lunes, 7 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela "Una pareja enamorada".
La relación entre Gerard y Susan está a punto de experimentar un giro radical.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó Gerard a Susan.
-Veo que no soy la única que está dando un paseo a medianoche-respondió la joven.
-Estamos en un lugar tranquilo. Pero no deja de haber peligro.
-No estamos en Londres. Nunca he estado allí. Cassie dice que es una ciudad enorme. La describe como un lugar abarrotado de gente. Feo...Ruidoso...
-Tu amiga tiene razón.
-Quería verte.
-Susie...
                                 Era la primera vez que Gerard llamaba así a Susan.
                                 La joven se sintió turbada. Se había puesto un vestido de color grisáceo encima del camisón.
                                 Gerard besó con ternura a Susan en los labios.
                                 Todo lo que sentía por aquella joven era demasiado intenso como para describirlo con palabras. Susan se había colado en su corazón sin darse apenas cuenta. La sintió temblar. Era la primera vez que se encontraban a solas en mitad de la noche. Gerard había salido a dar un paseo porque era incapaz de conciliar el sueño. Sus tíos insistían en que debía de alejarse de Susan. Y él quería luchar por estar a su lado.
                                Tuvo la sensación de estar ante una ninfa. Llevaba suelto su largo cabello oscuro.
                                Le acarició con la mano el cabello suelto.
                                De pronto, se le secó la garganta. Su corazón latía con furia dentro de su pecho.
                                Los dos iban descalzos. Susan sintió el frescor de la hierba bajo sus pies.
-Debería de irme a casa-comentó.
-Tienes razón-corroboró Gerard.
                                 Pero Susan no se movió. Había algo en la mirada de Gerard que la retenía a su lado. No quería moverse.
-Estás temblando-observó Gerard con la voz ronca.
-Hace un poco de frío-murmuró Susan.
                               Casi no le salía la voz de la garganta. Estaba muy nerviosa.
                               Vete, le susurró una vocecita que salía del interior de su cabeza.
-Le he contado a Cassie lo nuestro-añadió Susan, alzando la voz un poco-No lo entiende. Por lo menos, no le contará nada a mi madre. Yo espero que lo entienda.
-Iré a hablar con ella todas las veces que sea necesario-le aseguró Gerard.
-¡No lo hagas!
                                 Susan sintió cómo el miedo se apoderaba de ella. Pero no sentía miedo alguno de Gerard. Sentía miedo de sí misma. De los pensamientos que pasaron por su cabeza en aquel instante.
                                Se encontraban solos. Nadie podía verles.
                                Se habían encontrado entre la espesura de los árboles que crecen en la isla.
                                Empezaron a besarse de manera apasionada. Y, de pronto, mientras caían al suelo, fueron incapaces de dejar de besarse.



                               De pronto, la ropa que llevaba puesta Gerard desapareció. Y tanto el vestido como el camisón que llevaba puestos Susan también desaparecieron.
                                Susan no era capaz de apartar a Gerard. Y él tampoco quería apartarse.
                                No podía dejar de besarla. No quería dejar de besar aquellos deliciosos labios. No podía dejar de besar su cuello esbelto. No podía dejar de besar uno de sus pechos. No fue capaz de pensar en nada mientras recorría con sus labios el vientre liso de Susan.

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