domingo, 27 de diciembre de 2015

UN MEME DE "MI PEQUEÑO PONY"

Hola a todos.
Aquí os traigo un meme de una serie que ha causado sensación.
Todos conocemos los populares ponys, de la empresa Hasbro.
Esos juguetes han sido adaptados a la televisión en varias series que han visto la luz desde la década de 1980 hasta nuestros días.
Pero ha sido ahora cuando la última adaptación a la pequeña pantalla de las aventuras de los populares ponys ha alcanzado una gran fama.
No es una serie que sólo ven las niñas pequeñas. Su sentido del humor y unos personajes carismáticos, con una personalidad bien marcada, la han convertido en una serie que ven hasta adultos.
Han causado sensación entre adultos y adolescentes que no la ven como una serie para niñas pequeñas y que se divierten con las peripecias de los simpáticos y ocurrentes habitantes de Equestria.
Aquí os dejo con el meme que he encontrado y que deseo que os guste.

sábado, 26 de diciembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Hoy, me he sentido con muchas gana de poder avanzar con esta historia.
No sé cuándo la terminaré ni cuándo volveré a retomarla.
De momento, aquí os dejo con un fragmento de mi blog novela "Una pareja enamorada".

-¿Piensan quedarse aquí mucho tiempo?-le preguntó Susan a su madre.
-Eso depende de ellas-respondió lady Kate.
-Mamá...No quiero parecer egoísta. Pero...
-Te sientes rara. Es normal.
-Conocía la existencia de mis primas. Si te soy sincera, he soñado con conocerlas. En saber cómo eran. Pero...Esto...
-Es distinto. Lo sé.
                     Susan y su madre habían salido a dar un paseo.
                    Susan había pasado toda la mañana fuera de casa. Decidió que lo mejor que podía hacer era ir a visitar a Cassandra. Al menos, podía contar con su mejor amiga.
                      Los Baker estaban intentando retrasar la partida de Cassandra al convento. La joven lo sabía. En su fuero interno, tenía muchas dudas al respecto. Susan lo sabía. Sin embargo, Cassandra creía que su vocación religiosa era real. Que quería ser realmente monja. ¿De verdad lo pensaba? Susan ya no sabía qué pensar.
                      Pasó toda la mañana hablando con Cassandra. Era como volver a cuando era más jovencita. No había primas en su casa. Y no estaba Gerard. Gerard...
                      Cassandra abrazó a Susan cuando ésta le comunicó que se iba. Se la veía triste.
-¿Cómo llevas tener a tus primas en casa?-le preguntó.
-Por lo menos, no estoy sola en el mundo-respondió Susan.
-Nunca has estado sola en el mundo.
-Sabes de sobra a lo que me refiero. Son mi familia. ¡Y no las conocía!
-Ella han dado el primer paso, Susie. Te toca a ti seguir. Conocerlas. Podéis llegar a ser como hermanas. Eres muy afortunada. ¡Lo digo en serio! Yo...
-No sigas hablando de tu familia. Te quieren. Y...
-Susie, el matrimonio Baker no es mi familia. Me criaron. Me dieron un apellido. Pero no compartimos lazos de sangre.
-Eso no significa nada.
-Lo he estado pensando mucho. Quiero conocer a mi verdadera madre. Me gustaría hacerle unas preguntas.
-¿Vas a dar el primer paso? ¿La vas a buscar?
-Lo tengo que pensar. No sé qué hacer. No quiero que nadie se enfade conmigo. ¡Estoy hecha un lío, Susie!
                 La aludida la besó en las mejillas.
                Tanto Danielle como Arianne como Gaelen besaban a Susan en las mejillas cuando se retiraban a dormir. Le daban un abrazo.
                  Parecían querer llevarse bien con ella.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Ya habéis visto como a Susan le ha aumentado la familia casi sin querer. De no conocer a su familia ha pasado a tener que convivir con tres primas desconocidas.
¿Lograrán llevarse bien?
¡Vamos a descubrirlo!

                               Transcurrió una semana desde la llegada de las primas desconocidas a la casa de las Cole.
                               La casa tenía tan sólo un cuarto de invitados que nunca se había usado.
                               Lady Kate tuvo que pedir prestados dos jergones a sus vecinos.
                               Susan no sabía qué pensar de sus primas.
                               Una tarde, se quedó a solas con las tres. Lady Kate había ido a visitar a una de las poquísimas amigas que tenía en la isla.
                               Las cuatro jóvenes dieron cuenta cada una de una taza de té que fue acompañado por unos pastelillos de frambuesa. Susan no dejaba de escrutar con la mirada a las tres jóvenes con las que estaba sentada a la mesa del comedor.
-¿Habéis estado en Bath?-preguntó, sintiéndose estúpida-Es que nunca he estado allí.
-Pues tía Kate tiene que dejar que vengas conmigo a Bath-respondió Arianne, entusiasmada.
-No creo que me deje ir.
-¡Te vas a divertir mucho! Apuesto a que nunca has visto un partido de cricket. ¿Verdad que no?
-No...
                               Arianne resultó ser la más agradable de las tres primas desconocidas. Intentaba ganarse por todos los medios la confianza de Susan. Danielle era la más tímida. Apenas articulaba palabra.
                              Y no sabía cómo definir a Gaelen. Podía parecer fría y distante en ocasiones.
                               Sin embargo, otras veces, era muy agradable. Susan se enteró de que las tres habían tenido sus puestas de largo. No quería sentir envidia de ellas.
-¿Por qué no vienes con nosotras a Londres?-se atrevió a ofrecerle Gaelen.
-Creo que no podría tener una puesta de largo-contestó Susan con pena.
-Porque tía Kate te tiene muy sobreprotegida-opinó Danielle-Debería de dejarte ir. Darte alas.
                           Gaelen miró a su hermana menor escandalizada. Habían protagonizado un sonoro escándalo al haber ido a aquella isla las tres solas. ¡Sin llevar consigo a su dama de compañía! Una joven de buena familia no podía salir sola a la calle. ¡Eso era imposible! Además, Susan no tenía una doncella.
-No deberías de decirle esas cosas-regañó a Danielle.
-Nosotras somos tres venerables solteronas-replicó la joven-Pero Susan está en la edad en la que debería de tener su presentación en sociedad. Puede que el año que viene sea demasiado tarde. ¿Qué edad tienes, prima?
                        Danielle miró a Susan para hacerle aquella pregunta.
-Tengo dieciocho años-respondió-Pero cumpliré diecinueve en mayo.
-¿Lo veis?-se jactó Danielle-Tenemos que prepararla.
                           Parecía estar muy satisfecha con su decisión. Decisión que fue aplaudida por Arianne. Susan se enteró de que sus primas ya tenían la edad suficiente como para estar casadas. Danielle tenía veinte años. Gaelen, en cambio, tenía veintitrés años.
                          Arianne era la mayor del trío. Tenía veintiocho años.
                          Un nudo se formó en la garganta de Susan. Su familia no sólo la componía su madre y el recuerdo del pequeño Lucien.
                          Aquellas tres jóvenes no querían unas desconocidas para ella. Eran sus primas.
                          También eran su familia.
-Mi mejor amiga, Cassandra Baker, fue presentada en sociedad-contó Susan, intentando disimular el temblor de su voz-La temporada social empieza en enero. ¡Ya estamos en enero! Yo no puedo ser presentada en sociedad. ¡Soy una bastarda! ¡Por eso, mi madre y yo vivimos aquí!
-Por eso, estamos aquí, prima-le confesó Arianne con dulzura-Nuestro abuelo cometió un terrible error al no ayudar a tía Kate. No vengó lo que le ocurrió. Éste no es tu lugar. O puede que sí. Pero, al menos, mereces la oportunidad de ser feliz. No digo que mereces formar parte de nuestra familia. ¡Eres nuestra familia! Y es injusto que tengas que vivir sufriendo por algo de lo que no tiene la culpa. ¡Se acabó, prima! Deja de pensar que estás sola en el mundo. ¡Nos tienes a nosotras! A Danny...A Gaelen...Y a mí...
                         Arianne abrazó con cariño a Susan. Le dio un beso en la mejilla.

jueves, 12 de noviembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Empiezan a aparecer miembros de la familia de Susan.
En este caso, en el fragmento de hoy de esta blog novela, aparecen tres primas de nuestra protagonista.
¿Qué es lo que querrán?

                                      La mente de Susan trabajó a gran velocidad en los días que siguieron. 
                             Sabía que su vida no volvería a ser la misma que había sido hasta aquel momento. Su madre sospechaba que algo raro le ocurría. En varias ocasiones, trató de hablar con ella. Sin embargo, Susan no sabía cómo contarle que estaba enamorada de Gerard. A lo mejor, lady Kate no lo entendía. 
                            Una tarde, una barca en la que viajaban tres mujeres elegantemente vestidas se acercó poco a poco a la isla. 
-Recordadme el porqué estamos haciendo esto-pidió la más joven de las mujeres. 
-Se tratan de nuestra tía y de nuestra prima-le recordó la mayor de las tres-Debemos de conocerlas. Estamos en nuestro derecho. 
-Nuestra tía cometió un pecado terrible. Está pagando un justo castigo por ello. ¡No vamos a empezar a compadecerla! 
-¡Por favor!-intervino la segunda mujer. Era la mediana de las tres-No empecéis a discutir. Vamos a tratar de hacer lo correcto. 
                         Lady Arianne Sheldon vio cómo se formaban pequeñas ondas en el agua. Las ondas la formaban los golpes del barquero. Se estaban acercando poco a poco a su destino. Y estaba muy nerviosa. 
-Además, la temporada social en Londres es muy aburrida-afirmó-Podemos preparar a nuestra prima para que haga su puesta de largo el año que viene. 
                           Iba acompañada por sus otras dos primas. Lady Gaelen y lady Danielle Sheldon eran hermanas. Las hermanas de lady Kate habían hecho buenos matrimonios. Una de ellas se había casado con el segundo hijo del conde de Becher. Tiempo después, la otra hermana contrajo matrimonio con el heredero del condado de Becher. 
                           La primera pareja eran los padres de Arianne. La segunda pareja eran los padres de Gaelen y de Danielle. Las tres jóvenes se habían convertido, a los ojos de las matronas, en tres venerables solteronas. 
                        Un rato después, aquellas tres mujeres se presentaron en la casa de lady Kate. Lady Arianne era la que más recuerdos conservaba de su tía. A la dama le costó trabajo reconocer a sus sobrinas. Habían cambiado mucho. 
                      Las tres iban completamente vestidas de negro. 
                      Susan estaba en el desván intentando poner en orden sus ideas. Le había dicho a su madre que iba a buscar telas para empezar a bordar un pañuelo. Había empezado a buscar las telas en un viejo arcón que guardaba su madre allí. Era donde guardaba los recuerdos de su vida anterior. 
                      De pronto, oyó voces. Procedían del salón. Susan decidió bajar a ver quién era. Su madre nunca recibía visitas. En un primer momento, pensó que se trataba de Cassandra. Se envaró. Su madre estaba hablando con tres mujeres. Ninguna de aquellas tres mujeres era su mejor amiga. No entendía lo que estaba pasando. Al entrar en el salón, vio a su madre sonreír de un modo desconocido para ella. 
                      Cogía con cariño las manos de una de aquellas tres mujeres. 
-Cariño, ven aquí-la invitó-Déjame que te  presente a tus primas. Son lady Arianne, lady Danielle y lady Gaelen Sheldon. 
-No nos apellidamos así-le recordó Susan. 
-Son las hijas de mis hermanas Belinda y Kathryn. Creo que te he hablado antes de ellas. 
                         Las tres mujeres se acercaron para abrazar a Susan. La besaron en las mejillas. 
                         La mayor de las tres, la tal lady Arianne, incluso, llegó a acariciar su mejilla con la mano. 
-Es una alegría poder conocerte, prima-afirmó lady Arianne. 
-Venimos a quedarnos una temporada con vosotras-anunció lady Danielle-Espero que no sea mucha molestia. 
-Pero...-balbuceó lady Kate, asombrada. 
-¡Sabía que no te opondrías, tía Kate!-palmoteó lady Gaelen. 
                        Susan estaba desconcertada. Aparecían de improviso tres desconocidas en su casa que decían ser sus primas. ¡Y pretendían quedarse allí a pasar una temporada! 
-Madre...-balbuceó Susan. 
-Puede que esté cometiendo un error-dijo lady Kate-Pero deseo que se queden. 
-¡Eres muy amable, tía Kate!-afirmó lady Arianne. 

martes, 20 de octubre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Hoy, seguimos con un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Ha empezado un nuevo año y la vida de Susan ha cambiado.

                             La mente de Susan parecía estar en otra parte.
                             Cassandra lo advirtió cuando fue a buscarla para ir a dar un paseo por la isla. Le había felicitado por la llegada del Año Nuevo. Cassandra pensaba en abandonar la isla para ingresar en el convento después de la Epifanía de los Reyes Magos. Pero su madre adoptiva había caído enferma. No era nada grave.
-Ahora, no me puedo ir-se lamentó Cassandra.
-Una madre es lo primero-le recordó Susan.
-Y ella es la única madre que conozco. De quién pudo ser la otra no tengo ni idea.
-¿Nunca has pensado en buscar a tu verdadera madre? Podrías hablar con ella y preguntarle el porqué te abandonó.
                            Cassandra se encogió de hombros. Lo cierto era que jamás había pensado en buscar a su madre.
                             Sin embargo, sentía curiosidad por saber cómo era. No había dado aquel paso porque no quería herir al matrimonio Baker. Lo habrían considerado como un gesto de desprecio hacia ellos.
                               Aquella mañana, el ánimo de Cassandra estaba por los suelos.
                              Sus padres habían recibido la visita de lady Janet Saint John. Cassandra odiaba con todas sus fuerzas a aquella mujer. Había sido la amante oficial de su adorado Kurt.
-Creía que lo habías olvidado-comentó Susan.
-Cuando la he visto hablando con mi madre, he pensado que me iba a volver loca-se sinceró Cassandra-¡Esa mujer me ha destrozado la vida!
-Tu Kurt no murió por ella. Ese hombre tenía miles de amantes. Lady Janet fue sólo una más en su vida.
                              Cassandra tenía el rostro contraído en un rictus de disgusto. Ver de nuevo a aquella mujer reforzó su deseo de ingresar en el convento.
                               Lady Janet había recibido de Kurt sus mejores besos. Sus caricias más sensuales que le podían brindar sus manos. Los abrazos más fervientes se los había dado a ella.
-Yo tuve que conformarme con las migajas-se lamentó Cassandra, con amargura-Pero...
-Nunca te amó-le recordó Susan.
                               El hablar con Cassandra de sus problemas permitía a Susan no pensar en el caos que era su vida. Desde que conoció a Gerard, todo se había vuelto del revés.
                              Había descubierto su lado más débil y vulnerable. Le había confesado todos sus secretos. Se había entregado a él de todas las maneras habidas y por haber. Sin embargo, la sombra de la duda seguía planeando sobre su cabeza. Después de todo, Gerard no dejaba de ser un hombre. Se habían convertido en amantes. Pero Gerard no tardaría en cansarse de ella.
                             Los ojos de Susan se llenaron de lágrimas. Seguía pensando lo peor de Gerard. Seguía sin poder confiar del todo en él.
                               Y aquel joven era muy distinto a la imagen que Susan tenía de los hombres. No era nada cínico. Era amable y atento con todo el mundo.
                              Había sufrido con su rechazo. Pero nunca había intentado imponer nada sobre ella.
                               La respetaba. Ante los ojos de Gerard, Susan era una dama.
                           Una dama que no había dudado en entregarse a los brazos de él la noche antes.
                           Que había disfrutado besándole y recibiendo los apasionados besos que él le dio. Que había disfrutado cuando las manos de él acariciaron su cuerpo.
-¡No me estás escuchando!-se exasperó Cassandra.
-Lo siento-se disculpó Susan, muy avergonzada-Estaba pensando en otra cosa.



-Espero que ese tal mister Welles no tenga nada que ver. ¡Y que no hayas vuelto a cometer la locura que cometiste cuando le besaste! Fue un error por tu parte, Susie. Ese hombre me da muy mala espina. Finge ser un caballero, pero no lo es. Hazme caso.
-Cassie, ¿has pensado que, a lo mejor, estás equivocada?
-Tiene cara de ángel, pero sus ojos son los ojos de un demonio. Conozco a los hombres mejor que tú. Sé bien de lo que te hablo. Susie, no le vuelvas a ver.
                        Es demasiado tarde, pensó la aludida con tristeza.

domingo, 18 de octubre de 2015

ESCENA ELIMINADA DE UNA DE MIS NOVELAS

Hola a todos.
Aquí os traigo una escena que eliminé de una de mis novelas. En concreto, la eliminé de mi novela Aquello que duele. 
Aquello que duele cuenta la historia de una joven estadounidense, Emma, que vive afincada en Inglaterra y que ha hecho realidad el sueño de cualquier joven al contraer matrimonio con un lord inglés. Pero el matrimonio acaba siendo un completo fracaso que Emma no quiere reconocer. En cambio, la prima de la joven, Arabella, acaba encontrando el amor gracias a un amigo de la infancia.
La acción transcurre en la década de 1950.
De ahí que aparezcan televisores en esta escena.

                                     Algunas noches, Emma y Alexander se sentaban en el sofá de la sala de estar. Encendían el televisor. Lo miraban en silencio. Veían cualquier programa que emitían. Programas de debates...Programas de humor...Ninguno se molestaba en acercarse al televisor para cambiar de canal.
                                   Alexander se reía con los programas de humor. A Emma no le hacían gracia.
-¡Mira!-le indicaba Alexander-¡No te pierdas esto! ¡Ja, ja! ¡Ja, ja! ¡Qué gracioso!
                                  Arabella estaba muchas noches con ellos en la sala de estar viendo la televisión. Se obligaba así misma a esbozar una sonrisa.
-Sí...-murmuraba Emma-Sí...-Hablaba con voz desganada-Muy gracioso...Ya lo veo. Sí...
-Pero...-se sorprendía Alexander-No te ríes. ¡Oh, Dios! ¡Oh! ¡Ja, ja, ja! ¡Ríete!
-No tiene ganas de reírse-intervenía Arabella-O se está riendo por dentro. Emma es muy comedida.
-No es verdad. Cuando conocí a tu prima, Belle, era todo lo contrario que debe de ser una mujer comedida. Hazme caso.



                               Emma guardaba silencio. No tenía ganas de sonreír. Una especie de amargura se había instalado en su corazón desde hacía algún tiempo.
                               Ni siquiera miraba a su marido a la cara. Quería seguir pensando en él como solía hacer.
                               Como el lord inglés que le había robado el corazón. No quería mirarle y descubrir al desconocido que era, en realidad.
                              Arabella advirtió lo que le ocurría a su prima.
                             Se lo comentó una tarde en la que ambas estaban en la biblioteca. Ya quedaban cada vez menos libros.
-Mi vida es un completo caos-se sinceró Emma.
-¿Estás hablando de tu matrimonio?-quiso saber Arabella.
-Estoy hablando de todo. La agencia se va al traste. Cada vez hay menos dinero. Y Alex...
-¿Acaso discutís?
-El problema es que nunca hablamos.

sábado, 17 de octubre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Tras unos días desaparecida por completo de este blog, he vuelto con ganas de seguir con la historia de Susan y de Gerard porque, sinceramente, se lo merecen.
Vamos a seguir indagando en el pasado de Gerard. ¿Por qué es tan desapegado de su familia?
¡Vamos a descubrirlo!

            Le gustaba vivir en aquel lugar.
            Le parecía un lugar mágico.
            Estaba suspendido en el tiempo.
            Se respiraba una gran calma en aquella isla. Lo cierto era que le gustaba estar solo.
            Era un solitario por naturaleza.
            Nunca le había gustado vivir en Londres. Se sentía raro viviendo en un lugar que era tan grande.
            Por eso, le gustaba vivir en aquella isla.
            Lo prefería a vivir en una ciudad tan grande como lo era Londres. 
            No quería asistir a fiestas.
            Gerard se sintió muy contento. 
            Cuando se acostó en su cama, tuvo la sensación de que había logrado lo que quería. Había logrado el amor de Susan. Ella confiaba en él. 
             Quería a sus padres. Después de todo, le habían dado la vida. 
             Había crecido siendo educado por distintos preceptores. Algunos de sus preceptores eran más amigos de golpearle que de enseñarle. Y sus padres...No hacían nada, a pesar de que lo sabían. 
              Le decían que un niño debía de ser obediente. ¡Pero si él nunca se metía en líos! Se pasaba todo el día estudiando. Ni siquiera se le tenía permitido jugar en el jardín. ¡No sabía lo que era subirse a un árbol! 
               En realidad, Gerard no había sido nunca un niño. Sus padres estaban convencidos de que lord Ford nunca se casaría. Y Gerard sería nombrado su heredero. El padre del niño estaba todo el día metido en el burdel. Y la madre despilfarraba grandes cantidades de dinero en sus numerosos viajes a Bath. Gerard fue criado por la servidumbre. No sabía lo que era tener un verdadero hogar. Pudo haberse vuelto un libertino. Eso era lo que decían los jóvenes con los que estudió en Oxford. ¿Y qué estudió en Oxford? 
               No era amigo de ir a burdeles. Le repugnaba la idea de pagar por estar con una mujer. Y, encima, con una mujer que no quería estar allí. La obligaban a estar allí. 
                 Deseaba casarse por amor. Encontrar una mujer con la que fundar una familia. Tener muchos hijos. O sólo estar con ella. Y esa mujer la había encontrado. 
                 Su familia no iba a separarle de Susan. Había hecho el juramento de que siempre estaría con ella. 



                     Se había puesto la camisa corta de dormir.
                    Sonrió para sus adentros.
                     Las cosas iban a salir bien, se dijo así mismo. Tenía el corazón de Susan. Su familia se podía ir al mismo Infierno. Se casaría con ella.
                     Seguiría trabajando para mister Jeremiah. Era un buen hombre. Se parecía al abuelo que nunca tuvo. Porque su abuelo era demasiado frío y duro como para ser querido por sus nietos. En cuanto a la familia de Susan...No sabía lo que iba a pasar. Estaba empezando a conocerla demasiado bien. Quería una familia.
                     Pedía ser amada. Y él estaría solo. ¿Le bastaría? Lo ignoraba. 

viernes, 9 de octubre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela Una pareja enamorada. 
Este fragmento está más centrado en la figura de lady Kate.
¡Veamos qué le pasa!

                                  Era demasiado doloroso recordar.
                                  Se decían muchas cosas de ella.
                                  ¿Cómo podía vivir? Estaba sola.
                                 Se había visto señalada por todos los miembros de la alta sociedad.
                                 Lady Kate había cometido un pecado terrible. Le costaba hablar de aquel asunto con Susan.
                                 Era consciente de que los vecinos de la isla habían hablado mucho sobre ella desde que llegó con aquel vestido negro que representaba una viudedad falsa. Sabían que lady Kate era una ramera. ¿Cómo una mujer podía dar a luz a una hija sin estar casada? Era algo que todo el mundo le reprochaba. Quizás, tienen razón, pensaba lady Kate con tristeza.
                               Estaba en el cementerio. Contemplaba la sencilla cruz de madera que estaba ante ella. Esa cruz indicada el lugar donde Lucien estaba enterrado. Lady Kate había soñado con una vida distinta. Tener hijos. Muchos hijos...Pero también...Casarse.
                             Dio a luz a Susan en la misma casa donde vivía con ella. Se dijo así misma que todo había valido la pena.
                               Quedó muy débil. El parto fue difícil. Perdió mucha sangre. Y Susan venía de nalgas.
                               Recibía todos los meses una asignación que le hacía llegar su hermano mayor. Lady Kate la aceptaba.
                                Sin embargo, lo que sentía por Will, su hermano mayor, era un odio infinito. Aquel hombre era el mayor hipócrita de toda Inglaterra. La había insultado por el simple hecho de haberse quedado embarazada siendo soltera.
                                ¡Pero él se había acostado con todas las mujeres del país!
                                De no ser por aquella asignación, lady Kate se habría muerto de hambre. De vez en cuando, bordaba para otras mujeres que no sabían bordar. Eran damas de la ciudad de Reading. De aquel modo, había salido adelante.
                               Se puso de pie, ya que estaba de rodillas. Se santiguó. Al menos, pensó, Lucien descansaba en paz. Ya no sufría el rechazo de la gente.
                               Era la hora de comer cuando llegó a casa. Escuchó a Susan tararear una melodía. Parecía estar muy contenta. Lo cual era algo que no dejaba de sorprender a Susan.
                               La joven le avisó que la comida ya estaba lista.
-Vamos a sentarnos-la instó.

jueves, 8 de octubre de 2015

NEW YORK GROOVE

Hola a todos.
Hago un paréntesis en Una pareja enamorada. 
En esta ocasión, quiero rendirle un pequeño homenaje al que es, para muchos, uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos: Ace Frehley.
Guitarrista, compositor y todo un superviviente al descomunal ego de Gene Simmons. Pero también un superviviente de su propio Infierno...
Sus canciones son un fiel reflejo de su personalidad. Excéntrico y, al mismo tiempo, atrayente.
Os dejo con una de sus mejores canciones, porque también es un excelente compositor: New York Groove, toda una declaración de amor a su ciudad de origen (es oriundo del Bronx).


lunes, 5 de octubre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Después de que las Musas se hayan alejado algo de mi cabeza con esta blog novela, puedo decir que retomo con más ganas Una pareja enamorada. 
¡Qué ya iba tocando!
En el fragmento de hoy, veremos un nuevo encuentro entre Gerard y Susan, después de haber estado algún tiempo sin verse. ¡Y nos vamos de Nochevieja! Aunque estemos en Octubre.
¿Qué va a pasar entre ellos?

                                Para Susan, la Nochevieja era una festividad que pasaba desapercibida. Todos los años, cenaba con su madre. Después de estar un rato sentadas en el sofá del salón, se retiraba cada una a su habitación a dormir. Cuando se despertaban, se felicitaban por el Año Nuevo. No se celebraba nada en la casa de las Cole.
                              Aquella noche, Susan fue incapaz de conciliar el sueño. Sabía que había otras casas en la isla donde se estaba celebrando aquella fiesta. La llegada del Año Nuevo...Pero ella nunca lo había celebrado. No entendía el porqué, de pronto, era tan importante para ella tener una familia. Festejar con ellos la Navidad. Nunca le había importado.
                            Susan se puso encima del camisón el vestido que había llevado puesto durante toda la cena. Se cubrió los hombros con un chal.
                           Salió de casa sin ser vista.
                           Era mentira.
                           Cuando abrazaba a su madre para desearle una Feliz Navidad, Susan echaba en falta la presencia de su otra familia. Sus abuelos...Sus tíos...
                           Gente que se preocupaba por ella. Que le hacía regalos. Que le decían lo mucho que la querían. No estaba pidiendo demasiado.
                            Pensó en Gerard.
                            Estaba dando un paseo por la orilla del río Támesis. Y, de pronto, la vino a la mente la imagen de Gerard.
                           No puedo estar con él, pensó Susan con tristeza.
                           No se atrevía a confiar en aquel joven que tan bien se había portado con ella. Los días que había pasado sin verle habían sido muy dolorosos para Susan.
                           Se detuvo en seco. Pensó en ir a verle.
                           Sin embargo, estaban allí sus tíos.
-Susie...-oyó una voz que la llamaba.
                            Y, de pronto, Gerard apareció ante la mirada atónita de Susan. Pensó en salir corriendo, pero no lo hizo. Gerard se acercó poco a poco a ella.
-¿Por qué me evitas?-le preguntó el joven con tristeza-Puede que la otra noche fuera un salvaje.
-No fue culpa tuya-respondió Susan, notando cómo la sangre se agolpaba en sus mejillas-Yo lo deseaba también.
-Nunca antes había estado con una mujer. Puedes creerme. O puedes reírte de mí. Susie, estoy enamorado de ti.
-¡No sigas hablando!
                             Susan notó cómo las lágrimas rodaban por sus mejillas. No quería escuchar las palabras de Gerard.
                             Aquel joven era demasiado bueno para ella. Los hombres así no se enamoraban de las bastardas como Susan. Sólo las querían para pasar el rato.
-A lo mejor, lo que te asusta es que he estado en Newgate-opinó Gerard-O que piensas que todos los hombres sólo buscamos una cosa de las mujeres. ¡Y eso no es cierto!
                            Gerard no quería alejarse de Susan por nada del mundo. Antes, debía de convencerla de que sus sentimientos hacia ella eran sinceros. Que la amaba por encima de todas las cosas.
-Tú tiene una familia que te quiere-le recordó Susan con voz cargada de reproche-Una familia que se preocupa por ti.
-¿Mi familia se preocupa por mí?-se sorprendió Gerard.
-Es cierto que estuviste con ellos en Newgate. Pero...
-Susie, tanto mi padre como mi tío nunca se han preocupado por mí. La vida en Newgate era una pesadilla. Mis padre sólo pensaban en comer. Pero no me daban de lo que comían.
-¿Qué me estás contando?
-Ni me defendían cuando otros presos me atacaban. Eran demasiado cobardes como para hacer algo por mí. Me veo obligado a mantenerles porque se lo juré a mi abuela en su lecho de muerte. ¿Tengo un padre? Tengo un apellido. Me parezco en el físico a él. ¿Y de qué me ha servido tener un padre? ¡Si ni siquiera se preocupa por mí! Lo único que quiere es que haga lo que él me diga. Pero eso se terminó.
-Gerard, no lo sabía. Lo siento mucho. Yo me estoy lamentando por el hecho de no tener familia. Sólo tengo a mi madre.
-Tu madre te quiere. Se preocupa por ti. Y yo también me preocupo por ti. Una familia es alguien que se preocupa realmente por ti.
                             Susan no lo había visto nunca de aquel modo. Se acercó a Gerard. Aquella noche, le conocía mejor. Veía dolor en su mirada. Determinación en su rostro...
                             Me ama, pensó con alegría. Y yo también le amo.
                             Fue Susan quién se abalanzó sobre Gerard y le abrazó con fuerza. Él acarició con las manos el cabello suelto de la joven.
-Dame una oportunidad, Susie-le pidió.
                            Ella llenó de besos el rostro de Gerard. Los dos acabaron fundiéndose en un beso largo y lleno de fervor.
-De acuerdo...-aceptó Susan, cuando se separaron.
                           Eran las doce de la noche.
                           Comenzaba un nuevo año: 1820.
                           En la ciudad de Abingdon, estaban celebrando el Año Nuevo por todo lo alto. Los fuegos artificiales iluminaron el cielo.

domingo, 4 de octubre de 2015

EL DIARIO DE SUSAN

Hola a todos. 
Tengo que daros en breve un aviso sobre esta historia. 
Sin embargo, he preferido dejaros hoy con un fragmento de lo que vendría a ser el diario personal de Susan Cole. 
O como yo me imagino que será su diario. 
Espero que os guste. 
Pero os aviso que es muy breve. 

                               "Hoy, es el día de Navidad. ¿Cómo voy a tener ilusión por la Navidad? 
                               Mi madre me hace todos los años un regalo. 
                               Lo deja a los pies de mi cama. Este año, me ha tejido un chal. 
                               ¡Es un chal precioso! No debería de importarme el estar sola con mi madre. 
                               Pienso que es mejor que estemos las dos solas. Nuestra familia nos rechaza. Se me hace raro pensar en la familia de mi madre como mi familia. 
                               No conozco a mis abuelos. No conozco a mis tíos. No conozco a mis primos. Toda nuestra familia nos ha rechazado. No existimos para ello. 
                                Me digo a mí misma que no me duele. Pero el que tu familia no quiera saber nada de ti es muy doloroso. Ya estoy vestida. Me he colocado encima de los hombros el chal de lana de color grisáceo que mi madre ha tejido para mí. 
                              No es Navidad, pienso. Escucho a mis vecinos cantando villancicos. Nunca he cantado un villancico. Cierro la ventana de mi habitación, que está abierta. No quiero pensar en lo que nunca tendré. Me conformo con muy poco."

SUSAN COLE

                          

jueves, 24 de septiembre de 2015

GERARD WELLES

Hola a todos. 
Hoy, me gustaría hablaros del protagonista masculino de esta historia. 
Gerard Welles, como Susan, pertenece a una aristocrática familia. Sin embargo, mientras Susan es rechazada por la familia de su madre debido a su origen ilegítimo, Gerard siente un profundo desapego hacia su familia. 
Tanto su tío como su padre (y, en vida, su abuelo) han hecho gala de un carácter despilfarrador que ha llevado a la familia a estar en la ruina. Gerard trabaja como secretario para Jeremiah, un anciano que vive tranquilamente junto a su esposa en la isla de Nag's Head. Este hecho lo ocultan los Welles, ya que sería una vergüenza para ellos decir que un miembro de su familia está trabajando. 
Gerard es un joven serio y responsable. Está contento con su trabajo y se lleva bien con su jefe,un anciano que es como un abuelo para él. Le manda dinero a su familia con frecuencia, pero sabe que ese dinero es malgastado, lo cuál le desagrada. 
Se siente atraído por Susan nada más verla y, aún conociendo su historia, insiste en conocerla más a fondo. Se da de bruces con el muro que Susan ha construido a su alrededor y con el odio que parece sentir hacia los hombres, a los que culpa de la desgracia de las mujeres. 
Gerard se enamora de Susan y se da cuenta de que es la mujer con la que quiere pasar toda la vida. 
Es romántico, dulce y muy paciente. Admira a Susan. La escucha. Soporta sus desplantes una y otra vez. Nunca se rinde, pero le deja espacio porque no quiere agobiarla. Sabe que eso podría alejarle de ella. 
Gerard tiene las ideas muy claras. No va a renunciar a Susan. Le importa muy poco la opinión de su familia tanto porque están en la ruina. Su tío es el vizconde de Ford, pero éste está casado y tiene dos hijos varones, por lo que no le importa nada heredar su título. 
¿Conseguirá Gerard derribar las barreras que ha construido Susan a su alrededor y conquistar su amor? 

 Gerard Welles. 

miércoles, 23 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Tras una ausencia bastante prolongada, aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
El tiempo también pasa en esta historia.
Veamos qué ocurre.

                                  A petición del matrimonio Baker, Cassandra decidió quedarse unas semanas más en la isla. Pensaba en ingresar en el convento después de Navidad. Sin embargo, a pesar de que decía estar convencida de su vocación religiosa, sentía muchas dudas.
                              Las Navidades transcurrieron de manera tranquila en el hogar de las Cole. Tanto para Susan como para lady Kate, las Navidades no significaban nada. Eran días normales. No ponían un Árbol de Navidad. No decoraban la casa. Cuando Lucien pasó su primera Navidad con ellas, lady Kate imaginó un panorama distinto. Imaginó una casa llena de risas.
                           Sin embargo, sólo estaban ellas dos en Navidad. Lady Kate recibía todos los años unas pocas felicitaciones de Navidad que le enviaban los pocos familiares que se acordaban de su existencia. Lady Kate no veía a su padre desde que la desterró a la isla de Nag's Head. No sabía cómo estaba.
                            Susan no tenía la cabeza como para pensar en las Navidades. No había mucho bullicio propio de aquellas fechas en la isla.
                            De algún modo, la joven lo agradecía. Si escuchaba a alguien cantar un villancico, se echaría a llorar. Recordaría lo sola que se sentía en Navidad. Una sensación que la acompañaba año tras año.
                            Pensó en ir a ver a Jeremiah para felicitarle a su mujer y a él por las Navidades. Pero le dio miedo.
                            Sabía que ir a aquella casa significaba encontrarse con Gerard. Susan no quería verle. Le evitaba.
                         ¡Pero no podía seguir así por más tiempo! Antes o después, se verían.
                         ¿De verdad quería verle?

lunes, 14 de septiembre de 2015

UNA FRASE DE "EL PRINCIPITO"

Hola a todos.
Aquí os traigo una frase que he extraído del libro El Principito. 
Está considerado como todo un clásico de la Literatura Infantil, si bien es una novela muy cortita que pueden leer los adultos.
Su autor, Antoine de Saint-Exúpery, es un escritor y aviador francés de familia aristocrática. Si bien ha escrito varias novelas, fue El Principito la que le dio a conocer.
Cuenta la historia de un aviador (posiblemente, el propio Saint-Exúpery) que ha renunciado a muchos sueños de la niñez pro culpa de los adultos. El aviador queda atrapado en un lugar del desierto del Sáhara. Allí, se topa con un pequeño Príncipe venido de otro planeta con el que traba una bonita amistad.
A través de esta amistad, se reflexiona acerca de diversos temas, como el amor (la historia del Principito y la rosa que cuida) y se critica el cinismo de los adultos, que pierden toda autenticidad cuando renuncian a la inocencia y a los sueños que tenían cuando eran pequeños.
Aquí os dejo con una frase extraída de esta obra que, pese a estar dirigida a los niños, invita a que los adultos piensen y reflexionen acerca de sus vidas y de cómo deben de enfrentar a sus problemas y miedos.

"Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones."

domingo, 13 de septiembre de 2015

GATOS CONTRA PERROS

Hola a todos.
Aquí os traigo un vídeo que he encontrado durante mis muchos paseos por Internet, en concreto, por Youtube.
Está hecho con el sistema Loquendo, pero es muy divertido.
Vemos encontronazos entre gatos y perros, pero con un doblaje con el que es imposible no partirte de risa.
¡Divertíos!


sábado, 12 de septiembre de 2015

"DETROIT ROCK CITY", DE "KISS"

Hola a todos.
Aquí os traigo una de mis canciones favoritas.
Es una canción algo vieja, ya que es del año 1976. Pertenece al famosísimo grupo de rock Kiss. La canción dio título y formó parte de la banda sonora de una película que aquí se conoció como Cero en conducta. 
Se trata de Detroit rock city. 
Es una canción pegadiza, enérgica y llena de brío y fuerza, muy rockera y cañera.
Espero que disfrutéis con ella.



viernes, 11 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Tras hacer ayer un pequeño parón, aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Y aquí entramos en lo que sería el ecuador de la historia.
¡Espero que os esté gustando!
Veamos qué ocurre entre Gerard y Susan.

                                 Durante toda una semana, estuvo lloviendo. No se podía salir a la calle.
                                 Susan agradeció aquella semana de lluvia. No debía de ir a ningún sitio. Se pasó aquellos días leyendo libros en la pequeña biblioteca. O, al menos, intentando concentrarse en su lectura.
                                Se centró en bordar.
-Te tiembla el pulso-observó lady Kate una tarde.
                                Las dos estaban sentadas en el sofá del saloncito. Fuera, además de llover con furia, estaba soplando el viento con mucha fuerza.
                                Susan estaba bordando sus iniciales en una sábana. Lady Kate estaba tejiendo una manta.
                               La mano con la que Susan estaba sujetando la sábana temblaba de manera violenta.
-Puedes contarme lo que te ocurre-la invitó lady Kate-Soy tu madre. No creo que hayas cometido ninguna locura. Eres una joven muy prudente. Confío en ti, hijita.
-¡No me conoces!-se lamentó Susan.
-He sido yo la que te ha traído al mundo.
                               Susan estaba temblando de manera violenta. Recordaba una y otra vez su noche de amor vivida con Gerard.
-Yo...-balbuceó.
-Es por alguien en concreto-adivinó lady Kate.
-¡No!
-No me puedes mentir, cariño. He tenido tu edad. Y...He cometido errores.
                                 Lady Kate miró con preocupación a su única hija. Liarse con aquel canalla había sido un error.
                                 Pero Susan no había sido ningún error. Estaba lejos del mundo en el que había crecido. Y su hija era su compañera en aquel exilio forzoso. ¡Pero Susan tenía derecho a vivir!
                                Tenía derecho a divertirse. A ser feliz.
                              Lady Kate llegó a la conclusión de que Susan estaba cansada de vivir en Nag's Head.
                               No podía culparla. Susan estaba en edad de tener su puesta de largo.
                            La idea de enviarla a Londres pasó por su cabeza.
-¿Te gustaría ir a Londres, hijita?-le preguntó.
                              Susan pensó que había entendido mal la pregunta que acababa de hacerle su madre. La idea de viajar a Londres había pasado muchas veces por su cabeza. Pero, tras la experiencia tan amarga que vivió Cassandra en aquella ciudad, prefería quedarse allí. Luego, estaba el hecho de que no sería bien recibida. No poseía una dote elevada.
                            Era cierto que pertenecía a la aristocracia. Pero era una bastarda. Gerard ya se había dado el gusto con ella.
                              Era una ramera. ¡Una ramera no podía ser presentada en sociedad!
                          Entonces, Susan rompió a llorar de manera amarga.



                             

miércoles, 9 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Tras el pequeño descanso de ayer, aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Este fragmento está centrado en lo que ocurre después de la primera noche de amor de Gerard y Susan.
¡Veamos qué les pasa a esta pareja de enamorados!

                                 Durante una semana, Susan no quiso ver a nadie. Se encerró en su habitación. Estaba furiosa consigo misma. Sentía el deseo de ponerse a gritar cada vez que recordaba lo que había hecho. Lo cierto era que Gerard no la había obligado a hacer nada en contra de su voluntad. Había sido ella la que se había entregado de forma voluntaria a él. Se había convertido en lo que más odiaba. ¡Se había convertido en la ramera de Gerard! Durante dieciocho años, Susan había odiado a los hombres. Pensaba que la desgracia de su madre empezó cuando conoció a aquel hombre.
                              Su padre...
                              Susan luchaba contra sus recuerdos. Se negó a abrirle la puerta su madre.
-Hija, llevas días encerrada ahí dentro-le decía lady Kate, al otro lado de la puerta.
-Quiero estar sola, madre-replicaba Susan, furiosa.
-Por favor, abre la puerta.
                              Lo malo fue que Gerard fue a visitarla. Iba hasta cuatro veces al día con la intención de hablar con Susan. Lo ocurrido entre ellos había sido la mejor experiencia que jamás había tenido. Sentía a Susan como una parte de él. Pero, al mismo tiempo, tenía la sensación de que una parte de él le pertenecía a Susan.
                             Recordaba cómo la había tenido entre sus brazos aquella noche tan dulce y apasionada a la vez.
                            No entendía el porqué Susan no quería verle. ¡No habían hecho nada malo!
-Quiero ver a lady Susan-le dijo a la criada.
                            La mujer puso toda clase de excusas. Primero, dijo que la joven Susan estaba enferma.
-No me importa-afirmó Gerard.
                             Hizo ademán de querer subir las escaleras. Pero la criada le retuvo.
                            Desde su habitación, Susan oía hablar a Gerard. Le odiaba por haber ido a buscarla.
-Necesito ver a lady Susan-insistió Gerard.
                            Le odio, pensó la joven furiosa. Le odio por haber puesto mi vida del revés.
                            Sólo una vez salió durante aquella semana. Fue a visitar la tumba de Lucien. Cassandra la acompañó. La joven encontró a su mejor amiga muy desmejorada.
                           Susan llevaba días sin probar bocado. Por suerte, la regla le bajó el mismo día en el que acudió al pequeño cementerio de la isla para visitar la tumba del pequeño Lucien. Tenía los ojos hinchados por haber pasado horas llorando. Llevaba días sin poder conciliar el sueño. Cassandra ahogó un grito cuando Susan salió de casa. Iba completamente vestida de negro. Incluso, se había cubierto la cara con un velo espeso de color negro. Parecía un fantasma.
-¿Van las cosas bien, Susie?-quiso saber Cassandra, mientras estaban arrodilladas ante la tumba de Lucien.
-No te puedo contar nada-contestó Susan.
-¡Ay, Dios mío! ¡No me digas que ha cometido una locura!
-¡No te puedo decir nada, Cassie!
                             Susan estaba al borde del llanto.



                              Gerard estaba desesperado. No entendía el porqué Susan no quería verle.
-¿Dónde está Susan, milady?-le preguntó Gerard a lady Kate una de las veces que fue a ver a su amada.
                            Lady Kate le recibió en el salón.
-Susan no quiere ver a nadie-respondió la mujer con tristeza.
-¡Yo necesito verla!-insistió Gerard, desesperado-¡No sé lo que he hecho que haya podido ofenderla! ¡Se lo juro! Pero...Quiero saber lo que hecho mal. Si he ofendido a Susan. Quiero que me perdone. ¡Deseo verla! ¿Por qué me evita?
-Ignoro lo que ha pasado entre mi hija y usted, mister Welles.
-¡Seguro que mis tíos han tenido algo que ver con su distanciamiento!
-No conozco a sus tíos.
                                Era verdad. Lord Ford y lady Ford no habían abordado aún a Susan. Los dos querían buscar el momento idóneo para hablar con la joven. Estaban convencidos de que era una arribista. Sin embargo, cuando vieron la casa donde vivían lady Kate y su hija ilegítima, se quedaron de piedra.
                                 La fachada de la casa estaba mejor conservada que la fachada de su casa. Vieron a lady Kate a lo lejos. La mujer vestía de manera sencilla.
                               Pero, al mismo tiempo, era la viva imagen de la dignidad y de la elegancia. Supieron que su hija era igual que ella.
                             Los vecinos no podían decir nada malo ni sobre lady Kate ni sobre Susan. El único defecto que tenía la chica era el ser bastarda.
                             Se la veía con frecuencia con la hija adoptiva del matrimonio Baker, Cassandra, que quería ser monja.
-No parece una ramera-le comentó lord Ford a su esposa mientras paseaban por la orilla del río Támesis-En realidad, es la madre la ramera. Es la hija de un conde. No entiendo cómo terminó protagonizando un escándalo tan vulgar.
-Tener un hijo fuera del matrimonio es indecente-afirmó lady Ford.
-Gerard no puede relacionarse con esa joven.
-¡Se ha rebelado contra nosotros! ¡Sus padres están indignados con él! Pero no podemos hacer nada. ¡Dependemos económicamente de ese ingrato! ¡Está loco!
                              Lord Ford echaba en falta tener a mano su botella de whisky. Hablar con su esposa le provocaba dolor de cabeza. La vizcondesa, en su juventud, había sido una mujer terriblemente ambiciosa. Pero se arrepentía de haberse casado con aquel inútil.
-Podemos buscarle una esposa-sugirió el vizconde.
                            Era una idea malísima. Gerard no tenía título que heredar.
                            Los vizcondes tenían dos hijos varones. Sus herederos serían ellos. Gerard no aspiraba a heredar nada.
                           No podían hacer nada con él. Intentarían hacerle entrar en razón.

lunes, 7 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi blog novela "Una pareja enamorada".
La relación entre Gerard y Susan está a punto de experimentar un giro radical.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó Gerard a Susan.
-Veo que no soy la única que está dando un paseo a medianoche-respondió la joven.
-Estamos en un lugar tranquilo. Pero no deja de haber peligro.
-No estamos en Londres. Nunca he estado allí. Cassie dice que es una ciudad enorme. La describe como un lugar abarrotado de gente. Feo...Ruidoso...
-Tu amiga tiene razón.
-Quería verte.
-Susie...
                                 Era la primera vez que Gerard llamaba así a Susan.
                                 La joven se sintió turbada. Se había puesto un vestido de color grisáceo encima del camisón.
                                 Gerard besó con ternura a Susan en los labios.
                                 Todo lo que sentía por aquella joven era demasiado intenso como para describirlo con palabras. Susan se había colado en su corazón sin darse apenas cuenta. La sintió temblar. Era la primera vez que se encontraban a solas en mitad de la noche. Gerard había salido a dar un paseo porque era incapaz de conciliar el sueño. Sus tíos insistían en que debía de alejarse de Susan. Y él quería luchar por estar a su lado.
                                Tuvo la sensación de estar ante una ninfa. Llevaba suelto su largo cabello oscuro.
                                Le acarició con la mano el cabello suelto.
                                De pronto, se le secó la garganta. Su corazón latía con furia dentro de su pecho.
                                Los dos iban descalzos. Susan sintió el frescor de la hierba bajo sus pies.
-Debería de irme a casa-comentó.
-Tienes razón-corroboró Gerard.
                                 Pero Susan no se movió. Había algo en la mirada de Gerard que la retenía a su lado. No quería moverse.
-Estás temblando-observó Gerard con la voz ronca.
-Hace un poco de frío-murmuró Susan.
                               Casi no le salía la voz de la garganta. Estaba muy nerviosa.
                               Vete, le susurró una vocecita que salía del interior de su cabeza.
-Le he contado a Cassie lo nuestro-añadió Susan, alzando la voz un poco-No lo entiende. Por lo menos, no le contará nada a mi madre. Yo espero que lo entienda.
-Iré a hablar con ella todas las veces que sea necesario-le aseguró Gerard.
-¡No lo hagas!
                                 Susan sintió cómo el miedo se apoderaba de ella. Pero no sentía miedo alguno de Gerard. Sentía miedo de sí misma. De los pensamientos que pasaron por su cabeza en aquel instante.
                                Se encontraban solos. Nadie podía verles.
                                Se habían encontrado entre la espesura de los árboles que crecen en la isla.
                                Empezaron a besarse de manera apasionada. Y, de pronto, mientras caían al suelo, fueron incapaces de dejar de besarse.



                               De pronto, la ropa que llevaba puesta Gerard desapareció. Y tanto el vestido como el camisón que llevaba puestos Susan también desaparecieron.
                                Susan no era capaz de apartar a Gerard. Y él tampoco quería apartarse.
                                No podía dejar de besarla. No quería dejar de besar aquellos deliciosos labios. No podía dejar de besar su cuello esbelto. No podía dejar de besar uno de sus pechos. No fue capaz de pensar en nada mientras recorría con sus labios el vientre liso de Susan.

domingo, 6 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos.
Hoy, seguimos con otro fragmento de Una pareja enamorada. 
Seguimos centrados en la figura de la muy confundida Susan.
Veamos lo que ocurre.

                               Cassandra invitó a Susan, a la noche siguiente, a dormir en su casa. En aquellos momentos, la joven necesitaba estar más cerca que nunca de su mejor amiga.
                              Después de cenar, Cassandra y Susan se retiraron a la habitación de la primera. Cassandra no paraba de hablar.
                              Partiría en cuestión de semanas con destino al convento. Susan pensó en que era imposible hacerla cambiar de idea.
-Sólo puedo decirte que espero que no te hayas equivocado-afirmó cuando cerró la puerta.
                               Cassandra esbozó una sonrisa trémula. Susan pensó que su amiga tenía muchas dudas sobre la decisión que había tomado. Le parecía una locura.
                                Cassandra se sentó en la cama con gesto cansado. Empezó a hablar de sir Kurt. Era evidente que todavía seguía enamorada de aquel hombre. Después de muerto, sir Kurt seguía muy presente en su vida. Ocupaba todos sus pensamientos.
                                 Soñaba con la noche en la que estuvo entre sus brazos.
                                Susan se acercó a la ventana. La habitación se iluminó cuando Cassandra encendió la luz que había en su mesilla de noche, procedente de una lámpara de aceite.
-Sigues enamorada de ese hombre-observó Susan.
-¡Eso no es verdad!-mintió Cassandra, alterada.
-No me mientas, Cassie.
                                  Susan se dio la vuelta. Contempló el rostro enrojecido de su mejor amiga. Sus ojos estaban brillantes. Cassandra estaba a punto de echarse a llorar.
                                Maldecia a sir Kurt por estar tan presente en su vida. Le odiaba por la forma en la que había muerto. Pero no podía sacárselo del corazón. Seguía enamorada de él a pesar de todo.
-Sigues enamorada de sir Kurt-añadió Susan-Y yo estoy enamorada de Gerard Welles. Un hombre que me respeta.
-¡Ten cuidado, Susie!-le advirtió Cassandra.
-Sé bien lo que me vas a decir.
-No seguí el consejo que me diste, pero tú deberías de hacerme caso, amiga. Ese hombre sólo puede traerte cosas malas. ¡Hazme caso!
                                Susan no bufó porque recordó que las damas no bufan.
-Gerard Welles ha sido muy sincero conmigo-admitió.
                                 Cassandra negó moviendo la cabeza. En su mente, no existían los hombres sinceros.
                                 Todos los hombres eran unos mentirosos. Lady Kate estaba en aquel sitio por haber confiado en la palabra de un mal hombre. ¿Acaso se había olvidado de Lucien?
-No sabemos quién abandonó a Lucien-le recordó Susan a Cassandra-Me duele aún pensar en él. ¡Era mi hermano!
-No hace falta ser un genio para saber lo que ocurrió-le espetó su amiga-Una joven que fue seducida por un canalla abandona al hijo que le engendró nada más nacer.
-Lucien, por desgracia, ya no está entre nosotros. Puedo confiar en Gerard.
-¿Gerard? ¿Te has vuelto loca? ¡Lo estás tuteando!
                           Cassandra estaba levantando la voz. Se dijo así misma que debía de guardar la compostura. No podía juzgar a Susan. No juzgues, pensó. Y no serás juzgada.
                            Susan se acercó lentamente a ella.
                            No podía contar con el apoyo de Cassandra. Pero, al menos, conocía la verdad. Sabía que estaba enamorada de Gerard.
-No sé cómo terminará esta relación-admitió Susan-Tengo mucho miedo de que Gerard se aproveche de mí. Pero no puedo vivir asustada toda la vida.
                            Cassandra alzó la vista para mirar a Susan. Sabía, en su fuero interno, que su amiga tenía razón.
-Rezaré por ti para que Dios te guíe-afirmó.

 

-¿Y qué me dices de ti?-le preguntó Susan.
-Dios ha decidido el Camino que me tiene reservado. Ingresaré en el convento. Trataré de ser una buena sierva de Él. Me perdonará por el pecado que cometí.
-Sólo te enamoraste de un mal hombre, Cassie.
-No importa ya eso. Piensa en tu propia seguridad, Susie.

sábado, 5 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos. 
Aquí os traigo un nuevo fragmento fragmento de Una pareja enamorada. 
Veamos cómo Susan se enfrenta a sus propios demonios. 

                                   Esto es lo que uno siente cuando se ha enamorado, pensó Susan. Tu corazón late más deprisa. 
                                    Disfruto cuando Gerard me besa. Quiero que me abrace con fuerza. 
                                    Me he enamorado de él. ¡Lo amo! No sé cómo ha ocurrido. 
                                    Susan estaba levantada aquella noche. Llevaba puesto su camisón de dormir de color blanco. Caminaba de un lado a otro de su habitación descalza. Sin embargo, casi no sentía el frío suelo en la planta de sus pies. Llevaba su cabello suelto y mechones de pelo se le iban a la cara. 
                                  Era ya de madrugada. Susan era incapaz de conciliar el sueño. Tenía que contarle a alguien que se estaba viendo a escondidas con Gerard. Contempló el jergón que había a su lado. Su amiga Cassandra se había quedado a dormir en su casa. Durante unos instantes, le asaltó la idea de despertarla. 
-Cassie...-la llamó en voz baja. 
                                   Cassandra estaba profundamente dormida. 
                                  Susan conocía demasiado bien la reacción que tendría si le contaba que se estaba viendo a escondidas con Gerard. 
                                 Cassandra se movió en sueños. Sus padres adoptivos ya estaban al tanto de su decisión de ingresar en un convento. El matrimonio Baker no se lo terminaba de creer. No habían podido tener hijos propios. 
                                Tenían todas sus esperanzas puestas en Cassandra. Cuando la joven viajó a Londres para tener su puesta de largo, ambos imaginaron que acabaría encontrando un marido rico y poderoso. Se casaría con él. Tendrían muchísimos hijos. Pero no había ocurrido nada de eso. 
                               Susan se puso de rodillas en el suelo junto al camastro donde yacía Cassandra. Pensó que su mejor amiga no lo entendería. Cassandra le había dicho que Gerard podía ser un demonio que había adoptado la apariencia de un ángel. 
-Tengo que decirte una cosa-añadió Susan-Despierta. 
                              Pero Cassandra se limitó a darse la vuelta para quedarse de espaldas a Susan. La joven lo agradeció. No sabía cómo abordar aquel tema ni con Cassandra. Ni con su madre...
                             Susan estaba asustada. Gerard había hecho aflorar su lado más vulnerable. 
                             La hacía sentirse cómoda cuando estaba con él. Eso es peligroso, pensó Susan, asustada. 

viernes, 4 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos. 
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Veamos cómo avanza la relación entre Gerard y Susan. 

                                   Los días transcurrieron con relativa calma.
                                   Con la ayuda de Jeremiah, Gerard se escabullía de casa. Sus tíos seguían apalancados allí. No parecían querer irse. Sospechaban que estaba ocurriendo algo entre Susan y él. Veían a su sobrino más contento. Más alegre...
-Intenta hablar con tus tíos, querido-le sugirió la esposa de Jeremiah.
                                   Gerard estaba en el recibidor, poniéndose su chaqueta para salir.
-Es inútil intentar hablar con ellos-replicó.
-Es verdad que no parecen personas razonables-tuvo que reconocer la mujer de Jeremiah-Pero son tu familia y te quieren.
-Dudo mucho que me quieran.
                                  Susan no podía creerse lo que estaba haciendo.
                                  Se estaba viendo a hurtadillas con Gerard. ¡Se estaba comportando como una ramera! Para no ser vistos, se subían a las ramas de los árboles.
                                  Susan ponía mil excusas para salir de casa. Lady Kate quería averiguar dónde se metía su hija. La criada llegó a decirle que, cuando salía, parecía que Susan se había evaporado en el aire.
                                  Cuando se lo contó, la criada estaba arrodillada en el suelo del saloncito. Lo estaba fregando. Mientras, lady Kate se había sentado en su sillón favorito. Se puso a tejer un chal para regalárselo a Susan.
-Eso no es cierto-sonrió la mujer-Las personas no desaparecen así sin más.
-Se lo digo de verdad, milady-insistió la criada-Miss Susan desaparece cuando sale de casa. ¡Se lo juro!
                              Lady Kate se quedó pensativa. Empezó a sentir miedo por su hija.
                              Lord Ford y lady Ford interrogaban a su sobrino acerca de adónde iba. Gerard no quería contarles nada.
                              Susan no le contó nada a Cassandra. Sabía que su amiga no lo entendería. Le diría que Gerard era un demonio. Que estaba tentándola.
                               Susan luchaba contra sus propios demonios. Intentaba no comparar mentalmente a Gerard con sir Kurt. O con el padre que la abandonó cuando supo que iba a nacer. O con el hombre que deshonró a la verdadera madre de Lucien. Ni siquiera le había hablado aún de Lucien a Gerard.
                             En uno de aquellos encuentros, decidió que había llegado el momento. Se subieron a la rama más alta de uno de los árboles más altos que hay en la isla. Las hojas lo cubrían todo. Les tapaba.
                              Era como estar escondidos. Susan se sentía cómoda así.



-Hay algo que no te he contado todavía-atacó-Me siento rara tuteándote. Pero, al mismo tiempo, me siento más cómoda.
-¿De qué se trata?-se interesó Gerard.
-Cuando yo tenía seis años, mi hermano murió. En realidad, no era mi hermano. Era un bebé que encontré abandonado a la orilla del río. Me lo llevé a mi casa.
-No sabía que tuvieras un hermano. Me has contado que murió.
-Tenía once meses. Enfermó. Yo pensaba que acabaría curándose. Pero...
                                 La voz de Susan se quebró. No quería hablar con nadie de Lucien porque sabía que acabaría derrumbándose. Luchó por contener las lágrimas que asomaron a sus ojos. Lágrimas que amenazaban son salirse de sus ojos.
                                  Gerard alzó la mano y acarició con ella la mejilla de Susan.
-Nunca supe quién fue su verdadera madre-añadió la joven-Siempre he pensado que le ocurrió lo mismo que le ocurrió a mi madre. Se dejó llevar por un hombre. La sedujo. Cayó en sus brazos. Hizo con ella lo que quiso. Y...Cuando supo que iba a tener un hijo suyo, la abandonó.
                              Gerard pensó que Susan tenía motivos más que suficientes como para odiar a todo el género masculino. Aún siendo hombre, Gerard sintió un verdadero asco hacia sus congéneres. Tenía la sensación de que podían hacer lo que les daba la gana. Que podían salir impunes.
-Piensas que un hombre sólo puede hacer eso-observó Gerard-Deshonrar a una mujer. Y abandonarla a su suerte.
-Ocurrió con mi madre-enumeró Susan-Le ocurrió también a Cassie.
                               Su voz sonó dura. Pero, al mismo tiempo, estaba rota de dolor. Y Gerard sintió que entendía mejor que nunca a Susan. Ahora, había descubierto toda la verdad sobre ella. Sabía el porqué le tenía tanta rabia. No le estaba viendo como persona. Le estaba viendo como hombre.
                                  La abrazó, deseando poder protegerla de todo lo malo que hay en el mundo.
-Nunca te dejaré-le prometió-Siempre vamos a estar juntos.
-Tus tíos no aprueban que estés conmigo-le recordó Susan.
-Mis tíos no me importan. Sólo me importas tú. Ellos ya tienen sus vidas resueltas. Yo les ayudaré, pero no les haré el menor caso.
-Te quieren.
-Quieren el dinero que les envío todos los meses.
-Eres muy malpensado.
-Mira. En eso...Nos parecemos bastante. ¿No crees?
                            Susan se echó a reír. Era la primera vez en mucho tiempo que reía. Y Gerard...Se quedó maravillado. Aquella risa...Era el sonido más bonito que jamás había escuchado.
                           El beso en el que se fundieron ambos fue un beso largo y apasionado.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

UNA PAREJA ENAMORADA

Hola a todos. 
Tras el pequeño paréntesis de ayer, aquí regreso con un nuevo fragmento de Una pareja enamorada. 
Veamos qué ocurre entre Gerard y Susan. 

                                Gerard tardó una semana más en poder escapar del control de sus tíos. 
                                Salió por la puerta de la cocina. 
                                Lo que más necesitaba en aquellos momentos era alejarse de lord Ford y de lady Ford. Necesitaba respirar aire puro. Necesitaba no pensar en nada. Le dolía la cabeza de tener que aguantarles. 
                                 Empezó a caminar. La isla era un lugar muy pequeño. 
                                 No le importaba estar dando vueltas y más vueltas. Se sentía tentado a ir a la casa de las Cole. Necesitaba ver a Susan. Sin embargo, tenía la sensación de que, si insistía, ella se asustaría. Huiría aún más de él. De pronto, la vio. 
                                 Estaba de pie, con la espalda apoyada contra el tronco de un árbol y una expresión cansada en su rostro. 
                                  Gerard se acercó a ella. 
-¡Aléjese!-le rogó Susan-No tengo nada que hablar con usted. 
-No puedo irme-replicó Gerard. 
-Todo esto ha sido un error. 
-Yo creo que conocerte ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. 
-No está hablando en serio. ¡Quiere seducirme! ¡Quiere hundirme en el fango! ¡Piensa que soy una cualquiera! 
                                Gerard le cogió la mano con dulzura. 
-Quédate-le pidió con voz suplicante. 
-¿Qué es lo que quiere de mí?-le preguntó Susan. 
                                Su voz sonó dolorida. 
-Quiero que me des una oportunidad-respondió Gerard-Quiero que me dejes demostrarte que puedo hacerte feliz. 
-¡Mientes!-le acusó Susan. 
-Mis tíos han venido aquí. Son los vizcondes de Ford. Mi familia está en la ruina. Gracias a mi trabajo, mi padre y mi tío no han terminado presos en la cárcel de Newgate. Tenemos muchas deudas. 
-¿Por qué me lo cuenta?
-Porque quiero que lo sepas todo sobre mí. Les escribí una carta. A mi familia...Les hablé de ti. Les dije que te quería. Que quiero casarme contigo. Fui sincero en esa carta. Pero ellos se volvieron locos. Se creen con derecho a juzgar a los demás. No saben que sus amigos se burlan de sus desgracias. Yo no soy como ello. Ni soy como tu padre. Ni soy como sir Kurt. Lo único que quiero es que me creas, Susan. Dame una oportunidad. 
                               Los ojos de Susan se llenaron de lágrimas. 
                               No terminaba de creerse lo que estaba escuchando. Había oído algunos rumores acerca del origen aristocrático de Gerard. Ella también pertenecía a la aristocracia. Los Cole seguían siendo una de las familias más ricas del país. Pero ella no podía disfrutar de aquellos privilegios por ser una bastarda. 
                                Los Welles estaban en la runa. Gerard no era como su familia. 
                                Le estaba hablando con el corazón. Susan ya no escuchó los trinos de los pájaros que estaban posados en las ramas de los numerosos árboles que hay en la isla. Estaban los dos solos. 
                                Trató de recordar el consejo que le había dado Cassandra. No pudo pensar en nada. Sólo podía pensar en la confesión que le había hecho Gerard. En su sinceridad...
                                 Aquel joven estaba siendo honesto con ella. 
-Dame tiempo-le pidió. 
                                 Sólo podía darle eso: tiempo. Más tiempo...
                                Y Gerard estaba dispuesto a concederle más tiempo. Todo el tiempo del mundo si eso era lo que Susan quería. 
                                 Ella le sonrió con timidez. Era la primera vez que le sonreía y aquella sonrisa iluminó su rostro, siempre serio. 
                               Se apartó del tronco del árbol, se acercó aún más a Gerard y le dio un beso suave en los labios. 



-Demuéstrame que no eres como los demás hombres-le pidió, atreviéndose a tutearle.
-Te lo demostraré-le prometió Gerard.
-Cumple tu palabra. Y estaré satisfecha. Un hombre puede llevar a una mujer a la ruina. Le ocurrió a mi madre. Le ocurrió a Cassie. No quiero que me pase a mí también. Y también llevó a la ruina a alguien que conocí una vez. Aunque...
-Si no me lo quieres contar, no lo hagas. Te entiendo.