miércoles, 13 de mayo de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Empezamos a meternos de lleno en materia.

                                     En el pueblo se sabía que Kate no era viuda, como ella había dicho nada más llegar. Incluso, su hija Susan sospechaba que su padre estaba vivo en algún lugar del mundo. Sin embargo, decidía creer la versión que daba su madre acerca de que estaba muerto.
                                    La historia de Kate era muy clásica y muy corriente. Un hombre apareció en su vida con promesas de matrimonio. La sedujo y la abandonó. Cuando se supo que estaba embarazada, su familia la desterró a aquella pequeña isla.
                                    Susan había oído que venía de buena familia. El hombre que la engendró era un auténtico crápula.
                                   Sin embargo, ella había crecido en aquella isla. No tenía la menor intención de casarse.
                                 Lo único que quería era pasarse la vida cuidando de su madre. Era lo menos que podía hacer por ella.
                               Kate había criado sola a su única hija. Su madre le enviaba una renta con la que iban tirando. Susan había recibido una esmerada educación porque una tía suya envió a una institutriz que le dio clases de piano. Si quería, podía ser presentada en sociedad en Londres. Pero la idea desagradaba a la joven. Prefería quedarse en aquella pequeña isla.
                               Aquella tarde, estaba sentada en una silla del saloncito de su casa.
                              Era muy buena bordando. Había bordado manteles que regalaba a sus vecinos. Pañuelos...Sábanas...
                               Estaba bordando una sábana con sus iniciales en punto de cruz.
-Creo que deberías de viajar a Londres-sugirió Kate.
                             Su hija la miró atónita. Una bastarda como ella jamás sería bien recibida en la alta sociedad, pensó. Ni siquiera poseía una dote elevada. Sería menospreciada por todo el mundo.
-¿Y qué hago yo en Londres, madre?-se rió Susan-Haría el ridículo.
-Eres una joven muy hermosa-contestó Kate.
-Pero también soy una bastarda.
-¡Susan! Tú...
-Madre, prefiero no hablar de ese tema. Pero las dos sabemos la verdad. Y es evidente que no sería bien recibida en ningún sitio.
-Podrías hacer una buena boda.
-¿Y qué hombre sensato querría casarse conmigo? Ningún caballero honorable me querría como esposa. Ésa es la realidad.

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