viernes, 7 de agosto de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Hoy, seguimos viendo cómo avanza la relación entre Gerard y Susan.
¡Veamos qué ocurre entre nuestros tortolitos!

-Esto es una imprudencia-afirmó Susan.
-Yo diría que es un simple paseo-replicó Gerard.
-He cometido una locura al encontrarme con usted.
                          Gerard había ido a buscarla a su casa.
                          Eran las tres de la tarde. Lady Kate se había retirado a su habitación a dormir la siesta, tal y como solía hacer después de comer.
                          Gerard quería hablar con Susan. No le especificó lo que le quería contar.
                          Le dijo que se lo contaría si aceptaba dar un paseo con él. Susan aceptó.
                          Ya estaba dando el dichoso paseo por la isla con Gerard. Sin embargo, el joven no le había dicho lo que quería contarle.
-¿Acaso me ha engañado?-casi gritó Susan, indignada-¡Me ha sacado de mi casa a la fuerza!
-Usted ha venido conmigo porque ha querido-contestó Gerard-Yo no suelo obligar a nadie a que me haga compañía.
-¡Me ha mentido!
-No entiendo el porqué está así conmigo, miss Cole. Su padre era un hijo de puta. Y no voy a disculparme. Es la verdad. Pero le aseguro que no tengo nada que ver con él.
                             Se detuvieron de golpe. Susan tuvo que reconocer algo que sabía desde hacía mucho tiempo.
-No estoy acostumbrada a tratar con la gente-admitió-No tengo apenas amigas. Siempre he sentido el rechazo de los demás.
-Pero usted no tiene la culpa-le recordó Gerard-Su madre tampoco tiene la culpa. Un cabrón apareció en su vida.
-Habla demasiado claro. Eso puede ser perjudicial. ¿No le parece?
-Digo las cosas tal y como las siento. Miss Cole, usted es una mujer extraordinaria. ¿No lo ha pensado bien? Merece ser feliz. Darse así misma la oportunidad de ser amada.
-¿Y quién podría enamorarse de mí?
                             Volvieron a caminar. Gerard sintió una dolorosa presión dentro de su pecho. Contempló con anhelo a Susan.
                             Desde que la vio por primera vez, no podía sacársela de la cabeza. Sabía que su familia se opondría a aquella relación.
                             Gerard era el dueño de la situación. Era mayor de edad. Su familia no podía quitarle asignación alguna. Todo lo contrario...
                             Estaban en la ruina. Vivían de la mitad de su sueldo.
-Yo podría ser ese hombre-se sorprendió Gerard-Yo la amo, miss Cole.
                             Las palabras brotaron sin control de su garganta. Salieron por su boca de una manera casi impulsiva.
                            Se detuvieron de nuevo. Gerard no se arrepintió de lo que había confesado. Estaba enamorado de Susan Cole. Era la mujer con la que llevaba soñando toda su vida. Una mujer en la que podía apoyarse. Una mujer honesta...
                            Susan le miró atónita.
-Debe de estar gastándome una broma-sonrió de forma trémula la joven.

    

-No le estoy gastando ninguna broma-le aseguró Gerard-Le estoy diciendo la verdad.
                           Susan dejó de escuchar el sonido de los pájaros que trinaban posados en las ramas de los árboles. Dejó de escuchar el sonido del río Támesis a su paso por la isla.
                          Sólo fue consciente de que su corazón latía a gran velocidad. La cabeza empezó a darle vueltas.
                          Y fue consciente de cómo sus brazos rodeaban el cuello de Gerard cuando éste se inclinó sobre ella y la besó con tanta intensidad que Susan pensó que acabaría desmayándose.
                           Lo que estaba ocurriendo era real.

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