica que había sido una vez. Un hombre le había destrozado el corazón.
                     Ignoraba aún muchas cosas sobre sus primas. ¿También a ellas les habían roto el corazón? ¿Habían sufrido por culpa de un hombre?
-Te acompañamos a casa-le ofreció mistress Baker-¡Mi pobre niña! ¡No sabe bien lo que está haciendo! Nos habría hecho mucha ilusión haberla visto casada. Con muchos hijos...
                   Se colgó del brazo de Susan mientras caminaban.
                   Susan pasó los siguientes días encerrada en casa. Tenía que aclarar sus ideas.
                   Sabía que Gerard estaba cerca de ella. Le veía dando vueltas alrededor de su casa, igual que un animalito desorientado.
                   Una tarde, estaba en el jardín cortando unas flores. Creyó divisar a Gerard escondido detrás de un árbol. Sonrió para sus adentros. Respetaba su distanciamiento.
-¿Has discutido con tu prometido?-le preguntó Danielle.
-No estoy prometida-respondió Susan, mirándola.
-El joven que se acercó a ti el otro día dijo que eras su prometida.
-Estaba bromeando.
                     Danielle frunció el ceño. No se creía nada de lo que estaba diciendo Susan.
                     Estaba empezando a conocer bien a su prima. Merecía ser feliz. Pero, ¿acaso no se daba a sí misma la oportunidad de ser feliz? ¿Era por eso por lo que estaba tratando con tanta frialdad a un joven que estaba enamorado de ella?
                     Susan pareció intuir lo que estaba pensando su prima. Le dijo que había llegado el momento de meterse dentro de casa. Danielle obedeció. Pero su mente estaba en otra parte.
                      Le habló a su hermana y a su otra prima acerca del comportamiento de Susan. Tanto Arianne como Gaelen parecieron entenderlo. Susan era desconfiada por naturaleza. En el fondo, no le habían dejado otra opción. Había sido desterrada desde antes de nacer a aquel lugar.
                     Una noche, Arianne entró en la habitación de Susan. La encontró sentada en la cama. Estaba leyendo un libro.
-Me gustaría hablar contigo-atacó.
                     Se sentó al lado de Susan en la cama. Arianne suspiró hondo antes de empezar a hablar. Le contó a Susan que tanto sus padres como los padres de Gaelen y de Danielle habían perdido toda la esperanza de verlas casadas. Pero Susan era distinta. Susan merecía muchas cosas. Merecía encontrar un buen marido.
-Y creo que ese joven podría ser el mejor partido para ti-afirmó Arianne-Me refiero al joven que dice ser tu prometido.
-¡Ese joven no es nada mío!-replicó Susan, exasperada.
-Te mira con amor.
-Gerard merece otra clase de mujer. No entiendo el porqué está obsesionado conmigo.
-Yo no creo que se trate de obsesión. Respeta el hecho de que quieras mantenerte alejada de él. No le encuentro sentido alguno a ese distanciamiento. Llevo muy poco tiempo aquí. Pero no soy ciega. Y me he dado cuenta de varias cosas.
-¿Crees que debería de casarme con él? Tengo mucho miedo. Prima...¿Te importa que te llame así?
-¡Deseaba oírtelo decir desde que llegué!



                          Gerard no veía la hora de enviar a sus tíos de vuelta a Londres.
                          Lord Ford había regresado a casa borracho como una cuba otra vez. Y su esposa estaba furiosa con él.
                          Se pasó toda la mañana quejándose de él con la mujer de mister Jeremiah. La anciana soportó con estoicismo aquellas quejas. No entendía nada. Gerard era un joven agradable.
                          Gerard estaba ya harto de tenerles allí. Apenas se despertó su tío, le dijo que ya hora de volver a casa. Lord Ford estaba vomitando en la bacinilla. Le dolía horrores la cabeza.
-¿Qué estás diciendo?-se sobresaltó.
                          Gerard le recordó que no era ningún niño pequeño. Iba a casarse con Susan. Si su familia lo aceptaba, estaría encantado. Si no lo aceptaban, peor para ellos. No pensaba seguir manteniéndoles. Viviría de su trabajo. Después de todo, el único dinero que tenía su familia era el que Gerard ganaba de su trabajo.
                          Esa misma noche, Susan se despertó al sentir una presencia en su habitación.
                          Todavía recordaba la conversación que había mantenido la noche antes con Arianne.
-Hola...-la saludó Gerard.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó Susan, al tiempo que encendía la lámpara de su habitación-La situación ha cambiado. No sólo está mi madre aquí.
-Están tus primas.
-Cierto...
                          Susan se sentó en la cama. Todo el mundo le decía que merecía ser feliz.
                          ¿Acaso una bastarda como ella podía ser feliz? No entendía el porqué un joven tan dulce y tan gentil como Gerard se había fijado en ella. No era nada. No era nadie. Se lo había dicho. Había creído que sólo buscaba su caída en desgracia. Y no había sido así.
-¿No hay ninguna rica heredera a la vista?-le preguntó en tono de broma.
-No me gustan las ricas herederas-respondió Gerard con sinceridad-Sólo te quiero a ti.
-Por favor...
-Trátame como tú quieras. Si quieres tratarme con frialdad, lo acepto. Pero, Susie, te lo ruego. No me alejes de tu vida. Quiero formar parte de ella.
-Sigo pensando que estás loco.
-Estoy loco por ti. No sé qué más hacer para demostrártelo. Me da igual todo. Sólo me importas tú, Susie.
-Gerard...
                    El joven se acercó a ella sin dudarlo.
                    Sus labios se apoderaron de los labios de Susan en un beso cargado de ansiedad por ambas partes.
                     Gerard no abandonó la habitación de Susan hasta el día siguiente. Al amanecer. Cuando la joven se lo pidió.
-Te tienes que ir-le dijo.
                     Gerard no quería irse.
                    Había pasado toda la noche besando con pasión a Susan. Lamiendo cada centímetro de su piel. Cubriendo de besos toda la extensión de su cuerpo.
                       Susan pasó toda la tarde en casa. Con sus primas...
                    Se reunió con ellas en el salón. Arianne, Gaelen y Danielle le hablaron de las maravillas que podía encontrar en Londres. Le dijeron que toda jovencita debía de ser invitada, al menos, por una vez, a Almacks.
                    ¿Y por qué no paseaba por los Jardines de Vauxhall? ¡Eran preciosos!
                   Debía de visitar las tiendas que había en Regents Street. Le confeccionarían vestidos siguiendo las últimas modas. Susan era muy hermosa. Merecía brillar en los salones de la alta sociedad. ¿No lo creía?
                    Susan estaba haciendo algo impensable para ella. Se estaba atreviendo a soñar. A soñar con ser feliz al lado de Gerard. A soñar con viajar a Londres.