jueves, 24 de septiembre de 2015

GERARD WELLES

Hola a todos. 
Hoy, me gustaría hablaros del protagonista masculino de esta historia. 
Gerard Welles, como Susan, pertenece a una aristocrática familia. Sin embargo, mientras Susan es rechazada por la familia de su madre debido a su origen ilegítimo, Gerard siente un profundo desapego hacia su familia. 
Tanto su tío como su padre (y, en vida, su abuelo) han hecho gala de un carácter despilfarrador que ha llevado a la familia a estar en la ruina. Gerard trabaja como secretario para Jeremiah, un anciano que vive tranquilamente junto a su esposa en la isla de Nag's Head. Este hecho lo ocultan los Welles, ya que sería una vergüenza para ellos decir que un miembro de su familia está trabajando. 
Gerard es un joven serio y responsable. Está contento con su trabajo y se lleva bien con su jefe,un anciano que es como un abuelo para él. Le manda dinero a su familia con frecuencia, pero sabe que ese dinero es malgastado, lo cuál le desagrada. 
Se siente atraído por Susan nada más verla y, aún conociendo su historia, insiste en conocerla más a fondo. Se da de bruces con el muro que Susan ha construido a su alrededor y con el odio que parece sentir hacia los hombres, a los que culpa de la desgracia de las mujeres. 
Gerard se enamora de Susan y se da cuenta de que es la mujer con la que quiere pasar toda la vida. 
Es romántico, dulce y muy paciente. Admira a Susan. La escucha. Soporta sus desplantes una y otra vez. Nunca se rinde, pero le deja espacio porque no quiere agobiarla. Sabe que eso podría alejarle de ella. 
Gerard tiene las ideas muy claras. No va a renunciar a Susan. Le importa muy poco la opinión de su familia tanto porque están en la ruina. Su tío es el vizconde de Ford, pero éste está casado y tiene dos hijos varones, por lo que no le importa nada heredar su título. 
¿Conseguirá Gerard derribar las barreras que ha construido Susan a su alrededor y conquistar su amor? 

 Gerard Welles. 

miércoles, 23 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Tras una ausencia bastante prolongada, aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
El tiempo también pasa en esta historia.
Veamos qué ocurre.

                                  A petición del matrimonio Baker, Cassandra decidió quedarse unas semanas más en la isla. Pensaba en ingresar en el convento después de Navidad. Sin embargo, a pesar de que decía estar convencida de su vocación religiosa, sentía muchas dudas.
                              Las Navidades transcurrieron de manera tranquila en el hogar de las Cole. Tanto para Susan como para lady Kate, las Navidades no significaban nada. Eran días normales. No ponían un Árbol de Navidad. No decoraban la casa. Cuando Lucien pasó su primera Navidad con ellas, lady Kate imaginó un panorama distinto. Imaginó una casa llena de risas.
                           Sin embargo, sólo estaban ellas dos en Navidad. Lady Kate recibía todos los años unas pocas felicitaciones de Navidad que le enviaban los pocos familiares que se acordaban de su existencia. Lady Kate no veía a su padre desde que la desterró a la isla de Nag's Head. No sabía cómo estaba.
                            Susan no tenía la cabeza como para pensar en las Navidades. No había mucho bullicio propio de aquellas fechas en la isla.
                            De algún modo, la joven lo agradecía. Si escuchaba a alguien cantar un villancico, se echaría a llorar. Recordaría lo sola que se sentía en Navidad. Una sensación que la acompañaba año tras año.
                            Pensó en ir a ver a Jeremiah para felicitarle a su mujer y a él por las Navidades. Pero le dio miedo.
                            Sabía que ir a aquella casa significaba encontrarse con Gerard. Susan no quería verle. Le evitaba.
                         ¡Pero no podía seguir así por más tiempo! Antes o después, se verían.
                         ¿De verdad quería verle?

lunes, 14 de septiembre de 2015

UNA FRASE DE "EL PRINCIPITO"

Hola a todos.
Aquí os traigo una frase que he extraído del libro El Principito. 
Está considerado como todo un clásico de la Literatura Infantil, si bien es una novela muy cortita que pueden leer los adultos.
Su autor, Antoine de Saint-Exúpery, es un escritor y aviador francés de familia aristocrática. Si bien ha escrito varias novelas, fue El Principito la que le dio a conocer.
Cuenta la historia de un aviador (posiblemente, el propio Saint-Exúpery) que ha renunciado a muchos sueños de la niñez pro culpa de los adultos. El aviador queda atrapado en un lugar del desierto del Sáhara. Allí, se topa con un pequeño Príncipe venido de otro planeta con el que traba una bonita amistad.
A través de esta amistad, se reflexiona acerca de diversos temas, como el amor (la historia del Principito y la rosa que cuida) y se critica el cinismo de los adultos, que pierden toda autenticidad cuando renuncian a la inocencia y a los sueños que tenían cuando eran pequeños.
Aquí os dejo con una frase extraída de esta obra que, pese a estar dirigida a los niños, invita a que los adultos piensen y reflexionen acerca de sus vidas y de cómo deben de enfrentar a sus problemas y miedos.

"Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones."

domingo, 13 de septiembre de 2015

GATOS CONTRA PERROS

Hola a todos.
Aquí os traigo un vídeo que he encontrado durante mis muchos paseos por Internet, en concreto, por Youtube.
Está hecho con el sistema Loquendo, pero es muy divertido.
Vemos encontronazos entre gatos y perros, pero con un doblaje con el que es imposible no partirte de risa.
¡Divertíos!


sábado, 12 de septiembre de 2015

"DETROIT ROCK CITY", DE "KISS"

Hola a todos.
Aquí os traigo una de mis canciones favoritas.
Es una canción algo vieja, ya que es del año 1976. Pertenece al famosísimo grupo de rock Kiss. La canción dio título y formó parte de la banda sonora de una película que aquí se conoció como Cero en conducta. 
Se trata de Detroit rock city. 
Es una canción pegadiza, enérgica y llena de brío y fuerza, muy rockera y cañera.
Espero que disfrutéis con ella.



viernes, 11 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Tras hacer ayer un pequeño parón, aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Y aquí entramos en lo que sería el ecuador de la historia.
¡Espero que os esté gustando!
Veamos qué ocurre entre Gerard y Susan.

                                 Durante toda una semana, estuvo lloviendo. No se podía salir a la calle.
                                 Susan agradeció aquella semana de lluvia. No debía de ir a ningún sitio. Se pasó aquellos días leyendo libros en la pequeña biblioteca. O, al menos, intentando concentrarse en su lectura.
                                Se centró en bordar.
-Te tiembla el pulso-observó lady Kate una tarde.
                                Las dos estaban sentadas en el sofá del saloncito. Fuera, además de llover con furia, estaba soplando el viento con mucha fuerza.
                                Susan estaba bordando sus iniciales en una sábana. Lady Kate estaba tejiendo una manta.
                               La mano con la que Susan estaba sujetando la sábana temblaba de manera violenta.
-Puedes contarme lo que te ocurre-la invitó lady Kate-Soy tu madre. No creo que hayas cometido ninguna locura. Eres una joven muy prudente. Confío en ti, hijita.
-¡No me conoces!-se lamentó Susan.
-He sido yo la que te ha traído al mundo.
                               Susan estaba temblando de manera violenta. Recordaba una y otra vez su noche de amor vivida con Gerard.
-Yo...-balbuceó.
-Es por alguien en concreto-adivinó lady Kate.
-¡No!
-No me puedes mentir, cariño. He tenido tu edad. Y...He cometido errores.
                                 Lady Kate miró con preocupación a su única hija. Liarse con aquel canalla había sido un error.
                                 Pero Susan no había sido ningún error. Estaba lejos del mundo en el que había crecido. Y su hija era su compañera en aquel exilio forzoso. ¡Pero Susan tenía derecho a vivir!
                                Tenía derecho a divertirse. A ser feliz.
                              Lady Kate llegó a la conclusión de que Susan estaba cansada de vivir en Nag's Head.
                               No podía culparla. Susan estaba en edad de tener su puesta de largo.
                            La idea de enviarla a Londres pasó por su cabeza.
-¿Te gustaría ir a Londres, hijita?-le preguntó.
                              Susan pensó que había entendido mal la pregunta que acababa de hacerle su madre. La idea de viajar a Londres había pasado muchas veces por su cabeza. Pero, tras la experiencia tan amarga que vivió Cassandra en aquella ciudad, prefería quedarse allí. Luego, estaba el hecho de que no sería bien recibida. No poseía una dote elevada.
                            Era cierto que pertenecía a la aristocracia. Pero era una bastarda. Gerard ya se había dado el gusto con ella.
                              Era una ramera. ¡Una ramera no podía ser presentada en sociedad!
                          Entonces, Susan rompió a llorar de manera amarga.



                             

miércoles, 9 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Tras el pequeño descanso de ayer, aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Este fragmento está centrado en lo que ocurre después de la primera noche de amor de Gerard y Susan.
¡Veamos qué les pasa a esta pareja de enamorados!

                                 Durante una semana, Susan no quiso ver a nadie. Se encerró en su habitación. Estaba furiosa consigo misma. Sentía el deseo de ponerse a gritar cada vez que recordaba lo que había hecho. Lo cierto era que Gerard no la había obligado a hacer nada en contra de su voluntad. Había sido ella la que se había entregado de forma voluntaria a él. Se había convertido en lo que más odiaba. ¡Se había convertido en la ramera de Gerard! Durante dieciocho años, Susan había odiado a los hombres. Pensaba que la desgracia de su madre empezó cuando conoció a aquel hombre.
                              Su padre...
                              Susan luchaba contra sus recuerdos. Se negó a abrirle la puerta su madre.
-Hija, llevas días encerrada ahí dentro-le decía lady Kate, al otro lado de la puerta.
-Quiero estar sola, madre-replicaba Susan, furiosa.
-Por favor, abre la puerta.
                              Lo malo fue que Gerard fue a visitarla. Iba hasta cuatro veces al día con la intención de hablar con Susan. Lo ocurrido entre ellos había sido la mejor experiencia que jamás había tenido. Sentía a Susan como una parte de él. Pero, al mismo tiempo, tenía la sensación de que una parte de él le pertenecía a Susan.
                             Recordaba cómo la había tenido entre sus brazos aquella noche tan dulce y apasionada a la vez.
                            No entendía el porqué Susan no quería verle. ¡No habían hecho nada malo!
-Quiero ver a lady Susan-le dijo a la criada.
                            La mujer puso toda clase de excusas. Primero, dijo que la joven Susan estaba enferma.
-No me importa-afirmó Gerard.
                             Hizo ademán de querer subir las escaleras. Pero la criada le retuvo.
                            Desde su habitación, Susan oía hablar a Gerard. Le odiaba por haber ido a buscarla.
-Necesito ver a lady Susan-insistió Gerard.
                            Le odio, pensó la joven furiosa. Le odio por haber puesto mi vida del revés.
                            Sólo una vez salió durante aquella semana. Fue a visitar la tumba de Lucien. Cassandra la acompañó. La joven encontró a su mejor amiga muy desmejorada.
                           Susan llevaba días sin probar bocado. Por suerte, la regla le bajó el mismo día en el que acudió al pequeño cementerio de la isla para visitar la tumba del pequeño Lucien. Tenía los ojos hinchados por haber pasado horas llorando. Llevaba días sin poder conciliar el sueño. Cassandra ahogó un grito cuando Susan salió de casa. Iba completamente vestida de negro. Incluso, se había cubierto la cara con un velo espeso de color negro. Parecía un fantasma.
-¿Van las cosas bien, Susie?-quiso saber Cassandra, mientras estaban arrodilladas ante la tumba de Lucien.
-No te puedo contar nada-contestó Susan.
-¡Ay, Dios mío! ¡No me digas que ha cometido una locura!
-¡No te puedo decir nada, Cassie!
                             Susan estaba al borde del llanto.



                              Gerard estaba desesperado. No entendía el porqué Susan no quería verle.
-¿Dónde está Susan, milady?-le preguntó Gerard a lady Kate una de las veces que fue a ver a su amada.
                            Lady Kate le recibió en el salón.
-Susan no quiere ver a nadie-respondió la mujer con tristeza.
-¡Yo necesito verla!-insistió Gerard, desesperado-¡No sé lo que he hecho que haya podido ofenderla! ¡Se lo juro! Pero...Quiero saber lo que hecho mal. Si he ofendido a Susan. Quiero que me perdone. ¡Deseo verla! ¿Por qué me evita?
-Ignoro lo que ha pasado entre mi hija y usted, mister Welles.
-¡Seguro que mis tíos han tenido algo que ver con su distanciamiento!
-No conozco a sus tíos.
                                Era verdad. Lord Ford y lady Ford no habían abordado aún a Susan. Los dos querían buscar el momento idóneo para hablar con la joven. Estaban convencidos de que era una arribista. Sin embargo, cuando vieron la casa donde vivían lady Kate y su hija ilegítima, se quedaron de piedra.
                                 La fachada de la casa estaba mejor conservada que la fachada de su casa. Vieron a lady Kate a lo lejos. La mujer vestía de manera sencilla.
                               Pero, al mismo tiempo, era la viva imagen de la dignidad y de la elegancia. Supieron que su hija era igual que ella.
                             Los vecinos no podían decir nada malo ni sobre lady Kate ni sobre Susan. El único defecto que tenía la chica era el ser bastarda.
                             Se la veía con frecuencia con la hija adoptiva del matrimonio Baker, Cassandra, que quería ser monja.
-No parece una ramera-le comentó lord Ford a su esposa mientras paseaban por la orilla del río Támesis-En realidad, es la madre la ramera. Es la hija de un conde. No entiendo cómo terminó protagonizando un escándalo tan vulgar.
-Tener un hijo fuera del matrimonio es indecente-afirmó lady Ford.
-Gerard no puede relacionarse con esa joven.
-¡Se ha rebelado contra nosotros! ¡Sus padres están indignados con él! Pero no podemos hacer nada. ¡Dependemos económicamente de ese ingrato! ¡Está loco!
                              Lord Ford echaba en falta tener a mano su botella de whisky. Hablar con su esposa le provocaba dolor de cabeza. La vizcondesa, en su juventud, había sido una mujer terriblemente ambiciosa. Pero se arrepentía de haberse casado con aquel inútil.
-Podemos buscarle una esposa-sugirió el vizconde.
                            Era una idea malísima. Gerard no tenía título que heredar.
                            Los vizcondes tenían dos hijos varones. Sus herederos serían ellos. Gerard no aspiraba a heredar nada.
                           No podían hacer nada con él. Intentarían hacerle entrar en razón.

lunes, 7 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela "Una pareja enamorada".
La relación entre Gerard y Susan está a punto de experimentar un giro radical.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó Gerard a Susan.
-Veo que no soy la única que está dando un paseo a medianoche-respondió la joven.
-Estamos en un lugar tranquilo. Pero no deja de haber peligro.
-No estamos en Londres. Nunca he estado allí. Cassie dice que es una ciudad enorme. La describe como un lugar abarrotado de gente. Feo...Ruidoso...
-Tu amiga tiene razón.
-Quería verte.
-Susie...
                                 Era la primera vez que Gerard llamaba así a Susan.
                                 La joven se sintió turbada. Se había puesto un vestido de color grisáceo encima del camisón.
                                 Gerard besó con ternura a Susan en los labios.
                                 Todo lo que sentía por aquella joven era demasiado intenso como para describirlo con palabras. Susan se había colado en su corazón sin darse apenas cuenta. La sintió temblar. Era la primera vez que se encontraban a solas en mitad de la noche. Gerard había salido a dar un paseo porque era incapaz de conciliar el sueño. Sus tíos insistían en que debía de alejarse de Susan. Y él quería luchar por estar a su lado.
                                Tuvo la sensación de estar ante una ninfa. Llevaba suelto su largo cabello oscuro.
                                Le acarició con la mano el cabello suelto.
                                De pronto, se le secó la garganta. Su corazón latía con furia dentro de su pecho.
                                Los dos iban descalzos. Susan sintió el frescor de la hierba bajo sus pies.
-Debería de irme a casa-comentó.
-Tienes razón-corroboró Gerard.
                                 Pero Susan no se movió. Había algo en la mirada de Gerard que la retenía a su lado. No quería moverse.
-Estás temblando-observó Gerard con la voz ronca.
-Hace un poco de frío-murmuró Susan.
                               Casi no le salía la voz de la garganta. Estaba muy nerviosa.
                               Vete, le susurró una vocecita que salía del interior de su cabeza.
-Le he contado a Cassie lo nuestro-añadió Susan, alzando la voz un poco-No lo entiende. Por lo menos, no le contará nada a mi madre. Yo espero que lo entienda.
-Iré a hablar con ella todas las veces que sea necesario-le aseguró Gerard.
-¡No lo hagas!
                                 Susan sintió cómo el miedo se apoderaba de ella. Pero no sentía miedo alguno de Gerard. Sentía miedo de sí misma. De los pensamientos que pasaron por su cabeza en aquel instante.
                                Se encontraban solos. Nadie podía verles.
                                Se habían encontrado entre la espesura de los árboles que crecen en la isla.
                                Empezaron a besarse de manera apasionada. Y, de pronto, mientras caían al suelo, fueron incapaces de dejar de besarse.



                               De pronto, la ropa que llevaba puesta Gerard desapareció. Y tanto el vestido como el camisón que llevaba puestos Susan también desaparecieron.
                                Susan no era capaz de apartar a Gerard. Y él tampoco quería apartarse.
                                No podía dejar de besarla. No quería dejar de besar aquellos deliciosos labios. No podía dejar de besar su cuello esbelto. No podía dejar de besar uno de sus pechos. No fue capaz de pensar en nada mientras recorría con sus labios el vientre liso de Susan.

domingo, 6 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Hoy, seguimos con otro fragmento de Una pareja enamorada. 
Seguimos centrados en la figura de la muy confundida Susan.
Veamos lo que ocurre.

                               Cassandra invitó a Susan, a la noche siguiente, a dormir en su casa. En aquellos momentos, la joven necesitaba estar más cerca que nunca de su mejor amiga.
                              Después de cenar, Cassandra y Susan se retiraron a la habitación de la primera. Cassandra no paraba de hablar.
                              Partiría en cuestión de semanas con destino al convento. Susan pensó en que era imposible hacerla cambiar de idea.
-Sólo puedo decirte que espero que no te hayas equivocado-afirmó cuando cerró la puerta.
                               Cassandra esbozó una sonrisa trémula. Susan pensó que su amiga tenía muchas dudas sobre la decisión que había tomado. Le parecía una locura.
                                Cassandra se sentó en la cama con gesto cansado. Empezó a hablar de sir Kurt. Era evidente que todavía seguía enamorada de aquel hombre. Después de muerto, sir Kurt seguía muy presente en su vida. Ocupaba todos sus pensamientos.
                                 Soñaba con la noche en la que estuvo entre sus brazos.
                                Susan se acercó a la ventana. La habitación se iluminó cuando Cassandra encendió la luz que había en su mesilla de noche, procedente de una lámpara de aceite.
-Sigues enamorada de ese hombre-observó Susan.
-¡Eso no es verdad!-mintió Cassandra, alterada.
-No me mientas, Cassie.
                                  Susan se dio la vuelta. Contempló el rostro enrojecido de su mejor amiga. Sus ojos estaban brillantes. Cassandra estaba a punto de echarse a llorar.
                                Maldecia a sir Kurt por estar tan presente en su vida. Le odiaba por la forma en la que había muerto. Pero no podía sacárselo del corazón. Seguía enamorada de él a pesar de todo.
-Sigues enamorada de sir Kurt-añadió Susan-Y yo estoy enamorada de Gerard Welles. Un hombre que me respeta.
-¡Ten cuidado, Susie!-le advirtió Cassandra.
-Sé bien lo que me vas a decir.
-No seguí el consejo que me diste, pero tú deberías de hacerme caso, amiga. Ese hombre sólo puede traerte cosas malas. ¡Hazme caso!
                                Susan no bufó porque recordó que las damas no bufan.
-Gerard Welles ha sido muy sincero conmigo-admitió.
                                 Cassandra negó moviendo la cabeza. En su mente, no existían los hombres sinceros.
                                 Todos los hombres eran unos mentirosos. Lady Kate estaba en aquel sitio por haber confiado en la palabra de un mal hombre. ¿Acaso se había olvidado de Lucien?
-No sabemos quién abandonó a Lucien-le recordó Susan a Cassandra-Me duele aún pensar en él. ¡Era mi hermano!
-No hace falta ser un genio para saber lo que ocurrió-le espetó su amiga-Una joven que fue seducida por un canalla abandona al hijo que le engendró nada más nacer.
-Lucien, por desgracia, ya no está entre nosotros. Puedo confiar en Gerard.
-¿Gerard? ¿Te has vuelto loca? ¡Lo estás tuteando!
                           Cassandra estaba levantando la voz. Se dijo así misma que debía de guardar la compostura. No podía juzgar a Susan. No juzgues, pensó. Y no serás juzgada.
                            Susan se acercó lentamente a ella.
                            No podía contar con el apoyo de Cassandra. Pero, al menos, conocía la verdad. Sabía que estaba enamorada de Gerard.
-No sé cómo terminará esta relación-admitió Susan-Tengo mucho miedo de que Gerard se aproveche de mí. Pero no puedo vivir asustada toda la vida.
                            Cassandra alzó la vista para mirar a Susan. Sabía, en su fuero interno, que su amiga tenía razón.
-Rezaré por ti para que Dios te guíe-afirmó.

 

-¿Y qué me dices de ti?-le preguntó Susan.
-Dios ha decidido el Camino que me tiene reservado. Ingresaré en el convento. Trataré de ser una buena sierva de Él. Me perdonará por el pecado que cometí.
-Sólo te enamoraste de un mal hombre, Cassie.
-No importa ya eso. Piensa en tu propia seguridad, Susie.

sábado, 5 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos. 
Aquí os traigo un nuevo fragmento fragmento de Una pareja enamorada. 
Veamos cómo Susan se enfrenta a sus propios demonios. 

                                   Esto es lo que uno siente cuando se ha enamorado, pensó Susan. Tu corazón late más deprisa. 
                                    Disfruto cuando Gerard me besa. Quiero que me abrace con fuerza. 
                                    Me he enamorado de él. ¡Lo amo! No sé cómo ha ocurrido. 
                                    Susan estaba levantada aquella noche. Llevaba puesto su camisón de dormir de color blanco. Caminaba de un lado a otro de su habitación descalza. Sin embargo, casi no sentía el frío suelo en la planta de sus pies. Llevaba su cabello suelto y mechones de pelo se le iban a la cara. 
                                  Era ya de madrugada. Susan era incapaz de conciliar el sueño. Tenía que contarle a alguien que se estaba viendo a escondidas con Gerard. Contempló el jergón que había a su lado. Su amiga Cassandra se había quedado a dormir en su casa. Durante unos instantes, le asaltó la idea de despertarla. 
-Cassie...-la llamó en voz baja. 
                                   Cassandra estaba profundamente dormida. 
                                  Susan conocía demasiado bien la reacción que tendría si le contaba que se estaba viendo a escondidas con Gerard. 
                                 Cassandra se movió en sueños. Sus padres adoptivos ya estaban al tanto de su decisión de ingresar en un convento. El matrimonio Baker no se lo terminaba de creer. No habían podido tener hijos propios. 
                                Tenían todas sus esperanzas puestas en Cassandra. Cuando la joven viajó a Londres para tener su puesta de largo, ambos imaginaron que acabaría encontrando un marido rico y poderoso. Se casaría con él. Tendrían muchísimos hijos. Pero no había ocurrido nada de eso. 
                               Susan se puso de rodillas en el suelo junto al camastro donde yacía Cassandra. Pensó que su mejor amiga no lo entendería. Cassandra le había dicho que Gerard podía ser un demonio que había adoptado la apariencia de un ángel. 
-Tengo que decirte una cosa-añadió Susan-Despierta. 
                              Pero Cassandra se limitó a darse la vuelta para quedarse de espaldas a Susan. La joven lo agradeció. No sabía cómo abordar aquel tema ni con Cassandra. Ni con su madre...
                             Susan estaba asustada. Gerard había hecho aflorar su lado más vulnerable. 
                             La hacía sentirse cómoda cuando estaba con él. Eso es peligroso, pensó Susan, asustada. 

viernes, 4 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos. 
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Veamos cómo avanza la relación entre Gerard y Susan. 

                                   Los días transcurrieron con relativa calma.
                                   Con la ayuda de Jeremiah, Gerard se escabullía de casa. Sus tíos seguían apalancados allí. No parecían querer irse. Sospechaban que estaba ocurriendo algo entre Susan y él. Veían a su sobrino más contento. Más alegre...
-Intenta hablar con tus tíos, querido-le sugirió la esposa de Jeremiah.
                                   Gerard estaba en el recibidor, poniéndose su chaqueta para salir.
-Es inútil intentar hablar con ellos-replicó.
-Es verdad que no parecen personas razonables-tuvo que reconocer la mujer de Jeremiah-Pero son tu familia y te quieren.
-Dudo mucho que me quieran.
                                  Susan no podía creerse lo que estaba haciendo.
                                  Se estaba viendo a hurtadillas con Gerard. ¡Se estaba comportando como una ramera! Para no ser vistos, se subían a las ramas de los árboles.
                                  Susan ponía mil excusas para salir de casa. Lady Kate quería averiguar dónde se metía su hija. La criada llegó a decirle que, cuando salía, parecía que Susan se había evaporado en el aire.
                                  Cuando se lo contó, la criada estaba arrodillada en el suelo del saloncito. Lo estaba fregando. Mientras, lady Kate se había sentado en su sillón favorito. Se puso a tejer un chal para regalárselo a Susan.
-Eso no es cierto-sonrió la mujer-Las personas no desaparecen así sin más.
-Se lo digo de verdad, milady-insistió la criada-Miss Susan desaparece cuando sale de casa. ¡Se lo juro!
                              Lady Kate se quedó pensativa. Empezó a sentir miedo por su hija.
                              Lord Ford y lady Ford interrogaban a su sobrino acerca de adónde iba. Gerard no quería contarles nada.
                              Susan no le contó nada a Cassandra. Sabía que su amiga no lo entendería. Le diría que Gerard era un demonio. Que estaba tentándola.
                               Susan luchaba contra sus propios demonios. Intentaba no comparar mentalmente a Gerard con sir Kurt. O con el padre que la abandonó cuando supo que iba a nacer. O con el hombre que deshonró a la verdadera madre de Lucien. Ni siquiera le había hablado aún de Lucien a Gerard.
                             En uno de aquellos encuentros, decidió que había llegado el momento. Se subieron a la rama más alta de uno de los árboles más altos que hay en la isla. Las hojas lo cubrían todo. Les tapaba.
                              Era como estar escondidos. Susan se sentía cómoda así.



-Hay algo que no te he contado todavía-atacó-Me siento rara tuteándote. Pero, al mismo tiempo, me siento más cómoda.
-¿De qué se trata?-se interesó Gerard.
-Cuando yo tenía seis años, mi hermano murió. En realidad, no era mi hermano. Era un bebé que encontré abandonado a la orilla del río. Me lo llevé a mi casa.
-No sabía que tuvieras un hermano. Me has contado que murió.
-Tenía once meses. Enfermó. Yo pensaba que acabaría curándose. Pero...
                                 La voz de Susan se quebró. No quería hablar con nadie de Lucien porque sabía que acabaría derrumbándose. Luchó por contener las lágrimas que asomaron a sus ojos. Lágrimas que amenazaban son salirse de sus ojos.
                                  Gerard alzó la mano y acarició con ella la mejilla de Susan.
-Nunca supe quién fue su verdadera madre-añadió la joven-Siempre he pensado que le ocurrió lo mismo que le ocurrió a mi madre. Se dejó llevar por un hombre. La sedujo. Cayó en sus brazos. Hizo con ella lo que quiso. Y...Cuando supo que iba a tener un hijo suyo, la abandonó.
                              Gerard pensó que Susan tenía motivos más que suficientes como para odiar a todo el género masculino. Aún siendo hombre, Gerard sintió un verdadero asco hacia sus congéneres. Tenía la sensación de que podían hacer lo que les daba la gana. Que podían salir impunes.
-Piensas que un hombre sólo puede hacer eso-observó Gerard-Deshonrar a una mujer. Y abandonarla a su suerte.
-Ocurrió con mi madre-enumeró Susan-Le ocurrió también a Cassie.
                               Su voz sonó dura. Pero, al mismo tiempo, estaba rota de dolor. Y Gerard sintió que entendía mejor que nunca a Susan. Ahora, había descubierto toda la verdad sobre ella. Sabía el porqué le tenía tanta rabia. No le estaba viendo como persona. Le estaba viendo como hombre.
                                  La abrazó, deseando poder protegerla de todo lo malo que hay en el mundo.
-Nunca te dejaré-le prometió-Siempre vamos a estar juntos.
-Tus tíos no aprueban que estés conmigo-le recordó Susan.
-Mis tíos no me importan. Sólo me importas tú. Ellos ya tienen sus vidas resueltas. Yo les ayudaré, pero no les haré el menor caso.
-Te quieren.
-Quieren el dinero que les envío todos los meses.
-Eres muy malpensado.
-Mira. En eso...Nos parecemos bastante. ¿No crees?
                            Susan se echó a reír. Era la primera vez en mucho tiempo que reía. Y Gerard...Se quedó maravillado. Aquella risa...Era el sonido más bonito que jamás había escuchado.
                           El beso en el que se fundieron ambos fue un beso largo y apasionado.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos. 
Tras el pequeño paréntesis de ayer, aquí regreso con un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Veamos qué ocurre entre Gerard y Susan. 

                                Gerard tardó una semana más en poder escapar del control de sus tíos. 
                                Salió por la puerta de la cocina. 
                                Lo que más necesitaba en aquellos momentos era alejarse de lord Ford y de lady Ford. Necesitaba respirar aire puro. Necesitaba no pensar en nada. Le dolía la cabeza de tener que aguantarles. 
                                 Empezó a caminar. La isla era un lugar muy pequeño. 
                                 No le importaba estar dando vueltas y más vueltas. Se sentía tentado a ir a la casa de las Cole. Necesitaba ver a Susan. Sin embargo, tenía la sensación de que, si insistía, ella se asustaría. Huiría aún más de él. De pronto, la vio. 
                                 Estaba de pie, con la espalda apoyada contra el tronco de un árbol y una expresión cansada en su rostro. 
                                  Gerard se acercó a ella. 
-¡Aléjese!-le rogó Susan-No tengo nada que hablar con usted. 
-No puedo irme-replicó Gerard. 
-Todo esto ha sido un error. 
-Yo creo que conocerte ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. 
-No está hablando en serio. ¡Quiere seducirme! ¡Quiere hundirme en el fango! ¡Piensa que soy una cualquiera! 
                                Gerard le cogió la mano con dulzura. 
-Quédate-le pidió con voz suplicante. 
-¿Qué es lo que quiere de mí?-le preguntó Susan. 
                                Su voz sonó dolorida. 
-Quiero que me des una oportunidad-respondió Gerard-Quiero que me dejes demostrarte que puedo hacerte feliz. 
-¡Mientes!-le acusó Susan. 
-Mis tíos han venido aquí. Son los vizcondes de Ford. Mi familia está en la ruina. Gracias a mi trabajo, mi padre y mi tío no han terminado presos en la cárcel de Newgate. Tenemos muchas deudas. 
-¿Por qué me lo cuenta?
-Porque quiero que lo sepas todo sobre mí. Les escribí una carta. A mi familia...Les hablé de ti. Les dije que te quería. Que quiero casarme contigo. Fui sincero en esa carta. Pero ellos se volvieron locos. Se creen con derecho a juzgar a los demás. No saben que sus amigos se burlan de sus desgracias. Yo no soy como ello. Ni soy como tu padre. Ni soy como sir Kurt. Lo único que quiero es que me creas, Susan. Dame una oportunidad. 
                               Los ojos de Susan se llenaron de lágrimas. 
                               No terminaba de creerse lo que estaba escuchando. Había oído algunos rumores acerca del origen aristocrático de Gerard. Ella también pertenecía a la aristocracia. Los Cole seguían siendo una de las familias más ricas del país. Pero ella no podía disfrutar de aquellos privilegios por ser una bastarda. 
                                Los Welles estaban en la runa. Gerard no era como su familia. 
                                Le estaba hablando con el corazón. Susan ya no escuchó los trinos de los pájaros que estaban posados en las ramas de los numerosos árboles que hay en la isla. Estaban los dos solos. 
                                Trató de recordar el consejo que le había dado Cassandra. No pudo pensar en nada. Sólo podía pensar en la confesión que le había hecho Gerard. En su sinceridad...
                                 Aquel joven estaba siendo honesto con ella. 
-Dame tiempo-le pidió. 
                                 Sólo podía darle eso: tiempo. Más tiempo...
                                Y Gerard estaba dispuesto a concederle más tiempo. Todo el tiempo del mundo si eso era lo que Susan quería. 
                                 Ella le sonrió con timidez. Era la primera vez que le sonreía y aquella sonrisa iluminó su rostro, siempre serio. 
                               Se apartó del tronco del árbol, se acercó aún más a Gerard y le dio un beso suave en los labios. 



-Demuéstrame que no eres como los demás hombres-le pidió, atreviéndose a tutearle.
-Te lo demostraré-le prometió Gerard.
-Cumple tu palabra. Y estaré satisfecha. Un hombre puede llevar a una mujer a la ruina. Le ocurrió a mi madre. Le ocurrió a Cassie. No quiero que me pase a mí también. Y también llevó a la ruina a alguien que conocí una vez. Aunque...
-Si no me lo quieres contar, no lo hagas. Te entiendo.

martes, 1 de septiembre de 2015

UNA FRASE DE JAUME CELA

Hola a todos.
He decidido hacer un pequeño alto en mi blog novela "Una brisa suave", pero es un alto muy breve.
Navegando por Internet, he encontrado esta frase de Jaume Cela.
Jaume Cela es un conocido escritor de novela juvenil e infantil barcelonés que es, además, un destacado profesor y pedagogo. Forma parte de la Federación de Movimiento de Renovación Pedagógica. Además, colabora en distintas revistas pedagógicas.
Ésta es la frase que os dejo que invita a la reflexión acerca de la relación entre alumno y profesor. Una relación en la que debería de ser el alumno el que absorba los conocimientos que le brinda el maestro, pero que, por desgracia, hay casos que la cubren de tintes oscuros.

"Jamás me cansaré de repetirlo: el primer deber de los maestros es amar a sus alumnos y alumnas".

Dicho por Jaume Cela hace algún tiempo.