sábado, 11 de julio de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Vamos a seguir centrándonos en la figura de Susan.
¡Veamos qué le ocurre!

                                   Susan vestía a la moda.
                                   A escondidas de su madre, estaba suscrita a revistas como el Ladies' Journal. Escondía aquellas revistas en el arcón que había en su habitación.
                                  Cuando se quedaba sola, las leía. Las releía. Quería aprenderse de memoria cómo lucían los vestidos las jóvenes que eran presentadas en sociedad en Londres. Quería recrear la vista en los peinados que aparecían en aquellas revistas. Peinados que Susan intentaba hacerse ella sola, pero que le salían mal. Por lo menos, podía decirse que vestía a la moda.
                               Había una modista en la isla. Susan le llevaba un ejemplar de la revista abierto por el dibujo de un vestido que había llamado su atención.
                               Ante su madre, intentaba fingir que aquellos detalles no le importaban. Sin embargo, Kate conocía demasiado bien a su hija. Susan era invitada a tomar el té en varias ocasiones.
                              Asistía a aquellas reuniones un tanto obligada por su madre. Pero, cuando regresaba a casa, Susan le contaba hasta el último detalle de lo que se había hablado allí.
                             Incluso, le contaba cómo estaba el té que había tomado.
                             Susan se desahogaba con su diario. Como muchas jóvenes, llevaba un diario.
                             Hacía anotaciones diarias en él. Se permitía el lujo de poder manifestar lo que sentía. En las últimas semanas, sólo había hecho anotaciones relacionadas con Gerard. Aquel joven que parecía divertirse acosándola.
                            Las pocas criadas que tenían parecían hablar de aquel joven mientras fregaban de rodillas el suelo. Susan las escuchaba.
                           En ocasiones, fantaseaba con la idea de abandonar la isla. Poseía una esmerada educación. Si quería, podía seguir un magnífico empleo como institutriz.
                          Sólo la detenía su madre. No podía dejarla sola.
                         Recordaba el baile en el que volvió a ver a Gerard. Seguía empeñado en hacerle la corte. ¿Acaso pretendía seguir jugando con ella? Susan no iba a cometer el mismo error que cometió Kate.
                           Ningún hombre se aprovecharía de ella. Era una promesa.
                          Intentaría evitar a Gerard en la medida de lo posible. Cierto era que vivían en una isla muy pequeña.
                           Si le veía acercarse cuando salía a dar un paseo, Susan se subía a la rama más alta de algún árbol. Era algo ridículo, reflexionaba mientras permanecía allí sentada. Pero las hojas ocultaban su cara.
                         Susan quería casarse, pero era consciente de que eso jamás ocurriría. De nada servía perder el tiempo con sueños inútiles. Debía de ser más práctica. Sin embargo, en el fondo, era una joven llena de ilusiones.

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