martes, 30 de junio de 2015

CALOR

Hola a todos.
La entrada de hoy no tiene nada que ver con la blog novela. De hecho, ignoro cuando voy a seguir subiendo más fragmentos. Me he hecho el firme propósito de terminarla. Es algo que quiero cumplir a rajatabla. El problema es que tengo demasiadas historias en el tintero. Muchas historias sin terminar, por desgracia.
Me lo estoy tomando poco a poco. Con calma...
La entrada de hoy tiene que ver con el calor.
No es una reflexión. Es que quiero compartir con vosotros esta imagen que he encontrado navegando por Internet.
Yo prefiero más el Invierno. No me gusta derretirme en verano.
Lo digo de corazón.
Pero esto es lo que hay. Si las temperaturas siguen subiendo año tras año como está ocurriendo. Mal camino llevamos. No soy pájaro de mal agüero. Sólo estoy siendo realista.
¡Hasta en el Norte! En el Norte de nuestro país...¡Rebasan ya los 38ºC!
Con eso lo digo todo.



Gatos y perros se juntan para huir del calor.

sábado, 20 de junio de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Veamos lo que va a ocurrir entre Gerard y Susan porque la relación entre ellos empieza.

                                 Susan poseía un largo de cabello de color oscuro de forma natural. Su piel era blanca como la leche, pero sus mejillas eran sonrosadas. Era imposible no admirar la belleza de sus facciones clásicas.
                                Varias veces más, Susan tuvo que encontrarse con Gerard. En concreto, se vieron en tres ocasiones.
                                 Y, en aquellas tres ocasiones, Gerard besó su mano.
                                 Susan estaba escandalizada. Pensaba que Gerard era un sinvergüenza. Creía que todos los hombres eran iguales al hombre que sedujo a su madre y la abandonó dejándola a ella en sus entrañas.
                                 Susan imaginaba que Gerard sabía quién era ella. Por ese motivo, estaba intentando seducirla.
                                 Cada vez que se veían, la forma en la que Susan le trataba rozaba la grosería. Se marchaba de su lado sin despedirse. Gerard tenía mucha paciencia con ella.
                                Estaba empezando a sentir algo muy fuerte por Susan. Podía estar enamorándose de ella. Se detuvo en aquel pensamiento. Estaba ya enamorado de ella. No sabía en qué momento había ocurrido. Pero se sentía el hombre más feliz del mundo cuando Susan le despreciaba. Cuando le miraba con cara de asco.
                                Una tarde, para sorpresa de Susan, la criada le informó que un joven caballero había ido a verla. No era ni más ni menos que Gerard.
                                 El joven besó la mano de Susan a modo de saludo.
                                 Era la hora del té. La joven tuvo que invitar a Gerard a tomar el té con ella.
                                 Tomaron el té en el salón, sentados en el sofá. Gerard echó unas gotitas de leche a su taza de té. Lo removió. Bebió un sorbo.
-¿Qué está haciendo aquí?-le preguntó casi increpándole Susan-Mi madre no está. Adivino lo que está pensando. Y permítame que le diga que está equivocado.
-Sólo he venido a verla-respondió Gerard con humildad.
-Piensa que soy una ramera. ¿No es eso?
                                  Susan bebió un sorbo de su taza de té.
                                 Le temblaba la mano.
-Nunca he pensado nada semejante de usted-le aseguró Gerard.
                                   Le estaba diciendo la verdad. Susan era para él más respetable que muchas de las damas que había conocido en Londres.
                                Sus intenciones hacia ella eran más que honorables. Deseaba cortejarla. Susan no tenía la culpa de sus orígenes. No tenía la culpa de ser la hija de un canalla que había decidido huir antes que ocuparse de ella.
                               A lo mejor, ha salido ganando sin conocer a su  padre, pensó Gerard. En ocasiones, deseaba no tener padre.
-Su madre ha hecho un buen trabajo con usted-añadió Gerard-La ha convertido en una joven prudente y sensata. Pero quiero que no me vea como alguien hostil a usted. ¡Estoy de su lado!
                               Susan no suavizó la mirada fría que le dirigió a Gerard. Aquel joven le hacía sentir cosas que nunca antes había sentido. ¡Por ese motivo, era tan peligroso! Le hacía desear tener algo que no podía tener.
-Sabe quién soy y me dice que soy una dama-le espetó Susan-¡No le creo! ¡Pienso que es un mentiroso! Le ruego que no me moleste más.
-Esperaré a que venga su madre y le pediré permiso para cortejarla, señorita-decidió Gerard.
                             El corazón de Susan comenzó a latir a gran velocidad. Pensó que aquel joven se había vuelto loco. Debía de irse cuanto antes de su casa. Apuró su taza de té.
                             Trató de obligar a Gerard a levantarse. El joven la miró con extrañeza. No entendía el porqué del comportamiento de Susan.
                              No...Sí lo entendía.
                              El problema era que Gerard era bastante más fuerte y más alto que Susan. No quería levantarse del sofá. No quería irse. Quería quedarse al lado de Susan.
                             En un momento dado, sin poderlo evitar, la joven perdió el equilibrio. Cayó encima de Gerard.
                             Movido por un impulso, el joven posó sus labios sobre los labios de Susan y logró robarle un beso cargado de ternura.

domingo, 14 de junio de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Hacía tiempo que no me pasaba por este blog.
Aquí os dejo una nueva escena de Una pareja enamorada. 
Es un fragmento muy cortito. No sé cuándo volveré a hacer otra entrada aquí. De momento, empieza lo bueno.
Gerard comienza la conquista de Susan.

                                  Empezó a sentir el deseo de comprarse vestidos más bonitos. De pronto, a Susan le invadió el deseo de vestir como se vestían las damas londinenses.
                                  Gerard decidió que valía la pena arriesgarse por amor. Empezó a escribirle cartas de amor a Susan. Todas las semanas, le enviaba un ramo de rosas rojas. La criada parecía estar más ilusionada con aquel cortejo que la propia Susan. La joven no quería comentárselo a su madre.
-Su madre está empezando a sospechar que tiene un pretendiente, señorita-le advirtió la criada-No es tonta. Recibe muchos ramos de flores.
                            Estaban en el salón. Un nuevo ramo de rosas rojas había llegado no hacía ni un cuarto de hora. La criada metió las rosas dentro de un jarrón lleno de agua.
-No quiero preocuparla-afirmó Susan.
-No es tan malo que un hombre se haya fijado en usted, señorita-le aseguró la criada-Usted es muy hermosa. Es normal que tenga pretendientes.
-¡Ni siquiera sé la clase de hombre que es! No creo que sea decente. Un caballero nunca se fijaría en una bastarda como yo.
-¿Quién le ha dicho usted eso, señorita?
-Lo sé. Los caballeros se casan con damas de intachable moral. Por desgracia, yo ni siquiera tengo un apellido.
                                 Susan guardaba las cartas en lo más profundo del cajón primero de su mesilla de noche. Le gustaba releerlas cuando estaba sola. Pero no quería hacerse ilusiones.
                                 De noche, Gerard era incapaz de conciliar el sueño. La cara de Susan le asaltaba la mente.
                                 Lo que sentía por aquella joven era tan intenso que le cortaba la respiración. Existe el amor a primera vista, reflexionó a solas.